Gianni Schicchi puede con todo
El Teatro Real ha dado por concluida su actual temporada l铆rica 2014-15 con un programa doble: Goyescas, de Granados, en versi贸n de concierto, y Gianni Schicchi, la memorable 贸pera c贸mica de Puccini, con el aderezo de un breve recital de Pl谩cido Domingo.
Hace falta no pocas especulaciones para encontrar sentido a un programa tan irregular, pero a煤n ser谩 poco para dar por digerible una sesi贸n en la que se ha a帽adido un recital l铆rico a cargo de Pl谩cido Domingo y la colaboraci贸n de los bar铆tonos Luis Cansino, Bruno Pratic貌 y la soprano Maite Alberola.
Resumimos lo que all铆 pasa: el respetable se sienta y escucha un concierto sobre una 贸pera, Goyescas, sobre la que nos detendremos luego. Despu茅s, una hora m谩s tarde, le llega el turno al esperad铆simo Pl谩cido Domingo y a sus colaboradores en este recital semiimprovisado. Despu茅s de esto llega el merecido descanso y, tras 茅l, Gianni Schicchi, el plato de consistencia de la sesi贸n, m谩xime si valoramos el fuerte atractivo de poder ver una versi贸n esc茅nica del mism铆simo Woody Allen. En suma, casi tres horas y media cuando la 煤nica cosa s贸lida, la 煤nica 贸pera, en suma, dura tres cuartos de hora.
Quiz谩 se pueda concebir como una suerte de festival fin de temporada, el propio Pl谩cido Domingo, con su tir贸n popular, su simpat铆a y la espontaneidad con la que afronta el tr谩nsito de brindar al p煤blico de su ciudad natal arias de concierto, parece corroborarlo. Por supuesto, todo el mundo est谩 al cabo de la calle de que el otrora tenor est谩 pasando un muy mal momento por el fallecimiento de su hermana. En suma, la sesi贸n est谩 ba帽ada de patetismo, simpat铆a y un cierto aire de 贸pera a la vieja usanza. Y de ello se desprende un gui帽o: 鈥溌y, la vieja 贸pera! 隆Con sus cantantes 铆dolos de masas! 隆Con sus astucias para conmover al p煤blico! 隆Sus braceos! 隆Sus gestos ora conmovidos, ora decididos! 隆Su inteligente uso de la voz para acentuar sus puntos fuertes y disimular los d茅biles! 隆Su brillante ejercicio de comunicaci贸n en la ceremonia de los aplausos!…鈥 La gente se olvida de moderneces y se entrega incondicionalmente al h茅roe que anta帽o conmovi贸 su coraz贸n y del que supone que no le quedan muchas m谩s posibilidades de disfrutarlo.
Pero Pl谩cido Domingo tiene mucho de p铆caro, como ese Gianni Schicchi con cuya interpretaci贸n se anunci贸 este programa. Y no hubiera estado mal verle encarnando al legendario jeta.
Para empezar, este programa le debe mucho a Pl谩cido: el Gianni Schicchi que ha montado Woody Allen fue fruto de los afanes del madrile帽o para su 脫pera de Los Angeles. Pl谩cido iba a ser Schicchi, luego se cay贸 del cartel y se anunci贸 que, al menos, dirigir铆a Goyescas. Todo ello, consecuencia de su drama personal por el fallecimiento de la hermana querida, termin贸 dejando las cosas como han quedado.
En fin, esto es lo que hay y as铆 se cierra la presente temporada. Seguro que este programa tiene ingredientes para gustar a mucha gente. Pero ser谩n pocos los que disfruten con la integralidad de un programa que tiene plomo en las alas.
La trampa de Goyescas
Goyescas es la 煤ltima 贸pera de Granados. Volv铆a de su estreno en Nueva York, en 1916, cuando su barco, el Sussex, fue torpedeado por un submarino alem谩n, falleciendo junto a su esposa a la que intentaba ayudar sin saber nadar 茅l mismo. Ir贸nicamente, uno de sus hijos y otro de sus nietos fueron campeones de nataci贸n.
Goyescas es una 贸pera muy rara. Primero fue una suite pian铆stica, una de las m谩s c茅lebres de su autor y una de las piezas m谩s extraordinarias de la historia del piano espa帽ol. Pero luego lleg贸 la posibilidad de convertirla en 贸pera. En realidad, convertir en 贸pera la fijaci贸n del leridano por las im谩genes de Goya: las majas, los chulapos dieciochescos, sus verbenas y sus juegos, el pelele, por ejemplo. Y sus desaf铆os y amor铆os. La suite pian铆stica fue orquestada y convertida en columna vertebral de lo que ser铆a la 贸pera y, como es l贸gico, es lo mejor con diferencia.
Pero una 贸pera es m谩s que eso y Granados se top贸 con un libreto de su colaborador Fernando Periquet asombrosamente flojo, por no decir directamente malo, d茅bil la historia y t贸pica la manera de contarla. Adem谩s, Granados se empecin贸 en algo que es magistral musicalmente pero letal teatralmente: el coro y no pocas veces los cuatro protagonistas cantan en conjunto textos diferentes hasta el punto de que la acci贸n se torna incomprensible. No estamos ante el astuto conjunto verdiano sino ante una m煤sica coral con textos diferentes pero simult谩neos. Convertir eso en teatro implica hacer filigranas, m谩xime teniendo en cuenta que las partes vocales no son especialmente f谩ciles. Pero si se salva esa dificultad, el resultado tampoco es relevante, aunque quiz谩 un coro bien adiestrado en el juego teatral pudiera brindar un ambiente de fiesta aceptable. Y luego, est谩 la historia misma: dos parejas con un juego de amor y celos que roza la tontuna.
Con historias as铆, la Commedia dell鈥檃rte italiana hac铆a maravillas, pero con iron铆a, agilidad y trazo fino. No es este el caso, Goyescas es una obra muy desigual que combina una m煤sica excepcional en la orquesta y, en general, en el coro (que es toda una sorpresa), pero que no puede levantar una historia hueca y termina llevando el todo hacia la irrelevancia.
Goyescas tuvo una acogida muy buena en su estreno y posteriores apariciones. Se deb铆a de valorar, sin duda, la extraordinaria reputaci贸n de Granados, aut茅ntico h茅roe del piano en ese inicio del siglo XX. Luego, su orquesta deslumbra, aunque algunos sigan prefiriendo el piano. Se a帽ade a ello que quiz谩 se disfrute m谩s esta 贸pera en un pa铆s extranjero, es decir, sin entender lo que se canta, ya que musicalmente funciona muy bien. Pero los a帽os son implacables y las historias de amor, celos y duelo final, casi previsto nada m谩s empezar aunque no se conozca la historia, son tremendas hoy d铆a.
Pero si Goyescas es una 贸pera delicada por su irregularidad, lo que la termina matando es situarla al lado de una 贸pera magistral de arriba abajo, como Gianni Schicchi, donde no falla ni una nota ni una palabra y donde la historia se adapta a cualquier 茅poca sin dejar de ganar modernidad. Y m谩xime si subrayamos que son pr谩cticamente contempor谩neas (Goyescas, 1916, Gianni Schicchi, 1918). Es esta una prueba demoledora que muestra lo que es ser operista y no serlo.
Y un 煤ltimo pecado: la versi贸n de concierto. Las 贸peras en versi贸n de concierto deber铆an estar totalmente fuera de cualquier c贸digo de buenas pr谩cticas de un teatro l铆rico. Se帽alan impotencia para cumplir con su misi贸n. Una 贸pera en versi贸n concierto vale como un ejercicio profesional limitado. Del mismo modo que una lectura de una 贸pera sin m煤sica no se entender铆a con taquilla abierta. Pero en Goyescas, adem谩s, ampl铆a el drama de una 贸pera problem谩tica, lo que es dudoso parece de pronto que es malo, aunque est茅 sonando musicalmente bien. En la 贸pera de Granados, la parte musical es magn铆fica y la teatral deficiente, pero sin teatro, el p煤blico no puede establecer criterios, lo que no funciona contamina al todo. Y esto, adem谩s, afecta al elenco que se encuentra injustamente confrontado con otro que se despliega en toda su potencia, Mar铆a Bayo (que hace el papel de Rosario en este ejercicio de lectura) no debe de estar contenta con el compromiso.
Intermedio l铆rico
Tras una Goyescas olvidable, el p煤blico tiene que cambiar el chip: llega el culto al divo querido, a ese Pl谩cido que el p煤blico 鈥渄e toda la vida鈥 tiene como suyo. La gente disfruta y aplaude a rabiar su sola presencia y su veteran铆a. Canta bien sus actuales papeles de bar铆tono l铆rico, pero si contara un chiste dar铆a igual, lo quieren. Es una opci贸n leg铆tima del p煤blico, pero los minutos pasan y Gianni Schicchi no llega antes de que el aficionado lleve dos horas y media all铆.
El p铆caro convertido en padrino
Gianni Schicchi no tiene especial buena suerte. Quiz谩 sufre la maldici贸n que Puccini intu铆a, la que relega las 贸peras cortas a un limbo extra帽o. De hecho, el 煤ltimo gigante de la 贸pera italiana no termin贸 de estar convencido con la idea de ofrecer tres 贸peras cortas en un mismo programa, lo que termin贸 siendo Il Trittico. Como es sabido, estas fueron, Il Tabarro, Suor Angelica y la citada Gianni Schicchi. Se trataba de tres estados de 谩nimo extremos. Il Tabarro era una 贸pera s贸rdida y l煤gubre que a帽ad铆a notas de serie negra al verismo declinante. Suor Angelica fue un trabajo excepcional, pero las monjitas son siempre terreno delicado. Gianni Schicchi, por 煤ltimo, se sumerg铆a en el humor brindando el 煤ltimo ejemplo de 贸pera c贸mica italiana de una larga tradici贸n. Se basaba en una brev铆sima menci贸n de El Infierno de La Divina Comedia, de Dante; uno de los personajes condenados lo era por haber suplantado en el testamento a un rico florentino llamado Buoso Donati. Se trataba, sin duda, de un personaje real de la Florencia de Dante. Convertir esa simple menci贸n en un libreto absolutamente magistral fue un milagro de un joven poeta y m煤sico: Giovacchino Forzano, quien present贸 al maestro las dos historias, Suor Angelica y Gianni Schicchi. Se dice que fue el 煤nico libretista que no tuvo ning煤n problema con Puccini en toda su carrera.
Forzano convirti贸 a Schicchi en un listo y 谩gil villano de los que poblaban la Florencia del siglo XIII y que alimentaron la gloria de la Ciudad Estado. Su estratagema para quedarse con la fortuna de los Donati se convert铆a a su vez, en un canto al talento y la vitalidad, una manera de romper el r铆gido esquema de las herencias que terminan angostando la energ铆a de una sociedad.
Pero, lo que hace de Gianni Schicchi una 贸pera absolutamente genial es la perfecta condimentaci贸n de los ingredientes. El motor es una joven pareja que se ama y que enreda para alcanzar la consumaci贸n de su amor. Ella es hija de Schicchi, 茅l es sobrino de una de las Donati. Al principio se sabe que la herencia de Buoso ha ido a parar a un convento, pero pronto descubren que el testamento est谩 a煤n en la misma casa en la que yace, caliente, el cad谩ver del patriarca. Hay que hacer algo, pero los parientes son necios, y es ah铆 donde interviene Schicchi, que se hace pasar por el difunto y cambia el testamento. Al final, los principales beneficiarios son la joven pareja que canta su amor en una incomparable terraza florentina y que, en su momento, ser谩n la continuidad de las dos fuerzas: los ricos Donati, y los ascendentes villanos representados por Schicchi.
La perfecci贸n de esta 贸pera viene, sin duda, de un ritmo fren茅tico de acontecimientos y de una m煤sica que conduce la acci贸n modulando los estados de 谩nimo, los deseos, las estrategias y el contrapunto l铆rico cuando es preciso. Pero hay m谩s, toda la 贸pera es casi un resumen de su historia misma como g茅nero, su principal aria 鈥Oh, mio babbino caro鈥, una de las m谩s famosas del repertorio para soprano, es un aria de s煤plica de confecci贸n genial pero a煤n m谩s genialmente ensartada en la conducci贸n dram谩tica de la historia. Otro tanto se podr铆a decir del aria de su enamorado, Rinuccio, 鈥Firenze 猫 come un albero fiorito鈥, aria heroica en miniatura. Todo es breve, ajustado y justificado. Por ejemplo, el aria de Lauretta, Oh, mio babbino caro es un modelo de acci贸n teatral. Su padre se acaba de negar a ayudar a la familia Donati por su avaricia y groser铆a, pero Lauretta ve as铆 frustrada su boda con Rinuccio, tiene que convencerle y r谩pido; es decir, Lauretta tiene un motivo poderoso para pedir, tiene urgencia y tiene estrategias, es el esquema b谩sico del actor en el modelo de Stanislavski. Todo esto se sustancia en un aria de una belleza tan sublime que la ha convertido en un paradigma del aria de soprano, pero la belleza del aria es una necesidad dram谩tica del momento. Es este un ejemplo de c贸mo lo oper铆stico es, en esta obra, imprescindible de su dramaturgia.
Todo esto es, adem谩s, irresistiblemente divertido y musicalmente impregnante y, por si alguien quiere m谩s a煤n, resuelto con una econom铆a de medios asombrosa, unos pocos temas que se estiran y encojen, que cantan, narran, punt煤an, acent煤an y se elevan鈥, un fest铆n de recursos t茅cnicos y teatrales que asombra y se convierte en experiencia inolvidable.
En cierta ocasi贸n, tuve que escribir comentarios a Suor Angelica y Gianni Schicchi para una producci贸n, dec铆a all铆 una cosa que me permito citar: Suor Angelica es la obra de un maestro, Gianni Schicchi es la obra de un genio. Un maestro es aquel que conoce y controla sus recursos y que dispone de ellos para realizar un trabajo del que sabe cuales ser谩n los resultados. Un genio es aquel que se ve sobrepasado por sus recursos, que virtualmente lo atraviesan y producen un resultado absolutamente inesperado; algo que no es predecible a la vista de los recursos empleados por m谩s h谩bil que sea su manipulaci贸n. Y, en efecto, sigo pens谩ndolo, Gianni Schicchi es incomparablemente m谩s que la suma de sus ingredientes, es como una explosi贸n de energ铆a en donde todo se sit煤a de manera paradigm谩tica creando una referencia de lo que es 贸pera que se convierte en su propia salvaci贸n.
Siempre quise ver Gianni Schicchi como un alegato asombroso en favor de la propia 贸pera. Un maestro como Puccini, en lo que iba a ser su 煤ltima 贸pera terminada por su propia mano (despu茅s llegar铆a Turandot, inacabada), deb铆a de intuir que la 茅poca era cr铆tica. El 1918 el cine era ya un medio formidable y algo negro se cern铆a sobre el futuro de su querido g茅nero. Schicchi, al final de la 贸pera, se dirige al p煤blico y hablando, es decir, renunciando al principal recurso de la 贸pera que es el canto, le dice 鈥減or esta bizarr铆a me han mandado al infierno (驴a 茅l o a la 贸pera misma?), pero si esta noche os hab茅is divertido, concededme el atenuante鈥︹
驴Y Woody Allen?
驴Qu茅 pod铆a hacer Woody Allen con esto? La verdad es que pocas 贸peras reflejan mejor la comedia que esta. Y el gran director neoyorquino sale bien parado. Traslada la acci贸n a una Italia de postguerra, con aires mafiosos m谩s que evidentes y una italianidad sobrerrepresentada. No importa, Gianni Schicchi lo soporta todo. La acci贸n misma est谩 muy bien llevada, los ritmos y los movimientos de la disparatada familia funcionan muy bien, y aunque sobran un par de chistes gruesos (la Lauretta sacando una navaja de la liga, por ejemplo) la acci贸n fluye con toda libertad. Hay una peque帽a sorpresa final, que no voy a desvelar, que apenas molesta aunque te deje perplejo. Pero, en general, Allen capta la chispa del modelo familiar italiano que sin duda conoce de Brooklyn y evoca m谩s de una idea del cine mismo, lo que es una perfecta manera de cerrar el bucle que hace casi cien a帽os abri贸 esta formidable 贸pera.
Una 煤ltima consideraci贸n. Esta es la primera vez que el nuevo Teatro Real lleva Gianni Schicchi a su escenario. Se ha hecho largo para los schicchi贸filos. Yo soy uno de ellos y, por si alguien no ha ca铆do, les recuerdo que el t铆tulo de este blog, Siamo forti, es una de las frases caracter铆sticas del genial embaucador florentino. Por algo ser谩.
Ficha art铆stica: http://www.teatro-real.com/es/espectaculos/1862
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