Carta de Agustín Charles, Director del Conservatorio Superior de Música de Aragón, al Ministro Wert
La Carta al Ministro de Educación, Cultura y Deporte del compositor Agustín Charles y director del CSMA se suma a la inquietud en Andalucía ante la convocatoria de 175 plazas de Cátedra en los conservatorios superiores que provocó la firma de un manifiesto por parte de prestigiosos profesionales de la música andaluces.
Al Excmo. Ministro de Educación, Don José Ignacio Wert Ortega.
Estimado Sr. Ministro,
Le ruego perdone de antemano mi atrevimiento al dirigirme a usted directamente desde mi puesto de Director del Conservatorio Superior de Música de Aragón, pero las últimas noticias y hechos relacionados con los Centros Superiores de Enseñanzas Artísticas de Música españoles, hacen que sienta la necesidad de escribirle para manifestarle que, en mi humilde opinión, es momento de cambiar el rumbo de muchas de las formas de actuación y de renovación de un modelo que proviene de principios del siglo XX y que a día de hoy es ya caduco.
Si bien es cierto que usted tendrá muchos temas en los que ocuparse, no es menos cierto que las decisiones que se puedan tomar en este momento con respecto a estas enseñanzas pueden determinar su futuro a medio y largo plazo. Considero que éste es un momento realmente óptimo para tomar decisiones al respecto, porque el modelo de integración educativo europeo de Bolonia ha puesto a estas enseñanzas en un punto de partida que permite modificar todos los aspectos que se han gestionado de modo deficitario hasta la fecha.
Uno de los más importantes, y sobre el que usted ya habrá oído hablar, es el de la ubicación de las Enseñanzas Superiores de Música, que se hallan dentro de la LOE (LOMCE), y no en la LOU, o en lo que sería lo más adecuado, en una ley específica de enseñanzas artísticas superiores, tal y como ya existe en varios países de nuestro entorno, e incluso en algunos de América del Sur. A mi entender, el hecho de que esto no sea así en España tiene consecuencias nefastas para estas enseñanzas: mientras que un docente universitario que forma a alumnos titulados del Grado 2 (licenciatura) ejerce un máximo de 300 horas anuales, un profesor de la mayor parte de centros de enseñanzas artísticas lo hace un mínimo de 800 horas anuales. Consecuencia de ello es la huida del sistema de profesionales de alto nivel cualitativo en la mayoría de las especialidades, algo a lo que se suma una ley de incompatibilidades totalmente desfasada en lo que concierne al desarrollo de la actividad artística. La primera consecuencia de ello es que los más preparados quedan sistemáticamente fuera del sistema, puesto que es una dedicación docente a todas luces exagerada y fuera de lugar para cualquier enseñanza superior o universitaria.
Otra cuestión es el actual sistema de contratación del profesorado de estos centros, donde sólo pueden ejercer catedráticos. De hecho, es esta la razón por la que algunas comunidades están intentando acogerse a un capítulo de promoción docente del profesorado de la antigua LOGSE no derogado, que permite acceder a estas cátedras tras 8 años de ejercicio en un conservatorio profesional. Lo permite además, únicamente presentando sus méritos. De facto, esto es lo mismo que decir que para acceder a la universidad basta con ejercer durante 8 años en un instituto. Sin menospreciar a los profesionales que ejercen en los Conservatorios Profesionales de Música de todo el país, este no es, desde luego, el mejor modo de mejorar estas enseñanzas, porque lo que hace es acercarla a un nivel no superior, puesto que son estos docentes quienes la imparten.
Finalmente habría que preguntarse ¿porqué se obstina nuestro país en crear cátedras en centros superiores de enseñanzas artísticas si en el resto de Europa no existe esta figura?, ¿acaso se va a mejorar así dicha enseñanza? La realidad es que no. Hay catedráticos que son magníficos profesionales, de eso no hay duda, pero también ocurre lo contrario, si bien no se pueden diferenciar fácilmente entre unos y otros, especialmente por parte de la propia administración. Hay una absoluta falta de autocrítica en este cuerpo, y esto al final hace que los buenos alumnos deserten de las aulas en cuanto se encuentran a profesionales poco cualificados que ejercen en su especialidad. A ello se añade la perpetuidad de un puesto que tendría que estar en continua revisión cualitativa de su ejercicio docente y artístico.
La muestra más plausible de esta falta de renovación son los temarios de oposiciones a cátedras que ahora se quieren aprobar, a todas luces anticuados y fuera de lo que es en la actualidad la actividad docente en el ámbito de las enseñanzas superiores de música. No parece lógico que después de 25 años sin oposiciones se quiera aprobar ahora un temario más propio de una enseñanza secundaria que de una enseñanza superior, y por lo demás similar al de hace 25 años. Los planes docentes han sufrido muchos cambios en este último cuarto de siglo, razón por lo que resulta totalmente incompresible esta falta de evolución.
Cuesta entender por qué no se realiza un panel internacional de profesionales de los principales centros europeos para reeditar un modelo que en este momento necesita cambios profundos, especialmente cuando es el mejor momento para realizarlos. Del mismo modo no se concibe que se quieran perpetuar los viejos modelos, claramente caducos y alejados de la realidad europea actual. Esto es algo que muchos de los directores de centros internacionales de prestigio con los que yo me relaciono no llegan a comprender, puesto que para ellos es el modo normal de actuar: no es posible cambiar algo de esta envergadura desde dentro, siendo al mismo tiempo partícipe del propio sistema. ¿De qué nos sirve estar en el modelo de integración educativa europea si no utilizamos sus instrumentos?.
Creo sinceramente que se puede aportar mucho si se toman decisiones serias al respecto. No modificar o perpetuar lo ya conocido nos irá alejando paso a paso de la integración europea que anhelamos. Tenemos un capital humano de primer orden, pero hacen falta cambios que permitan reconducir el modelo de estas enseñanzas. Es ya la hora de hacer renovaciones profundas después de prácticamente un siglo de cambios mínimos que apenas han modificado lo esencial del ejercicio de la docencia en los centros superiores de enseñanzas artísticas.
Sólo espero que esta carta le haga al menos reflexionar sobre las cuestiones que le he expuesto. Es muy posible que buena parte de lo mencionado ni siquiera se lo hayan contado, y hay muchas más cuestiones, por supuesto, pero le he querido citar únicamente las más llamativas. Sepa usted, en todo caso, que me tendrá a su entera disposición a la hora de emprender un camino de renovación para las enseñanzas artísticas superiores de España.
Un saludo cordial,
Fdo.: Agustín Charles Soler
Director del Conservatorio Superior de Música de Aragón.
- Máster en Industria Musical y Estudios Sonoros de la UC3M en universidad
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Espero que el próximo gobierno que entre en noviembre derogue toda la normativa aprobada por los actuales gobernantes, quienes hacen todo lo posible para hundir cualquier profesión …. excepto la de corrupto.
[…] → Consulta en este enlace el documento completo. […]
Carta de un profesor al Catedrático Dr. Charles:
No voy a entrar en rebatir los diverosos errores que tiene en esta carta a la hora de nombrar cuestiones legales (basta con ir a las fuentes concretasl). Si me gustaría reconocer que en los conservatorios superiores de España existe un problema que tienen una relación directa con los profesionales que allí trabajan, concretamente el profesorado.
Cualquier persona que esté un tiempo en el ambiente musical de este país podrá observar que la valoración que se tienen de los músicos (clásicos) fluctúa en una escala que va desde solistas y músicos de orquesta (los más valorados) a los músicos profesores de conservatorio (los menos valorados).
Esto se debe, en mi opinión, no tanto a la existencia de diferentes cuerpos de funcionarios, ni al sistema de selección del personal, sino de cómo se gestiona el colectivo en los Centros. De todos es sabido que una vez un profesor ocupa su plaza definitiva puede que ahí acabe su carrera. Es posible que incluso venda su instrumento y se dedique a cumplir con su horario de trabajo sin ningún tipo de exigencia más que procurar que no existan excesivas quejas a su trabajo. Los controles de calidad de los Centros (de haberlos) son a todas luces insuficientes para evitar este fraude.
La solución que usted propone según entiendo de sus palabras es:
Rompamos con todo el sistema público (solo para los superiores, como si en los profesionales no existiera el mismo problema).
Creemos un sistema similar a conservatorios europeos (no especifica si se refiere a públicos o privados y, puesto que existen notables diferencias entre países y conservatorios de un país, debería concretar a que modelo se refiere).
Olvidémonos del personal que hasta ahora estuvo dando clases en los Centros ya que pertenecen a un modelo «caduco y alejado de la realidad europea».
Las implicaciones de lo que usted propone son:
Modificar la Ley de Educación (con todos sus trámites parlamentarios y jurídicos).
Dejar de contar con un personal que tiene unos derechos adquiridos y que, en muchos casos ha trabajado duro para estar ahí, castigándolos con el olvido de la posibilidad de tener una promoción interna que premie su esfuerzo. Le recuerdo que antes de la instauración de la LOGSE eran los profesores de música y artes escénicas los encargados de las enseñanzas superiores y que, la LOGSE y posterior normativa viene a establecer que solo una parte de ellos puedan optar a impartir dichas enseñanzas a través de un concurso de méritos que valore su capacidad para desarrollar su actividad en los Centros Superiores.
Consecuencia de lo anterior privaticemos o semi-privaticemos los conservatorios sin tener en cuenta el aumento de gasto que ello provoca tanto en las arcas públicas (compárese el presupuesto de un Centro como Musikene o ESMUC con el de un Centro netamente público) como en el aumento de las tasas por matricula al alumnado.
Si en lo de comparar las plantillas de Centros Europeos con los Españoles se refiere a que una parte del profesorado de algunos Centros Europeos combinan la actividad docente con la actividad en una Orquesta Sinfónica u otro puesto en agrupación equivalente le diré que es un modelo realmente injusto, ya que permite que una persona disponga de dos o más trabajos mientras dejan a una serie de personas válidas en la cola del paro (en nuestro país está situación es especialmente dramática). Está situación es, ni más ni menos, la que lamentablemente practican algunos de los Conservatorios Españoles (privados, semi-públicos y públicos como el que usted dirige). Por no hablar de los problemas pedagógicos que todo esto conlleva: puede que el fulano de la orquesta x atraiga a un montón de buenos alumnos a estos centros pero después se encuentran con que su capacidad para impartir clase de una manera regular e individualizada deja mucho que desear. Tampoco es de recibo que los problemas legales se salven con triquiñuelas para saltar la Ley de incompatibilidad que como demuestra no le gusta nada.
Si me permite usted y los lectores le diría al Ministro Wert que hay una manera más fácil y menos dramática de solucionar esto:
Es justo crear un Cuerpo Específico de Funcionarios para los Conservatorios Superiores. Llámenle Catedráticos o como les venga en gana. El nombre es lo de menos. Es importante permitir que, al menos en un principio exista una promoción interna por parte del profesorado que «ha hecho sus deberes y ya está en el sistema». No seamos injustos con aquellos que vienen desarrollando una buena labor. Concrete un baremo para el concurso de méritos que muestre la realidad ( la antigüedad por si no es un mérito, solo la antigüedad del que ha trabajado bien lo es y esto se puede medir con una evaluación del profesorado).
Establezcan un Reglamento de funcionamiento del profesorado como norma básica a nivel estatal que obligue al profesorado a desarrollar actividades con su instrumento (recitales, investigaciones, etc.) reconocidas en su horario y coordinadas por los Centros de manera que no supongan, al menos directamente, ocupar otros puestos de trabajos. En definitiva, actualice la normativa necesaria para que el personal no acabe escaqueándose de sus funciones, entendiendo que un profesor de música es un músico que debe estar al día en su materia tanto en los aspectos pedagógicos como en los interpretativos y de investigación. Por supuesto, siempre será mejor para todos ésto que no contratar a personal que ya tienen un trabajo en otro sitio. Por otro lado está completamente demostrado que apoyarse en los Centros de formación del profesorado ha sido inútil.
Extienda todo esto a los conservatorios profesionales y obtendremos un sistema aun mejor.
Como pueden comprobar es más fácil realizar normas de reglamento que leyes y el resultado puede ser aun mejor.
Por otro lado, me resulta chocante que se publiquen unos temarios cuando la Ley, en este caso la LOE (que está por encima de cualquier orden), no permite otro acceso a Cátedras que el concurso de méritos (léala el lector y entenderá de lo que hablo).
También me parece chocante que un Catedrático bien colocado en su puesto como el Dr, Charles se aferre a que nadie más sea catedrático. Si no le gustan los catedráticos, no es mejor que deje su puesto y monte un conservatorio privado.
Me hace gracia también las peticiones de change.org de directores que quieren Centros en los que sea el director el que nombre a los profesores que trabajen en él, cuestionando el sistema de selección del profesorado pero no cuestionando su puesto de director. Quizás habría que valorar que los directores de los Centros junto con algunos cargos políticos y administrativos no han hecho bien su trabajo y por eso estamos en esta situación. No será mejor empezar por cambiarlos a ellos.
Gracias por su atención.
Un Profesor de un Denostado Conservatorio Superior Español.
Llevo muchos años de profesor en conservatorios tanto profesionales como superiores. Estoy bastante de acuerdo con lo que dice 3 ; respeto y admiro también mucho a Agustín Charles como gran profesional y también por su trayectoria en el mundo de la música.
Sólo algunas reflexiones.
En los años previos a la LOGSE, más o menos los 80, había TRES cuerpos de profesores en España : Catedráticos, Profesores Especiales y Profesores Auxiliares. Los Profesores Especiales fueron reconvertidos automáticamente a Catedráticos sin ningún concurso de méritos, ni oposición alguna hacia mitad de los 90. Hay que recordar además que las diferencias en los requisitos exigidos para las oposiciones a Profesores Especiales y Profesores Auxiliares eran bastante más pequeñas de lo que se ha pretendido hacer ver durante años (entre otras para justificar la separación de niveles) como si un Catedrático de un Conservatorio superior se le hubieran exigido unos conocimientos enormes. Por aquellos años, fechas en las que hicieron las oposiciones la mayoría de los Catedráticos actuales, las diferencias entre las oposiciones (por ejemplo a un instrumento) de Profesor Especial y Auxiliar, era poco más que realizar 2 temas más y 2 obras de repertorio más a interpretar y poco más. Entonces, ¿en que se basan esas diferencias tan enormes de sabiduría, calidad y excelencia universitaria entre profesores de conservatorios profesionales y superiores ?
A lo que voy es que, el sistema actual está bastante alejado de la realidad y desde la entrada en vigor de la desafortunada LOGSE, el colectivo de Profesores de Conservatorios Profesionales ha sido especialmente y sistemáticamente humillado queriendo crear una especie de centros superiores en los que la sabiduría musical parece infinita, no se sabe bien en base a qué. Si queremos hacer comparaciones de los Conservatorios con la Universidad, se olvida que del cuerpo de Profesores al que se opositaba (antes de la LOGSE en los 80-90), el Profesor (auxiliar) impartía el Grado Profesional, que estaba equiparado a la Diplomatura Universitaría, (y además habilitado para impartir Grado Superior). Por lo tanto, se puede decir que los estudios Profesionales de los Conservatorios eran también estudios superiores, para los cuales los Profesores (auxiliares entonces) estaban capacitados impartir. (La carrera de magisterio, por ejemplo fue elevada a Grado, al contrario de lo que se ha hecho con el Grado Profesional de los Conservatorios)
Esto es suficiente para ver la degradación a la que se ha llegado con el sistema actual de Conservatorios Profesionales, en los que se estudia durante 10 años y se llega a conseguir, si se le puede llamar así, una titulación ridícula sin ningún reconocimiento, mientras en un Conservatorio Superior con 4 años se obtiene un Grado, osea 2 titulaciones superiores (MECES 1 y 2). Increíble.
Pero además, el problema es que el profesorado que ha accedido en los últimos años no ve esta situación, mientras que el que lleva muchos años lo siente como una humillación. La administración no soluciona nada.
Finalmente, respecto la comparación de Agustín Charles y el Profesorado de Secundaria:
“…esto es lo mismo que decir que para acceder a la universidad basta con ejercer durante 8 años en un instituto. Sin menospreciar a los profesionales que ejercen en los Conservatorios Profesionales de Música de todo el país, este no es, desde luego, el mejor modo de mejorar estas enseñanzas, porque lo que hace es acercarla a un nivel no superior, puesto que son estos docentes quienes la imparten.”
Bueno…, su propio centro está lleno de Profesores de Conservatorios Profesionales de la región, que entraron por comisión de servicios (que se eternizan durante años), muchos con oposiciones recién aprobadas y sin ninguna experiencia docente. No sé si este es el modelo de “excelencia”que tanto se cacarea por todos los lados y con grandes docentes repletos de conocimientos superiores. La administración calla y consiente.
Personalmente, creo en la valía de profesionales concretos pero me resulta muy difícil creer en estructuras, por lo que soy bastante escéptico en que esto tenga una solución mínimamente justa. Saludos.
Apreciado Dr. Charles,
usted equipara su cátedra con una cátedra de universidad y se confunde. Su cátedra (¿»caduca y desfasada»?) es equivalente a una cátedra de profesor de instituto (sin desmerecer a los profesores de instituto por supuesto). El día que las enseñanzas artísticas superiores se integren en la universidad ya tendrá usted tiempo (o no) de acumular méritos artísticos y docentes para promocionar al cuerpo de catedráticos de universidad por la vía del acceso o bien la del ingreso libre.
Saludos y suerte con Wert…