Doce Notas

Carta de Agustín Charles, Director del Conservatorio Superior de Música de Aragón, al Ministro Wert

Al Excmo. Ministro de Educación, Don José Ignacio Wert Ortega.

Estimado Sr. Ministro,

Le ruego perdone de antemano mi atrevimiento al dirigirme a usted directamente desde mi puesto de Director del Conservatorio Superior de Música de Aragón, pero las últimas noticias y hechos relacionados con los Centros Superiores de Enseñanzas Artísticas de Música españoles, hacen que sienta la necesidad de escribirle para manifestarle que, en mi humilde opinión, es momento de cambiar el rumbo de muchas de las formas de actuación y de renovación de un modelo que proviene de principios del siglo XX y que a día de hoy es ya caduco.

Si bien es cierto que usted tendrá muchos temas en los que ocuparse, no es menos cierto que las decisiones que se puedan tomar en este momento con respecto a estas enseñanzas pueden determinar su futuro a medio y largo plazo. Considero que éste es un momento realmente óptimo para tomar decisiones al respecto, porque el modelo de integración educativo europeo de Bolonia ha puesto a estas enseñanzas en un punto de partida que permite modificar todos los aspectos que se han gestionado de modo deficitario hasta la fecha.

Uno de los más importantes, y sobre el que usted ya habrá oído hablar, es el de la ubicación de las Enseñanzas Superiores de Música, que se hallan dentro de la LOE (LOMCE), y no en la LOU, o en lo que sería lo más adecuado, en una ley específica de enseñanzas artísticas superiores, tal y como ya existe en varios países de nuestro entorno, e incluso en algunos de América del Sur. A mi entender, el hecho de que esto no sea así en España tiene consecuencias nefastas para estas enseñanzas: mientras que un docente universitario que forma a alumnos titulados del Grado 2 (licenciatura) ejerce un máximo de 300 horas anuales, un profesor de la mayor parte de centros de enseñanzas artísticas lo hace un mínimo de 800 horas anuales. Consecuencia de ello es la huida del sistema de profesionales de alto nivel cualitativo en la mayoría de las especialidades, algo a lo que se suma una ley de incompatibilidades totalmente desfasada en lo que concierne al desarrollo de la actividad artística. La primera consecuencia de ello es que los más preparados quedan sistemáticamente fuera del sistema, puesto que es una dedicación docente a todas luces exagerada y fuera de lugar para cualquier enseñanza superior o universitaria.

Otra cuestión es el actual sistema de contratación del profesorado de estos centros, donde sólo pueden ejercer catedráticos. De hecho, es esta la razón por la que algunas comunidades están intentando acogerse a un capítulo de promoción docente del profesorado de la antigua LOGSE no derogado, que permite acceder a estas cátedras tras 8 años de ejercicio en un conservatorio profesional. Lo permite además, únicamente presentando sus méritos. De facto, esto es lo mismo que decir que para acceder a la universidad basta con ejercer durante 8 años en un instituto. Sin menospreciar a los profesionales que ejercen en los Conservatorios Profesionales de Música de todo el país, este no es, desde luego, el mejor modo de mejorar estas enseñanzas, porque lo que hace es acercarla a un nivel no superior, puesto que son estos docentes quienes la imparten.

Finalmente habría que preguntarse ¿porqué se obstina nuestro país en crear cátedras en centros superiores de enseñanzas artísticas si en el resto de Europa no existe esta figura?, ¿acaso se va a mejorar así dicha enseñanza? La realidad es que no. Hay catedráticos que son magníficos profesionales, de eso no hay duda, pero también ocurre lo contrario, si bien no se pueden diferenciar fácilmente entre unos y otros, especialmente por parte de la propia administración. Hay una absoluta falta de autocrítica en este cuerpo, y esto al final hace que los buenos alumnos deserten de las aulas en cuanto se encuentran a profesionales poco cualificados que ejercen en su especialidad. A ello se añade la perpetuidad de un puesto que tendría que estar en continua revisión cualitativa de su ejercicio docente y artístico.

La muestra más plausible de esta falta de renovación son los temarios de oposiciones a cátedras que ahora se quieren aprobar, a todas luces anticuados y fuera de lo que es en la actualidad la actividad docente en el ámbito de las enseñanzas superiores de música. No parece lógico que después de 25 años sin oposiciones se quiera aprobar ahora un temario más propio de una enseñanza secundaria que de una enseñanza superior, y por lo demás similar al de hace 25 años. Los planes docentes han sufrido muchos cambios en este último cuarto de siglo, razón por lo que resulta totalmente incompresible esta falta de evolución.

Cuesta entender por qué no se realiza un panel internacional de profesionales de los principales centros europeos para reeditar un modelo que en este momento necesita cambios profundos, especialmente cuando es el mejor momento para realizarlos. Del mismo modo no se concibe que se quieran perpetuar los viejos modelos, claramente caducos y alejados de la realidad europea actual. Esto es algo que muchos de los directores de centros internacionales de prestigio con los que yo me relaciono no llegan a comprender, puesto que para ellos es el modo normal de actuar: no es posible cambiar algo de esta envergadura desde dentro, siendo al mismo tiempo partícipe del propio sistema. ¿De qué nos sirve estar en el modelo de integración educativa europea si no utilizamos sus instrumentos?.

Creo sinceramente que se puede aportar mucho si se toman decisiones serias al respecto. No modificar o perpetuar lo ya conocido nos irá alejando paso a paso de la integración europea que anhelamos. Tenemos un capital humano de primer orden, pero hacen falta cambios que permitan reconducir el modelo de estas enseñanzas. Es ya la hora de hacer renovaciones profundas después de prácticamente un siglo de cambios mínimos que apenas han modificado lo esencial del ejercicio de la docencia en los centros superiores de enseñanzas artísticas.

Sólo espero que esta carta le haga al menos reflexionar sobre las cuestiones que le he expuesto. Es muy posible que buena parte de lo mencionado ni siquiera se lo hayan contado, y hay muchas más cuestiones, por supuesto, pero le he querido citar únicamente las más llamativas. Sepa usted, en todo caso, que me tendrá a su entera disposición a la hora de emprender un camino de renovación para las enseñanzas artísticas superiores de España.

Un saludo cordial,

Fdo.: Agustín Charles Soler

Director del Conservatorio Superior de Música de Aragón.

 

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