El Liceu dice adiós al maestro Basso
Si alguna figura del quebradizo equipo artÃstico del Gran Teatre del Liceu ha logrado merecer, esta última década, el aplauso unánime de los liceÃstas, éste ha sido el maestro José Luis Basso.

Suor Angelica © A. Bofill
Bajo su batuta, el coro de la casa se ha convertido en un valor artÃstico sólido e inapelable, aún a pesar de los tijerazos sufridos los últimos tiempos y muy por encima de la irregular orquestra titular.
La suya ha sido una labor fundamental, rigurosa y escrupulosa, a la sombra y al servicio de los grandes festines escénicos y el desfile de solistas mediáticos. Por todo ello, los aficionados que, el pasado dÃa 4 de julio, le despidieron con una prolongada ovación tenÃan motivos sobrados para la gratitud y el sentimiento de pérdida de una de las piedras angulares del mejor Liceu de los últimos años.
Aunque con poca ocasión para el lucimiento, su buen trabajo se pudo apreciar nuevamente en los escasos pasajes corales del programa doble que puso punto y final a la temporada oficial –alargada, a última hora, con la programación de 10 funciones del popular tÃtulo de Georg Gershwin. El estreno liceÃsta de Il prigionero de Luigi Dallapiccola completó la reposición de Sour Angelica de Puccini. Y, si bien esta última no figura entre las obras más celebradas del compositor de Lucca, la primera tampoco figurará en los anales de los festejos del coliseo de Les Rambles.
A pesar de la entregada y lograda interpretación del equipo de solistas –liderados por la intensa madre de Jeanne-Michèle Charbonnet y el soberbio prisionero de Ievgueni Nikitin–, la intrincada factura simbólica y serialista de la partitura del italiano Dallapiccola no dio ninguna tregua a la expresión lÃrica. Sin querer negar muchos de los méritos conceptuales y simbólicos de sus pentagramas, tan bien esgrimidos por los responsables del libreto de mano, la audición de la vocalidad resultante se hace tan solo llevadera gracias a su escasa hora de duración. Otro ejemplo de obra más interesante para ser leÃda y estudiada que para ser escuchada, sin lugar a dudas.
A su lado, las emotivas y seductoras melodÃas puccinianas sonaron como agua bendita, incluso los más ásperos pasajes reservados a la tÃa de Angelica, interpretada por la veterana Dolora Zajick. En el rol protagonista, Cristina Pasaroiu firmó una loable interpretación que fue in crescendo, asà como el resto de personajes femeninos que la secundaron maravillosamente.
La dirección escénica de LluÃs Pasqual se valió de una misma jaula gigantesca giratoria para construir los espacios privados de libertad que padecen los protagonistas de ambas obras. A su vez, el veterano Edmon Colomer logró un notable equilibrio entre el foso y la escena, obteniendo un más que aceptable rendimiento de la orquestra de la casa. Al final, ovación para el Sr. Basso y discretos aplausos para el resto.
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