La enseñanza pública superior de música: ¿al borde del colapso?
En los últimos meses no paramos de leer artículos, cartas, epistolarios, etc., de personas vinculadas con los conservatorios superiores de música de España —profesores, alumnos, directivas…— donde se esparcen críticas, confabulaciones, acusaciones y todo tipo de comentarios altisonantes que están consiguiendo poner en el ojo del huracán la enseñanza superior de música en los conservatorios públicos españoles.
No hay duda de que en los últimos lustros el desarrollo económico de España y la cada vez mayor integración en Europa han hecho que la calidad de las enseñanzas musicales y a la vez el nivel de los estudiantes que las cursan mejoren sustancialmente, porque el cotejo con nuestro entorno europeo nos hace ver cosas nuevas y cambiar objetivos. Es una realidad inexorable el hecho de que algo ha cambiado a lo largo de este tiempo, y ello ha abierto nuevos horizontes para la profesión con retos de mayor alcance que en no pocos casos se hallan fuera de nuestras fronteras.
Pero, como en toda historia positiva, aparecen sombras. En primer lugar la reciente crisis, que ha paralizado todos los avances logrados, interrumpiendo parte de estos sueños; y, en segundo lugar, el hecho de que el modelo de enseñanza musical ha acabado tocando techo dentro del marco jurídico donde se encuentra, puesto que las estructuras principales y los modelos de evolución se han desarrollado únicamente en lo legislativo y apenas en lo que concierne a las estructuras y composición de estos centros. Nada en absoluto se ha movido en la que debería ser la primera prioridad legislativa en España: una ley de la música que reconozca lo que ésta significa, qué es y qué queremos que sea en el futuro, algo que además debería recoger las particularidades que se derivan del desarrollo de dicho oficio.
Somos un país por naturaleza negativo: siempre opinamos sobre todo lo malo que nos ocurre y muy poco de lo bueno, y además lo hacemos de forma desmedida, porque debemos aceptar que nos molesta toda crítica que se haga por cualquier vía más o menos normal e incluso la tomamos como un insulto. Básicamente carecemos de un espíritu de autocrítica, lo que se suma a una falta de crítica constructiva a la altura de muchos de los países del área europea. Esto no quiere decir que haya en nuestros centros personas que sí la hagan y la soporten pero, francamente, son una minoría. Nos cuesta aceptar las opiniones contrarias y nos cerramos sobre nosotros mismos: no escuchamos ni queremos escuchar.
Demasiado a menudo solemos decir que en Alemania, Inglaterra…: “allí sí que se hacen bien las cosas, y además no se requiere del esfuerzo que los docentes tienen aquí…, allí las cosas funcionan estupendamente”. Pero olvidamos que, cuando éramos estudiantes en estos países, había alguien que organizaba lo necesario para que todo pareciera y/o fuera tan ordenado y normal. El problema es que cuando realizamos este comentario lo hacemos a partir de la perspectiva de aquél estudiante que, como parece lógico, tenía todo aquello que necesitaba. Eso debería ser algo corriente en cualquier centro, no una excepción. Con ello se olvida que en estos centros había y hay equipos de personas que trabajan muy duro para hacerlo posible, con una gran implicación en sus tareas. No evitan el conflicto, sino que lo resuelven. A muchos docentes de nuestro país les convendría ejercer una temporada en estos centros y ver cómo se trabaja antes de dar opiniones a la ligera. No basta con criticar lo que no tenemos: primero debemos buscar el mejor modo de corregir nuestro entorno y sólo después poner en duda lo que no marcha bien.
La problemática de nuestros centros
Pero ahondemos algo más en el que considero el problema principal de nuestros centros. Lo primero y más fundamental es la capacidad de creación de equipos docentes, algo necesario para hacer posible un proyecto equilibrado y de calidad que ilusione a profesores y alumnos. La cuestión es: ¿es esto posible en los conservatorios superiores de música públicos de nuestro país?, es decir, ¿es posible realizar el trabajo de equipo con las personas idóneas y desarrollado a partir de un proyecto educativo concreto que determine la dirección de cualquiera de estos centros, contando con las personas que estos equipos consideren necesarias para obtener resultados? La respuesta es rotundamente NO. Pero para conseguirlo sólo haría falta un control de calidad bien planificado para comprobar que un equipo docente funciona de manera correcta.
Como es evidente, todo debe empezar por un profesorado de excelencia, ya que sin ello todo objetivo de alta calidad será una quimera. Pero voy a intentar ilustrar de un modo claro y sencillo cómo se desarrolla en la actualidad un conservatorio superior público corriente. En estos centros hay cuatro tipos de profesores: los catedráticos con plaza (funcionarios de carrera), los profesores en comisión de servicios (profesores funcionarios de carrera con plaza en un conservatorio profesional que ejercen en un centro superior), los profesores interinos (que han accedido por prueba o méritos) y los profesores especialistas, figura poco clara jurídicamente y entendida de distinta forma según la Administración educativa de cada comunidad autónoma, por lo que la contratación de estos profesores está en entredicho y su puesto también.
Del primer tipo, los catedráticos, no ha habido incorporaciones nuevas ¡desde 1990! y a estos puestos se accedía de forma directa, con una prueba única. Quien los conseguía nunca más tenía que preocuparse (no existe ni ha existido un sistema de control de calidad en los centros superiores). Las comisiones de servicio son las más empleadas junto al profesorado interino, por lo que muchos conservatorios superiores españoles se parecen más a centros profesionales que expiden títulos superiores que a conservatorios superiores reales si atendemos al tipo de profesorado (no a su nivel de excelencia). No se debe olvidar que la enseñanza superior musical sigue todavía vinculada a la enseñanza secundaria general, y es por esta razón por la que ambas pueden compartir listas de los cuerpos docentes, algo imposible en el ámbito universitario con respecto a las enseñanzas medias.
Los profesores interinos habitualmente acceden bien con una prueba (de no más de media hora de duración por candidato), bien por méritos (sin prueba, según un baremo a menudo inadecuado para estas enseñanzas). También pueden acceder a estos puestos una vez se han presentado a cualquiera de las oposiciones del cuerpo de profesores (y/o catedráticos) aún habiendo suspendido, algo que aún así les permite formar parte de la lista de profesores habilitados para ejercer en centros superiores, no importa lo bajo que sea el suspenso (¿?). Algunas comunidades lo han resuelto creando listas específicas, pero son la minoría.
Llegado a este punto la cuestión fundamental es: ¿con estos perfiles se puede garantizar una enseñanza de calidad a la altura de las necesidades que nos exige el marco europeo actual? La respuesta vuelve a ser rotundamente NO.
Las enseñanzas superiores en España, desde el famoso Plan 66, se han ido actualizando de acuerdo a las distintas normas: LOGSE (1990), LOPEG (1995) y finalmente la LOE (2006) y LOEM (2014); pero los contenidos y los modos de actuar de los docentes, así como los planes de estudios, apenas han variado, especialmente en los centros públicos. Eso sí, se han cambiado nomenclaturas, han aparecido competencias generales, transversales, específicas, con frases rimbombantes que a menudo nos dicen que el pan es pan y el vino es vino, pero los contenidos apenas han cambiado y ni siquiera ha disminuido el elevadísimo número de asignaturas que posee el currículo musical español.
Alternativas y modelos
Algunos centros como ESMUC y MUSIKENE han transformado su régimen de funcionamiento y se han convertido en fundaciones, lo que les ha permitido eludir el férreo control administrativo y sindical y, por consiguiente, el sistema de funcionarios del resto del estado. Con ello han podido mejorar muchos de estos aspectos, aunque mantienen igualmente un elevadísimo número de contenidos si lo comparamos con el currículo de enseñanzas superiores de música de cualquier país vecino.
Si uno observa, por ejemplo, un currículo estándar del Royal College of Music de Londres para un curso de grado, un alumno tiene en los primeros dos cursos un total de 6 materias/asignaturas, frente a las aproximadamente 14 por curso de cualquier centro español. Ojo: el número de créditos es el mismo en toda el área europea, aproximadamente 240 por curso. Queda claro: un estudiante español va a tener que invertir la mayor parte del tiempo en asistir a clases mientras que un estudiante inglés, o que curse estudios en estos centros, tendrá mucho más tiempo para el estudio de las materias principales.
La cuestión es ¿entonces, el estudiante español sale mejor preparado que el inglés? A juzgar por los contenidos así debería ser, aunque resulta que no lo podemos saber porque el informe PISA no recoge datos de las áreas artísticas de nuestro país (¡!). Pero a juzgar por lo que ocurre, es decir, que muchos de nuestros estudiantes acaban posteriormente realizando los mismos estudios que ya han realizado en nuestros centros —el Bachelor equivalente a nuestro Título Superior—, esto no es así, a pesar de que estudia ¡más del doble de contenidos!
Academia para la Nueva Música del CSMA / www.academiaparalanuevamusica.blogspot.com.es Esto nos lleva a considerar un handicap: ¿cómo vamos a modificar desde dentro un modelo que necesita perspectiva para un cambio a la altura de las circunstancias?, ¿lo vamos a hacer nosotros solos sin mirar a nuestro alrededor, haciendo caso omiso de lo que allí ocurre? Así lo venimos haciendo desde la LOGSE y no parece que esté dando buenos resultados, porque poco o casi nada ha cambiado. Lo que sí ha cambiado es que muchos estudiantes han acabado formándose en algún país europeo y eso sí ha hecho subir el nivel de la profesión (salvando las loables excepciones que existen, y muchas, en nuestro país, y de ello soy testigo).
La conclusión de esto es que se ha evolucionado muy poco en estos centros, lo que se refleja claramente en un aspecto fundamental de las enseñanzas superiores de música: en el Plan 66 estas enseñanzas pertenecían a enseñanzas medias y así continúan en la actualidad, reguladas por un decreto de mínimos estatal sin posibilidad de crear Grados que se adapten a los nuevos tiempos y necesidades, con equivalencia plena con los de los principales centros europeos que a día de hoy expiden estos títulos. Es más, la paradoja es que cualquier universidad española puede crear un Grado en Música, mientras que los conservatorios superiores no: pertenecen a enseñanzas medias. No obstante, se nos ha asimilado al Nivel 2 de enseñanzas (MECES), aunque el funcionamiento de los centros sigue perteneciendo jurídicamente a medias (¿?).
El marco europeo
En Europa todos estos centros se hallan bien bajo el paraguas de un régimen jurídico específico, bien relacionados con los estudios universitarios. En España no. En estas condiciones ¿podemos realmente competir con Europa? Portugal, sin ir más lejos, integra los estudios superiores de música en la Universidad, como si de una facultad se tratara, con lo que evita las incongruencias de pertenecer a un sistema de enseñanzas medias que expide títulos universitarios.
Pero ¿por qué no ha cambiado esta situación desde 1966? Esta es la pregunta que nos hacemos todos los que ejercemos en estos centros. Sin embargo, no hace falta más que observar nuestra sociedad y comprobar que es muy difícil cambiar cuando buena parte de nosotros no nos preocupamos siquiera de mejorar nuestro propio entorno. Ésta es una triste realidad que se observa dirigiendo uno de estos centros. Es normal, por consiguiente, que quien tiene que legislar (en el caso de España, la Administración central) no lo haga por muchas razones, y a menudo por una cierta desconfianza o animadversión hacia el desarrollo docente de los profesores, por lo que al final esto se convierte en un círculo vicioso imposible de deshacer. De un modo u otro todos acabamos atados a él. Entonces, ¿cómo se puede resolver un problema de esta envergadura desde dentro?
De lo que no cabe duda es que si no se resuelve, no puede más que acabar inexorablemente en lo que en estos últimos tiempos estamos leyendo en la prensa, es decir, cómo de forma triste y poco edificante, compañeros, alumnos y directivas airean en público diferencias que vienen generadas por cuestiones de un rango superior, y aunque no son menores, desde luego no son el tema crucial desde el cual se puede resolver la problemática de dichos centros. Si todo acaba en una llamada al orden, un control de horarios y una nula intervención en las programaciones, currículos, modelo de elección de profesorado, creación de equipos docentes, legislación adecuada a las necesidades actuales, etc., nada va a cambiar. El profesorado de calidad se intentará marchar a centros adecuados a su nivel, y el alumnado también.
Lo que acaba apareciendo reiteradamente son cuestiones baladíes: que si un profesor trabaja 18-21 horas, que si eso es poco, que tienen mucha cara dura, que un día no vienen porque tienen concierto, que no cumplen, que cambian la clase de un día para otro… Quizás convendría que aquéllos que gobiernan estos centros superiores —directivas y Administración— visitaran los centros europeos de prestigio para ver cómo funcionan, porque ¿sabe todo el mundo que un profesor de un centro superior español, aparte de las 18 ó 21h lectivas también va a dedicar a su instrumento o actividad investigadora no menos de 5 horas diarias de estudio, incluidos domingos y festivos (¡!), pero que estas no le cuentan para nada?; ¿sabe el usuario de estos centros que la Administración exige a un profesor a media jornada una dedicación exclusiva ya que de lo contrario incurre en incompatibilidades, porque la ley dice que cuando los complementos de su sueldo superan el 30% del sueldo base no puede compatibilizar con otros trabajos, y ese complemento lo tienen todos los funcionarios sin importar el tiempo de su jornada? Esto se aplica así, aunque la ley de incompatibilidades sea de 1984 y haya quedado claramente anticuada. ¿Sabe que muchas comunidades terminan el contrato de interinos a finales de junio, por lo que julio y agosto quedan fuera del sistema?; ¿sabe que aunque le pide un alto grado de experiencia le limita a 5 días al semestre los permisos para dar sus conciertos y en algunos casos ni siquiera esto porque también incurre en incompatibilidades?; ¿sabe que difícilmente un profesional preparado y con currículum adecuado que trabaje en una orquesta podrá ejercer en un conservatorio superior público puesto que incurre directamente en incompatibilidad? Y se podría seguir con mucho más. Ojo, porque con lo mencionado de entrada ya se descarta a buena parte de los mejores, y esto es sólo un botón de muestra.
Verdaderamente, ¿con estas condiciones se quiere tener un profesorado de calidad? Esto tiene una sola respuesta: IMPOSIBLE. Esto mismo también es extensible a las directivas de estos centros, que tienen que hacer lo indecible para desarrollar un proyecto educativo con plantillas que les vienen dadas por el sistema de contratación anteriormente mencionado, puesto que con el modelo actual difícilmente pueden ejercer influencia real. Crear equipos docentes es a día de hoy, por tanto, una quimera.
Pero atención con la calidad: no se ha regulado nunca en los centros superiores de música, es un tema tabú. Se controlan los horarios del profesorado, pero no la impartición correcta de los contenidos. No existe la promoción vinculada a la calidad, y tampoco amonestaciones por lo contrario, a excepción de casos extremos de incumplimientos flagrantes. Cuenta el tiempo en el puesto, se haga bien o mal. El tiempo de ejercicio de la docencia parece ser la única garantía de calidad contrastada (¡!).
Finalmente, le queda a uno la sensación de que el sistema actual es un coladero de incongruencias, con principio y fin en un sistema incoherente que no puede más que conducir a su propio colapso. Esto es, además, caldo de cultivo para los centros privados que en este momento están desarrollando enseñanzas superiores en música porque, simple y llanamente, no tienen competencia.
Las directivas, los docentes y los alumnos podremos seguir peleando en aulas y pasillos y publicando escritos en distintos medios, pero así no resolveremos nada, porque esta no es la cuestión. Lo que se precisa es un cambio radical de las estructuras de la enseñanza pública superior de música en España. Esto es lo que necesitamos si lo que queremos es una verdadera equiparación con nuestro entorno europeo. Si no es así, no nos queda más remedio que mantenernos en el filo de la navaja e intentar obtener resultados como si de un milagro se tratara. No necesitamos milagros, necesitamos realidades tangibles.
Tampoco se trata de una cuestión de economía, como a veces se nos quiere hacer creer, sino de gestión de recursos. Hoy por hoy, con el sistema actual se derrochan muchos recursos, en primer lugar porque no se emplean bien, y en segundo lugar porque no se obtienen los resultados deseados.
Tenemos un enorme potencial en nuestro país: creatividad, calidad artística, intuición…; nos falta mejorar las bases de nuestro modelo. Es necesario que, cuanto antes, las enseñanzas musicales y el ejercicio de la profesión musical sean tomadas en serio si queremos tener un futuro con ella: una vez superada la fase de crecimiento es el momento de mejorar su ubicación.
Soy un optimista convencido de que poseemos un material humano de primera, y también de que podemos hacer los cambios necesarios, pero tenemos que ponernos en marcha cuanto antes si no queremos perder el tren del sector en Europa y el mundo.
Sólo debemos hacerlo, y ya está.
Agustín Charles, Compositor. Catedrático de Composición.
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Claridad de ideas y ataque a la raíz del problema. Enhorabuena. Si algunos más se tomarán la molestia de analizar el sistema de enseñanza musical en España en vez de mirarse al ombligo, a lo mejor avanzábamos algo. De lo contrario, la batalla se habrá perdido para muchos años. Ánimo.
Enhorabuena! Ha dado en el clavo. Soy catedrático de conservatorio y coincido con el análisis. Por favor, haga llegar ese escrito ante la Administración, yo lo suscribirá.
Todo el articulo me parece perfecto pero creo que es un error pensar que porque en otros paises tengan menos carga lectiva salgan mejores titulados. Los titulos superiores de musica dan mas opciones que ser instrumentistas. Para eso en realidad no hace falta ni pisar un conservatorio. Igual lo que hay que cambiar es la idea de lo que debe ser un titulado superior de musica.
Hola. Creo que la única manera de conseguir un buen profesorado para un Superior es con pruebas (tocar, petición de un proyecto, curriculum, conocimientos de pedagogía, etc) desde dentro del Conservatorio y luego evaluando el trabajo del profesor cada año (encuestas anónimas a los alumnos, petición del informes al profesor de su trabajo y análisis de los mismos, etc…). Hay buenísimos músicos por ahí pero que no tienen ganas de dar clase. También hay buenísimos músicos con ganas de dar clase pero con poca flexibilidad y que no conectan para nada con el alumnado.
Me alegra leer un artículo tan bien razonado y desde un punto de vista constructivo. Sólo quiero aportar un par de ideas. Efectivamente, el pesimismo actual sin espíritu crítico está haciendo mucho daño y en consecuencia parece que todo lo que se hace fuera es mejor. Estudié en uno de los conservatorios más conocidos de Alemania por su excelencia y sin embargo la organización y pedagogía de mi departamento durante el cambio de «Diplom» a Bachelor fue pésima. Mi profesor (en categoría de catedrático para entendernos) además se quejaba de que con la entrada del plan Bolonia les habían arruinado un sistema que les había costado años diseñar y que daba muy buenos resultados. Con esta apreciación quiero desmitificar y animar a construir y mejorar nuestro sistema, evidentemente comparando con nuestro entorno, pero no existe sólo un modelo válido. Copiar sin reflexionar significa dependencia y estancamiento a corto plazo. Por último, decir que en España he conocido a músicos y profesores tremendos y es una lástima que no se fomente más el trabajo en equipo y de calidad. Si no lo hacemos nosotros nadie de fuera nos lo va a arreglar. Saludos.
Un buen artículo para la reflexión. Una pequeña matización: también hay estupendos músicos y maestros, formados en los conservatorios de Europa ejerciendo la docencia en los Conservatorios Profesionales de Música, y que realmente hoy por hoy son los que están manteniendo el sistema. Una gran cantidad de alumnos están saltando directamente y con éxito de los conservatorios profesionales españoles a las mejores escuelas europeas o americanas superiores. El hecho de no enseñar en un nivel superior, sea por deseo o por imperativo legal, no significa que el profesional no llegue al mismo grado de excelencia que profesor que imparte clases en un conservatorio superior.
El artículo es largo y denso pero quizás falta un resumen muy claro:
1º Cuando los conservatorios tenían que adaptarse a Bolonia (tuvieron 10 años) no cumplieron ni plazo ni acogerse a las Universidades porque no quisieron ser controlados tanto económicamente como académicamente.
2º Esto esta llevando a que la Administración los Estudios Superiores de Música son pues como una FP SUPERIOR y donde queda el Grado Profesional.
3º Por que los profesores de Música no soy más corporativistas y unís fuerzas para que se regule globalmente y dejeis de escribir artículos y os mojeis, manifesteis y deis caña real.
4º Hacer convenios con Universidades privadas para que los titulos sean de Grado…. reinventaros porque sino WERT y Montoro acabaran con la Música….. poneros las pilas.
En cuanto a la carga lectiva, es muy cierto, pero hay que hacer una reforma globlal no se puede parchear no se consigue nada, los titulos de los Conservatorios Superiores… que ocurre si se quiere dar clases en Europa en los Conservatorios de allí y que dependen de las Universidades…… nos estamos quedado atrás.
Enhorabuena por el artículo. Básicamente estoy de acuerdo con el análisis e incluso me atrevo a aportar soluciones a toda esta problemática, como por ejemplo:
1) Someter a todos los centros superiores a un sistema de aseguramiento de la calidad protagonizado por la ANECA, cuyos fines estatutarios se extienden a la educación superior y no únicamente a la educación universitaria.
2) Elaborar de forma compartida (conjuntamente con los estudiantes), aprobar e implementar proyectos educativos en estos centros, hoy día inexistentes, en los que se establezca un apartado de autoevaluación institucional realmente exigente.
3) Colocar a los estudiantes en el centro de atención de los proyectos educativos y desarrollar una gestión orientada de forma prioritaria a atender sus necesidades, intereses y cualificación profesional.
4) Desarrollar departamentos de orientación profesional que permitan, entre otras cuestiones: la conexión de los planes de estudio con las exigencias del mercado laboral de la música, abierto, global y competitivo como pocos; la ayuda al estudiante en su elección profesional que le permita adaptarse a los cambios vertiginosos que presenta actualmente el ámbito musical (autoconocimiento, intereses, vocaciones, alternativas formativas, toma de decisiones, proyectos profesionales, autoorientación, etc.); el seguimiento y asesoramiento a los antiguos estudiantes en su camino profesional; la conexión con los centros profesionales que facilite la información y las ventajas de las diferentes ofertas educativas de los centros superiores, programas de mentorazgo, etc.
5) Romper el actual aislamiento institucional e iniciar una cultura del trabajo en red en el que los centros superiores de España, en una primera fase, y de otros países, en una fase posterior, intercambian conocimientos y experiencias relacionadas con aspectos como: las buenas prácticas docentes, de gestión, encuentros de talentos artísticos, modelos de contratación y vinculación de profesores, etc.
En fin, soluciones que seguramente darían algún resultado positivo en la situación actual en la que, como se desprende de tu artículo, sólo vemos oscuridad y pesimismo.
Artículo claro y contundente.El leer algo tan limpio y bienintencionado sobre este asunto, como sobre cualquier otro,te deja un emocionante sabor de boca. Escasean los comentarios «comprometidos» sobre la realidad.Hoy en día el silencio nos envuelve.Vivimos en la década del silencio. No hablamos sobre deteminados temas por miedo a ser señalados e ignorados.El silencio es consecuencia del miedo, de la comodidad, de la falta real de compromiso. Por aquel entonces,mi generación fue víctima del silencio de los nuestros sobre la Guerra Civil española, de ahí que aún colee en nosotros en cuanto se nos rasca.El silencio es miedo que apabulla. Dicen los psiquiatras que uno de los grandes retos a los que tendrán que hacer frente nuestros venideros es el silencio al que los estamos sometiendo sobre tantos asuntos.La realidad la enmascaramos por falta de compromiso.Es más cómodo bañarla de silencio.El silencio no ayuda; con el silencioi no se crece, el silencio agobia y se enquista. El silencio no corrige males…
Felicitaciones al articulista por su valentía.
Yo, he filosofado: también envuelta en mi comodidad, muy a menudo,callo.
Yo soy de los que se fue a estudiar fuera. Fue por recomendación de una profesora del RCSMM quien me dijo «si tienes suerte tendrás buenos profesores aquí, pero no tendrás una institución que te proporcione lo que necesitarás ni un programa adecuado». Pasé una audición y me fui. Por cierto, tuve becas públicas para realizar los estudios y obtuve un título de grado universitario Bolonia (Bachelor of Music) que siete años después aún no he podido homologar en España.
En España percibo los siguientes problemas:
1) Instituciones rígidas, controladas por grupos que se afianzan en el poder y anteponen los intereses de las institución (o los suyos propios como dirigentes) a los del alumno. En los conservatorios en el extranjero donde he estudiado, SIEMPRE que ha habido un problema, la administración y dirección de la institución me han puesto como prioridad (cambios de profesores, cambios de horarios, cambios de asignaturas).
2) Programas poco lógicos y excesivo número de asignaturas. Por ejemplo, en el conservatorio donde estudié, la asignatura de «instrumento principal» incluía la orquesta (organizada por encuentros y rotando entre orquesta sinfónica, ópera, ensemble contemporáneo, lectura de obras de compositores etc.), clases individuales, música de cámara (con coachings sólo cuando lo necesitábamos en vez de cada semana). ¿De verdad hace falta una clase de contrapunto, otra de armonía y otra de análisis? ¿No sería más lógico aglutinar todas esas materias en una sola asignatura de manera que el alumno aprenda más directamente las relaciones de todas ellas en la MÚSICA REAL, en vez de ser estudiadas como entes abstractos e independientes, digo yo?
3) Evaluaciones poco claras. Ponto otro ejemplo extranjero: en mis exámenes de instrumento había siempre tres examinadores (el jefe del departamento, mi profesor, y un examinador externo que nada tenía que ver con la institución que escribían cada uno un informe con comentarios que luego me eran enviados. La nota es la media.
4) Entorno no-universitario y titulaciones no universitarias (equivalentes a universitarios). El que la música esté fuera de la universidad se debe a la oposición de los dirigentes de los conservatorios. Las ventajas de estar en la universidad y obtener una titulación universitaria son tantas que no creo que ni merezca la pena explicarlas.
5) Concursos de contratación nada claros… ahora me viene a la mente el concurso de contratación de un profesor de dirección en el Musikene, que fue recurrido ante la justicia por un conocido director Español con carrera internacional frente a un músico sin experiencia y titulación que había ganado originalmente el concurso.
En España hay buenos músicos y buenos profesores, pero ni subidos en un taburete dan las instituciones el nivel.
“Sólo los modelos de ESMUC y Musikene tiene un régimen de funcionamiento propio e independiente, en el que se han tenido muchas de las cuestiones que son problemáticas en otros centros, y que son las que convienen a un centro Superior de Música con aspiraciones formativas de alto nivel”
“Al final, sin embargo, lo que queda claro es que el modelo tradicional está TOTALMENTE AGOTADO, y sólo hay una solución: encontrar otro modelo que permita una emancipación del sistema Superior de Música, y le de la independencia que precisa. ESMUC y Musikene lo han conseguido, mediante un sistema de Fundación Pública que lo sostiene, sin que esto suponga un mayor incremento económico, contrariamente a lo que malintencionadamente se dice a menudo (las miserias que siempre nacen como salpullidos en nuestra sociedad), lo que revierte directamente en una mayor calidad y una administración más adecuada de los recursos”
Sabe alguien quién son estas citas?
Quizá de un professor adscrit al Departament de Teoria, Composició i Direcció de la esmuc?
Es la privatización de la enseñanza la solución?
Es la adscripción a la universidad (pública) la solución?
Menos directores, más rectores y menos demagogia…
Comentarios como el tal «Al pan, pan y al vino, vino» son la gangrena del sistema musical por dentro. Inmovilistas, rencorosos, y falsos. Tanto la ESMUC como MUSIKENE son centros públicos. Y que el Sr. Charles sea director de un centro es un lujo, como así lo es en muchos países europeos donde sus directores son grandes figuras de la música. El citado «Al pan…» prefiere gestores; o sea, que como borregos todo el sistema esté dominado por una administración pública ignorante y que prefiere tener a los conservatorios superiores como enseñanza secundaria, y que la autonomía de gestión, organización y planificación sea la que quiera la inspección, el jefecillo de educación y sus adláteres, y no el centro mismo, como es el caso en toda Europa.
Chapó por el artículo: puede dejar a muchos con el culo al aire en cuanto se posicione; prefieren la desidia de la mediocridad a lanzar esta educación musical hacia adelante.
Alfonso 45, confundes rector con gestor, enseñanza universitaria con enseñanza no universitaria, y privado con público, por favor, lee mejor, sin tanto prejuicio…
Un poco de información (histórica) de lo que puede ser un Centro PRIVADO (de oposiciones…) subvencionado con FONDOS PÚBLICOS:
https://www.dropbox.com/s/a5ssnk2rrwr787o/tvcpmusikene2009.pdf
¿Quiénes son los que quieren que se privatice la enseñanza (por no decir sanidad…) pública? ¿los que no quieren hacer oposiciones?
Yo creo que la solución de Musikene y de la Esmuc de crear una fundación privada para regir un centro de enseñanza musical financiado con dinero público ha sido la única y mejor idea para conseguir crear dos centros con mucha mayor autonomía, planes claros, grupos docentes de enorme nivel, etc. Es decir, justo lo que el sistema español no permite, tratando a los conservatorios superiores como meros institutos, y dotándoles de una autonomía mínima (de instituto, claro). O sea, nada en favor de la gran calidad de centros europeos, que tienen una gran autonomía para crear y desarrollar su perfil.
El tema de las oposiciones es neutro (n9 siempre claro) pero no ofrece una respuesta al posible nombramiento de grandes músicos como profesores. Si Barenboim se presentara a las oposiciones por Madrid seguramente no las pasaría: falta de homologación de título, carencia de créditos de cursos de formación, cero puntos en experiencia docente «acreditada» en centros reconocidos de formación musical…, aparte de la negativa de algunos departamentos, que bien se encarga de cerrarse en banda en su mediocridad e impedir que entre alguien que les haga sombra. Esto es alarmante en varios centros españoles, aunque mejor no doy nombres. Así que ni Barenboim ni otros grandes más jóvenes tendrían la posibilidad de entrar. Justo todo lo contrario de centros ingleses, alemanes, suizos, holandeses, austríacos… ¿Sigo?
El que haya una minúscula fundación «privada» no determina que sean centros privados, porque los precios de las matrículas, las titulaciones, etc. son todos iguales a un centro público sin ese garante de funcionamiento que es la personalidad jurídica de fundación.
Como docente de la enseñanza pública en España, considero el artículo tremendamente insultante e injusto. Como antigua alumna de un conservatorio público español me siento infravalorada, injustamente también, por este artículo, como me imagino que se peuden sentir la gran parte de docentes españoles..Como madre de estudiantes y quizás futuros profesionales de la música que estudiarán en Conservatorios públicos (porque no soy rica para pagarles una ESMUC y porque confío en los maravillosos docentes que tenemos en nuestros conservatorios, salvando los errores que algunos de ellos puedan cometer) me siento bastante indignada. Que curioso que, justo después del artículo de este señor, que precisamente dirigió o trabajó en una escuela privada de música, salga una noticia en la revista doce notas, que informe de que la matrícula de la ESMUC está abierta. Que pena que quiera usted alentar a los alumnos españoles a que gasten su dinero en la enseñanza privada. Que pena que no se reconozca la labor de tantos docentes magníficos que tenemos en los Conservatorios españoles, además de grandes profesionales de la música (compositores, intérpretes, musicólogos y pedagogos). Señor Charles, de los COnservatorios españoles (supongo que de los catalanes también) salen alumnos excelentes, brillantes, que solo han estudiado en conservatorios públicos, con mucho esfuerzo tanto de ellos como de sus familiares, superando las necesidades de material, apoyados y motivados por profesores que trabajan a destajo y que también estudiaron en conservatorios públicos españoles con necesidades básicas que sus profesores suplieron a base de horas de trabajo. La calidad humana y profesional de los conservatorios de España no se puede medir por unos pocos que metan la pata. Ni dar credibilidad a alumnos que han suspendido porque no cumplen los mínimos, se cabrean y tienen una rabieta, porque quieren aprobar sin hacer nada y se lanzan a soltar improperios, verdades a medias o más bien mentiras, echando tierra sobre su propio tejado. ¿Qué futuro tendremos si mordemos la mano que nos da de comer? ¿Qué sentido tiene que se desprestigie a través de una revista pública al 100% de los alumnos y docentes de la enseñanza pública de este país, infravalorando su esfuerzo y trabajo de tantos años?. Los profesores de algunos conservatorios superiores de este país trabajan en condiciones extremas por falta de material, por inestabilidad que no depende de ellos si no del sistema, por horarios asfixiantes que les impiden dedicar tiempo a la investigación. Le hacen un gran favor al sistema prestándose a trabajar en estas condiciones y a sacarle las castañas del fuego cada inicio de curso, supliendo con su motivación y amor por la enseñanza, las carencias que pudiesen derivarse de la falta de medios económicos. Por favor, no obvien lo bueno, lo maravilloso, lo brillante, que tenemos. Nuestros profesores y alumnos no necesitan la enseñanza privada para convertirse en grandes profesionales.
Pues si tan molestos están los profesores con la situación administrativa actual…¿Ha habido en los últimos 30 años alguna protesta, manifestación o huelga de profesores con respecto al tema?
Lo que no se puede hacer es protestar con la boca pequeña (el que lo haga, hay muchos profesores a favor de que todo siga igual, sobre todo los de la vieja escuela) en cuanto las aguas se remueven un poco y decir que también ellos están desconformes.
Habéis hecho muy muy poco en las últimas décadas por intentar cambiar el sistema administrativo.
Si Barenboim (por usar un eufemismo) se presentara a las oposiciones (por usar otro eufemismo) para entrar en la esmuc o musikene como director, tampoco las pasaría; lo siento pero es una argumentación muy débil…
Por qué da tanto miedo la adscripción a la Universidad?
¿Por qué nadie pregunta qué es lo que quieren los Alumnos?
Una cosa es la competencia docente de un músico y otra muy distinta la competencia gerente de un patronato; o es que los patronatos de las susodichas fundaciones privadas (vuelvo a insistir, de oposiciones libres…) están llenos de pequeños Barenboimnes?
Creo que el csma debería ser privatizado, como propone su director; crearse una fundación al estilo de la esmuc y musikene, nombrar un nuevo equipo directivo y, sobre todo, un nuevo director, y contratar a los mejores músicos europeos, como dicen Manuel y Alfonso (eso sí, sin oposiciones, no vaya a ser que algún mediocre músico español que haya estudiado en un Centro público les pudiera hacer competencia…), y así todos esos grandes intérpretes que no pueden acceder a unas oposiciones libres podrían encontrar un trabajo en la administración pública (eso sí, también, con dinero público gestionado por una pequeña oligarquía, de esas que tanto les gustan a algunos…).
Tres ideas:
1, Conviene añadir que los Conservatorios superiores integran, al igual que las universidades: catedráticos, profesores titulares y profesores asociados. El régimen de contratación y estabilidad es similar en ambas instituciones. Unos pocos tienen estabilidad, otros opositan a ella, y un amplio número de profesores compatibilizan varias dedicaciones.
2. ¿De qué forma podemos lograr una contratación de plantilla similar a la del cuerpo de funcionarios?
3. Respecto a MUSIKENE, se puede matizar cómo se realiza la primera contratación; la plantilla adolece de cierta endogamia (solo basta con mirar la cantera inicial del equipo docente).
http://www.rcsmm.eu/general/files/carta-bienvenida/carta-bienvenida.pdf
Marco europeo, escuelas superiores… Os dejáis lo más importante: la enseñanza musical PRIMARIA Y SECUNDARIA. Con los conservatorios «profesionales» de este país NO PUEDE SALIR NI UN CHAVAL BUENO! Y SI SALEN, ES POR EMPEÑO, TALENTO Y UN DERROCHE DE DINERO EN CLASES PARTICULARES! Me produce auténtica vergüenza escuchar de boca de un profesor de conservatorio de grados elemental y medio «mi alumna quiere dedicarse a vivir de la música, voy a ver si la quito la idea…». Qué pasa? Cuándo somos alumnos buenos todos los profesores se nos rifan y cuando ya no servimos, molestamos?
El artículo aporta una perspectiva de la realidad actual de las Enseñanzas superiores de Música en este país. Los comentarios al artículo resultan igualmente significantes, una muestra más de valoración y para valoración.
Celebro, en todo caso, que haya reflexión. Entiendo, coincidiendo en ello con el señor Charles y otros comentaristas, la necesidad imperiosa de abordar seriamente este asunto.
No perdamos el eje y protagonista central del proceso a partir del cuál hemos de ponernos a construir, reconstruir, matizar, revisar, aportar, dialogar, debatir, etc…: El ALUMNO.
El tiempo pasa. Me consta que hay intentos y voluntades, Quijotes y Sanchos, oficio, ánimo y hastío. También me constan actitudes partidistas propias de hígados mercenarios y faltos de respeto al oficio.
Agradezco el artículo, como barbecho y estímulo.
La praxis final…
Hola saludos cordiales a todos tengo una duda me interesa estudiar master en madrid estoy entre el real conservatorio de madrid y el katarina gurska, para la maestria en nuevas tecnologias y eso… yo siento que es mejor el real conservatorio que el katarina gurska o que opinan ustedes cual me recomiendan para estudiar… realmente ustedes que viven alla?