El precio cultural en tiempos de cólera
En la actualidad hay dos formas de trabajar sobre el precio de las actividades culturales: en Excel o en Word.

Toulouse, 2010 © docenotas.com
Es broma, me explico, no tiene nada que ver con los programas informáticos. El Excel nos ayuda a hacer cálculos de ocupación sobre los aforos, los precios de las butacas, los posibles descuentos a partir de un precio máximo. A maximizar las distintas ubicaciones poniéndoles un precio a las butacas. Nos ayuda a encontrar al final unas fórmulas, unas ecuaciones donde la parte contratante de la primera parte –los promotores– consigan beneficios después de haber cubierto los costes –más previsibles– de esa actividad. No es un mal ejercicio mental, lo era con las calculadoras y ahora lo es con las simulaciones y “escenarios†que nos permite realizar este programa, muy útil, ciertamente.
Pero yo creo que es mejor el Word, permite hacer “literaturaâ€â€¦ al menos nos permite aplicar algunas ideas de la reflexión estratégica a las organizaciones culturales, artÃsticas, musicales… por ejemplo: siempre hemos hablado del componente “precio†en los planes de marketing y comunicación. Relacionamos precio y valor… si el precio es alto disuadimos a algunos posibles espectadores, si bajamos esta barrera hay colectivos que se apuntan porque se iguala con el valor que le asignan –componente simbólico– y acuden. Debemos obviamente conocer mucho de la sociologÃa del territorio en el que trabajamos. Lo estamos viendo con el cine, asignamos un cierto valor a esta actividad pero el precio (suma de los gastos en que incurrimos al salir de casa para ver una pelÃcula) eran demasiado altos, ya que hay productos sustitutivos –cine en casa.
El precio, además, tiene este valor simbólico asignado, hay colectivos que vinculan precio y calidad de forma directa. Actividades costosas están rodeadas de una aureola de exclusividad, calidad, excelencia. Es un target al que buscan llegar organizaciones que trabajan en determinados segmentos musicales: clásica, ópera. Pierre Bourdieu nos avisa de la componente de grupo, de clase, de muchas de estas actividades.
El precio nos sirve también como estrategia cultural. En muchos equipamientos buscamos una variedad de programas para atraer a diferentes públicos o proporcionar a nuestros públicos una variedad de experiencias: música, pero también danza, teatro, proyecciones, presentaciones… se trata de optimizar recursos escasos y en estos momentos muy costosos. El precio juega aquà un papel fundamental: desde la gratuidad de una presentación al coste alto de una actuación de una personalidad del arte del que nos ocupemos. Muy interesante opción en estos momentos de escasez de recursos.
Pero lo que más nos interesa en estos momentos es manejar esta variable “precio de la entrada†como parte de la estrategia social de una organización, como medio de llegar a nuevos públicos que tradicionalmente se han visto alejados o directamente excluidos de algunos programas. Nos hemos familiarizado con los descuentos de “último minuto†en algunos auditorios y teatros. Se trata de llenar algunas butacas vacÃas recuperando parte de su coste. No será nunca una gran cantidad por que se ponen algunas barreras, fundamentalmente la edad, es algo que se está destinando a los jóvenes. Hemos visto en otros paÃses cómo se volvÃan a poner en marcha los tradicionales  descuentos a colectivos en dificultades: estudiantes, desempleados, tercera edad.
Pero algunos queremos ir más allá. Por ejemplo: las entradas de último minuto deberÃan ampliarse a los desempleados en general –algunos ya saben que no van a regresar al mercado laboral en lo que les quede de vida– , no solo a los jóvenes y –sugerencia de una amiga submileurista– estos programas que modifican parcialmente el precio de la actividad deberÃan contemplar familias de melómanos que subsisten con un solo salario inferior a mil euros. ¿Cómo se puede comprobar este dato? Hacienda puede expedir unos códigos o notificaciones al respecto como se expiden “cartillas de familia numerosaâ€.
Hemos llegado a una situación en la que la pobreza –absoluta o relativa– debe dejar de ser un complejo personal o un estigma social, es un hecho “objetivo†como cualquier otra minusvalÃa o discapacidad.
Mediante un programa avanzado de fijación de precios podrÃamos proclamar: ¡Cultura para todos! Si lo preferimos en inglés: Arts for All! (suena más ‘relaxing‘, sÃ)
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