El joven Gabriel Ordás estrena nueva creación con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias
Los próximos 22 y 23 de febrero la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) estrenará Onírico en la Casa de la Cultura de Avilés y en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.
Con tan solo 18 años, Gabriel Ordás es uno de los compositores asturianos más prolíficos del momento. Empezó en el mundo de la música con tan solo 5 años. Desde 2011 la orientación del profesor Fernando Agüeria será determinante en su formación como compositor. Toca el violín desde los 6 años y el pasado junio ha sido ha sido galardonado con el Premio Nacional de Enseñanzas Artísticas Profesionales por su diligencia en la interpretación del instrumento.
Sus obras ya han sido interpretadas en Estados Unidos, España y Rumanía. Entre ellas sobresalen Proyecciones Sinfónicas (2016) y Entornos (2012), ambas composiciones para gran orquesta. Recientemente ha estrenado el primer número de su Stabat Mater Speciosa en la Catedral de Oviedo.
Ordás cursa el primer año del grado superior de composición en el Conservatorio Superior de Música de Oviedo. Paralelamente, estudia piano con Francisco Jaime Pantín y violín con Lev Chistyakov.
Los próximos 22 y 23 de febrero, la Casa de la Cultura de Avilés y el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo acogerán el estreno de su última creación, Onírico, una fantasía para orquesta que versa sobre viajes y sueños. La OSPA bajo la batuta de Rossen Milanov será la encargada de poner sonido a la música del joven ovetense.
Usted es un artista polifacético: pianista, violinista, compositor y con gran interés por la dirección de orquesta. ¿Cuál es su disciplina musical predilecta?
La dirección de orquesta es por el momento un sueño. Me veo compositor y violinista a partes iguales, pero en el futuro… ¿quién sabe? Por el momento, no concibo mi labor como músico sin ninguna de las dos. El piano es un complemento más a mi formación musical sobre el que quiero profundizar todo lo posible.
Su tendencia compositiva es actualmente experimental, pero no siempre ha sido así ¿A qué se debe este cambio de paradigma?
No me gusta que me clasifiquen. Desde luego no me considero un compositor experimental. Utilizo en mis obras todo aquello que ya se ha experimentado previamente y con esas ideas realizo un collage. Me siento más como un autor expresivista, post-expresivista o neo-expresivista que experimental.
¿Qué forma musical le ofrece mayor ambición?
La sinfonía. Cuando un compositor se encuentra ante la palabra sinfonía sabe que está por comenzar un gran proyecto; al igual que al enfrentarse a la creación de una ópera u otra obra de gran formato.
¿Cuál es el instrumento para el que prefiere componer?
La orquesta es para mí un instrumento en sí misma. Puede llegar a conseguir muchos sonidos diferentes, incluso a la vez. La orquesta nunca va a caer en lo arcaico, es algo que siempre va a acompañar al ser humano.
Como compositor destaca por un uso colorista de la percusión, a la que dota de gran protagonismo en sus obras ¿esto a qué se debe?
En mis obras utilizo la percusión con el objetivo de completar las texturas que creo con el resto de la orquesta. Me gusta mucho el color y el trabajo textural de la música. Suelo emplear una sección amplia de percusión de forma muy detallada, es decir, sin introducir todos los instrumentos a tropel. Realizo un uso de la percusión recatado pero presente. Creo que es un buen vehículo para compensar a las diferentes familias de instrumentos.
Durante el proceso compositivo ¿qué le sirve de inspiración?
Soy abierto a las ideas y defiendo que la inspiración puede llegar en cualquier momento; sin embargo, el trabajo de desarrollo de la idea es lo que da el carácter a la obra y tiene que estar siempre presente. Para ello hay que dedicar muchas horas, días y neuronas. La inspiración puede proceder de cualquier lugar, pero en mi caso, en su mayoría proviene del oficio y del conocimiento de la propia idea.
¿Cree que a la hora de componer es necesario pensar en el público al que va dirigida la obra?
En mayor o menor medida sí. Me gusta hacer sentir al público parte de la obra y para ello es necesario tenerlo en cuenta. Hay que escuchar al público.
¿Cuál es el mejor momento para componer?
La noche, cuando el mundo se para y las ideas vuelan.
De su amplio repertorio ¿cuál es la obra de la que se siente más orgulloso?
No tengo una niña bonita, pero estoy especialmente orgulloso de Proyecciones Sinfónicas y A Dafne, esta última sobre versos de Garcilaso de La Vega.
¿Quién es su referente compositivo?
Siempre digo que Bach es el Dios y Beethoven es el Rey. No es mía la frase, pero me la aplico. Tomo algún detalle en cuanto a estética de Bartók, Stravinsky, Penderecki y Ligeti, porque creo que sus ambientes funcionan muy bien y son verdaderos maestros.
¿Cómo describiría el panorama actual de la música clásica en España?
Soy optimista, pero hay quien dice que va mal. Veo que hay muchos jóvenes que quieren llevarla adelante y yo estoy en ese grupo. Soy optimista de cara a su evolución. Aunque todavía hay muchas cosas que pulir y otras tantas que aclarar, veo un futuro posible y positivo.
Y Onírico, ¿de qué trata?
Versa sobre el sueño de un modo más romántico que científico. No abordo las fases del sueño humano como tal. Trato las formas de sueño como un proceso en el cual se pasa desde la consciencia al sueño más profundo y de este hasta el despertar. La obra se desarrolla en esa línea de entrecruzar ideas, en un halo de consciencia y subconsciencia propio de los sueños y de las pesadillas.
¿Qué les diría a sus oyentes antes de escuchar la obra?
Que se abrochen el cinturón porque es una obra de viajes, que lleva a mundos muy lejanos; pero con mimo les llevaré a buen puerto.
¿Cuáles son los momentos más destacables de Onírico?
Onírico se divide en cuatro secciones. La primera es el preludio y puede llamar la atención por la forma en que se crea la gran masa sonora mediante la repetición y la adición de instrumentos. En la última sección, todas las ideas presentadas se unirán y conformarán un Crisol, así se llama el último movimiento, de sonoridades e ideas.
¿Dedica la obra a alguien?
Se la dedico a mi maestro Fernando Aguëria, un gran pedagogo, músico y aún mejor persona. Él me enseñó el oficio de la composición y por ello le estaré eternamente agradecido.
¿Cuáles son sus futuros proyectos?
Una ópera que llevo componiendo varios años, otros encargos de obras de cámara y varios ensembles. También tengo en mente completar un Stabat Mater del que solo he estrenado el primer número.
Un reto para el futuro.
Lograr la comunión total entre la música y el público, terminar la ópera y llegar lejos.
Información sobre el concierto del 22 de febrero, en Avilés aquí y el del 23 de febrero, en Oviedo aquí
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