Miguel Pérez Iñesta, el compromiso del intérprete ante la obra
Que un solista, compositor o director de orquesta español se abra camino y triunfe fuera de nuestras fronteras dejó ya de ser noticia, no tanto que quién lo haga abandere la música contemporánea.
Miguel Pérez Iñesta (Valladolid 1980) se mueve en la escena musical berlinesa (en la Freie Szene sobre todo) como pez en el agua. No en vano lleva casi todo el siglo XXI residiendo en la capital germánica, a la que se trasladó en 2003 para perfeccionar sus estudios de clarinete en la Musikhochschule Hanns Eisler. Desde su ciudad adoptiva, o campamento base (su apretada agenda le obliga a viajar a menudo), Miguel desarrolla una frenética y camaleónica carrera, al tiempo que madura como músico en un sinfín de registros. Clarinetista de la Karajan Akademie, asiduo entre los atriles de Filarmónica de Berlín, cofundador del Ensemble Zaafran, director asistente de la ópera estatal berlinesa o bailarín eventual son algunos de los hitos recientes que jalonan la extensa hoja de servicios del vallisoletano. Como instrumentista ha tocado con directores de la talla de Simon Rattle, Christian Thielemann, Bernard Haitink o Zubin Mehta. Estos días anda inmerso en una ópera del compositor portugués Emmanuel Nunes, La dulce, que se podrá ver en noviembre en la Staatsoper y cuya dirección asistente corre a su cargo. Entre ensayo y ensayo, nos concedió la siguiente entrevista.
BERLÍN
Desde 2003 reside en Berlín. ¿Cómo se ve la actualidad musical desde la metrópoli musical por excelencia? Ha cambiado su perspectiva de la música? ¿Es tan desolador el paisaje musical-cultural en España como se nos dibuja a menudo?
Mi perspectiva de la música no ha cambiado. En todo caso se ha reforzado, desde que vivo en Berlín. Salí de Asturias sediento y sigo igual. Sigo notando la misma electricidad cuando un proyecto comienza a tomar forma, cuando una colaboración recibe luz verde y puede realizarse, cuando cerramos un programa. Si le soy sincero, es una sensación física: carne de gallina. A un nivel muy visceral noto cuando un proyecto va a sacar de mí todo aquello de lo que, en un momento dado, soy capaz. Y así sigo, buscando esa electricidad.
El panorama cultural en España no es para nada desolador. Grandes músicos, grandes escritores, grandes bailarines, grandes actores, grandes pintores, escultores… Ensembles que siguen luchando por ofrecer a un público grande o pequeño aquello que ven bello. ¿Es difícil? Claro! ¿Por qué iba a ser fácil?
Desmiéntenos algún falso mito berlinés y un falso mito sobre la música contemporánea.
Berlín…, sigo descubriendo esta ciudad. La propia ciudad de Berlín destruye sus propios mitos. La música contemporánea no es de difícil comprensión. Casi toda la producción instrumental de Mozart es mucho más abstracta a nivel estructural que muchas piezas contemporáneas.
Actúan de forma regular con el ensemble Zafraan en la Konzerthaus, la Philharmonie o el Radialsystem. Parece que en Berlín sí hay público para programar regularmente música de «nuestro tiempo».
Claro que sí. Es un público bastante fiel, no muy grande pero que no falta a los grandes eventos del “sector” como son los dos grandes festivales de música contemporánea Ultraschall y MärzMusik y la Musikfest, cada inicio de temporada. Hay que decir que a estos festivales se acerca también público de otras ciudades alemanas y no es raro encontrarse con colegas que vienen de Viena, de Amsterdam o incluso Londres, para asistir a algún concierto. La cultura del “pido una subvención para realizar este concierto, o esta colaboración con el artista tal” está muy sanamente extendida y se puede decir que toda la llamada Freie Szene (escena libre) trabaja de la misma forma: pequeños grupos de músicos, bailarines o actores que parten de una idea, crean un equipo, contactan con instituciones estatales y/o esponsores privados y ponen en funcionamiento toda la maquinaria para la realización de un proyecto. Nunca se nos olvida la importancia que tiene una buena publicidad. El hecho de que toda la Freie Szene trabaje de la misma forma podría derivar en una competición feroz y sin embargo no es el caso. Todos los colectivos de músicos (Zafraan, Kaleidoskop, KNM, Andrómeda MegaExpress Orchestra y muchos otros) son relativamente permeables y es muy habitual ver a músicos de un ensemble tocando con otro.
Háblanos de la nueva sala Pierre Boulez y del circuito de música contemporánea en su ciudad adoptiva.
De la sala Pierre Boulez sólo he visto una foto de la maqueta pero ya le veo muchas posibilidades. Tenemos un par de programas, que podrían dar lo mejor de sí en una sala de esas características. De todos modos hasta que no veamos y sobre todo, sintamos, el espacio, no podremos valorar si hay realmente posibilidades. Se han creado muchas expectativas también debido a que Pierre Boulez era un músico muy querido aquí.
De cara a la temporada 2016/2017, ¿en qué proyectos anda enfrascado? ¿Cuáles son los compromisos inmediatos más relevantes fuera y dentro de Berlín?
Estas semanas estoy trabajando como director asistente en la Staatsoper sobre una ópera de Emmanuel Nunes muy complicada a nivel técnico, con cambios de tempo y compás cada dos por tres. Está siendo una experiencia muy gratificante y enriquecedora y espero poder seguir ligado a esta casa con proyectos de ópera contemporánea. El mes próximo voy a dirigir a Dinamarca y Noruega, estoy veinte días por allí, donde también daré masterclasses y tocaremos obras de cámara.
También en Noviembre sale el segundo CD del Ensemble Zafraan, “Klangrede”, que presentaremos en un concierto en el Radialsystem. Entre Enero y final de Febrero de 2017 estaré en Madrid enfrascado en un proyecto en el Teatro Real y en primavera vuelvo, como cada año, al festival Podium de Esslingen (Alemania), donde dirigiré una versión de cámara de Des Knaben Wunderhorn de Mahler con una película de Clara Pons, entre otras muchas cosas. Ya llevamos unos meses poniendo este proyecto a punto y estoy muy ilusionado. Más tarde en 2017 saldrán algunos conciertos con una producción de La Historia del Soldado de Igor Stravinsky, que realizamos en 2013 y con la que debuté en el Festival de Lucerna en 2014. Esta es una producción que me encanta, con unos músicos magníficos, con el actor Uwe Topmann, que tiene una energía alucinante y muy contagiosa y con el director de escena Daniel Pfluger, con el que me gusta mucho trabajar.
Miguel Pérez Iñesta tiene permanentemente varios frentes abiertos: solista, director, músico de orquesta, la música contemporánea y hasta bailarín. Entre tanta inquietud, ¿no se diluye uno mucho?¿Con cuál de estas facetas se queda, si le obligan a elegir?
No me obligan a elegir. Nadie obliga a nada y las circunstancias en realidad nos muestran lo contrario: mantente fresco, al cien por cien en todas las facetas que puedas desarrollar, busca siempre aquello que te hace dar tu máximo, busca situaciones en las que no estés del todo cómodo, amplía poco a poco el círculo en el que te mueves y no te especialices, entendiendo la especialización como una forma de crear fronteras donde no las hay.
IÑESTA DIRECTOR
¿Deben los músicos de una orquesta elegir a su titular, como hizo la Filarmónica de Berlín con Petrenko? ¿No nos estaremos volviendo demasiado asamblearios?
No veo qué tiene de malo que un grupo de músicos se reúna para decidir a quién quieren tener delante en los próximos años. Lo que no puede ser es que ni se les pregunte, y que un órgano formado por un alcalde, un concejal de festejos y un qué sé yo decida estas cosas. En cuanto a los referéndums: el problema no es el referéndum en sí, el problema es pretender que un grupo de gente decida sin tener acceso a toda la información necesaria para tomar esa decisión.
En 2014 debuto como director de orquesta en el festival de Lucerna. Desde entonces se ha prodigado repetidas veces en esta faceta. ¿Cuáles han sido sus mayores logros y qué metas se fija de cara al futuro?
El mayor logro fue mi primer concierto como director, el momento en el que me dije a mí mismo que vale la pena aceptar la carga de responsabilidad que la posición conlleva para así poder dar más. Dar más de mí mismo no a la música sino a la gente con quien trabajo, que son los que en última instancia hacen sonar esa música. Las metas comienzan a perfilarse: continuar mi labor en el Podium Festival Esslingen, en el que llevamos a cabo proyectos muy innovadores y de alto riesgo, en el que hay una actitud bastante punk con la que me veo muy identificado, y entrar poco a poco en las programaciones de orquestas sinfónicas con propuestas igualmente atrevidas.
De los directores con los que ha trabajado, en calidad de músico de orquesta, ¿hay alguno/s que destaque especialmente y que le sirva/n de referente/s? ¿Es Pierre Boulez el director que más ha hecho por atraer la temida música contemporánea al gran público?
Desde el año 2005 toco regularmente con la Filarmónica de Berlín, al principio como miembro de la Karajan Akademie y más tarde como refuerzo. En estos años he tocado prácticamente con todos los mejores directores de la actualidad. Admiro de Sir Simon Rattle, con quien más he tocado, su afilado sentido del humor, su despierta inteligencia, su manera de llevar al músico de un punto a otro… De Bernhard Haitink me gusta su coraje para no hacer, para no siempre ser claro, para obligar al músico a decidir por sí mismo… En este último año he visitado varias veces a Peter Eötvös para pedirle consejo sobre piezas que iba yo a dirigir. Es un hombre tranquilo con una experiencia enorme. Posiblemente sea Pierre Boulez el director que más consistentemente ha apostado por la música contemporánea en sus programaciones, y también por una visión contemporánea de piezas más antiguas. No hay más que ver su Anillo (Wagner) con Chéreau, o sus interpretaciones de Mahler.
IÑESTA EN CLAVE DE CÁMARA
¿Cómo surgió el proyecto del grupo Zafraan del que es miembro fundador? ¿Por qué ese nombre? ¿Con qué regularidad se encuentran?
Fundé el Ensemble Zafraan con varios amigos en 2008. Éramos aún estudiantes. Fue la fusión de dos grupos de cámara con los que había tocado en los dos años anteriores: con uno de ellos estrenamos una pieza del, en aquel entonces, también estudiante Stefan Keller y ganamos con ello el Hanns Eisler Preis de interpretación de música contemporánea. Con el otro realizamos en 2007 una pieza de teatro musical contemporáneo de G. Aperghis, casi dos meses en el Nationaltheater Mannheim. De esta pieza hicimos casi cuarenta representaciones en los tres o cuatro años sucesivos. El nombre Zafraan es un totum revolutum con referencias al sur de Europa, al norte de África, a una cierta idea romántica de lo que puede significar sofer en hebreo (sfr, una raíz que da pie a todo aquello relacionado con el libro, la escritura, el escriba), pero también en árabe (la misma raíz nos lleva a un color y a una especia). Nos encontramos cada vez con más regularidad. En nuestro primer año creo que hicimos sólo un concierto, el segundo año fueron dos. Después hubo una época en la que no tuvimos acceso a ciertas subvenciones pero seguimos poniendo en pie programas interesantes, sin cobrar un duro, a veces poniendo de nuestro bolsillo para poder pagar la sala o las partituras. En estos últimos años el ensemble ha comenzado a ser un nombre conocido y de referencia en Alemania. En la actualidad Zafraan supone al menos un 50 por ciento de la actividad de sus músicos. Nuestros músicos deben mantener su libertad, tocar con otros ensembles, otras músicas, ya que de todo ello se ve enriquecida la experiencia del resto cada vez que nos encontramos. Tenemos dos colegas que hacen música antigua al más alto nivel, nuestro chelista es el principal chelo de la ópera de Estocolmo (con todo lo que ello conlleva de aviones y tal), nuestro percusionista es el batería de uno de los grupos de rock más conocidos de Alemania y también un asiduo de la Filarmónica de Berlín… ¡Dream Team!
Su repertorio se circunscribe a la música contemporánea de Thomas Adès a Frank Zappa, servidor admite no conocer a la mitad de los compositores. Una propuesta verdaderamente atrevida. ¿Qué les atrae de estos compositores? ¿Es fácil programar en salas de conciertos de solera con nombres a priori poco conocidos para el melómano medio?
A mí personalmente me da igual lo viejo o lo nuevo, lo desconocido o lo conocido que sea un compositor. Lo que busco para un programa es música que, puesta en un contexto concreto, nos lleve allí donde queremos ir con el público. El melómano medio en general está dispuesto a dejarse llevar, a ampliar sus conocimientos, a saborear una pieza conocida puesta del revés o a sentirse vapuleado. El melómano medio agradece cuando se combina Xenakis con Vaugham Williams, por el contraste que ello implica.
La música de cámara le acompaña incluso en sus sobremesas familiares. Con sus hermanas Gala y Claudia actúan regularmente en formato de trío también primando la música de nuestros días. El pasado 21 de septiembre actuó en CentroCentro de Madrid en el marco del Ciclo Europa y sus Fantasmas, comisariado por el compositor Jorge Fernández Guerra. ¿Qué nos puede contar de esta otra vertiente camerística más íntima y familiar? ¿Cómo se logra compaginar todo?
La elección del programa corrió a cargo de Gala, con las directrices de Jorge Fernández Guerra (obras del periodo de entreguerras). Lo gracioso es que con mis hermanas comencé bastante tarde a tocar. El primer concierto como trío lo hicimos en 2002 en Palma de Mallorca en un ciclo precioso, que no sé si sigue en marcha, con conciertos en los patios interiores del casco viejo. Un año más tarde nos llevamos el primer premio del Concurso de Juventudes Musicales, lo que fue una gran alegría y nos dio la oportunidad de tocar muchísimo los años que vinieron. Hoy día hemos ampliado la formación, incluyendo al chelista Luis Zorita, colaboramos además con una compañía de danza en Heidelberg (Alemania) y vamos regularmente a Dinamarca a tocar y dar clases.
LA MÚSICA DEL SIGLO XX Y XXI
La pregunta ha sido mil veces formulada, pero me interesa su opinión, ¿a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de música contemporánea?
En teoría sería la música desde Schoenberg, Berg y Webern, que pueda inscribirse en cierta tradición de clasicismo en sentido amplio, lo cual es como no decir nada.
¿Qué le atrae más del repertorio reciente frente al pasado? ¿Estamos hartos de Mozart y Brahms?
No me atrae más el repertorio reciente. De hecho, creo que no toco más música contemporánea que clásica o romántica. Por supuesto que no llevo la cuenta de en qué porcentaje toco esto o lo otro, sino que intento siempre hacer música que mueva algo en mi interior. Sin embargo, así como creo que la historia hay que estudiarla desde el presente hacia atrás, la música es lo mismo: el hecho de internarme en piezas contemporáneas estructuralmente muy complejas hace que vea mucho más claramente y admire a muchos más niveles las sonatas de piano de Haydn o Mozart, que comprenda la grandeza de una sinfonía de Bruckner, etc.
Uno tiene la sensación de que los partidarios de la música novísima denuestan el atávico culto al anquilosado repertorio clásico-romántico y viceversa los “melómanos del XIX” echan pestes de las vanguardias y sus aparentes esnobismos para un público reducido (compositor a menudo).¿Qué hay de cierto en ambos prejuicios? ¿Uno intuye una especie de conflicto civil no fácil de conciliar?
Lo que más me gustaría es hacer un concierto en el que ambos grupos llegasen a las manos. Llevo más de veinte años tocando conciertos, muchos de ellos para público a priori “difícil” y nunca ha ocurrido cosa igual, lo que me lleva a pensar que son minoría los que están en contra de algo. Yo estoy sobre todo en contra de conciertos en los que los músicos están ostensiblemente (insultantemente) ausentes, y eso ocurre con cualquier repertorio. Esa desconexión del músico con la música es la que hace que el público no se encienda.
¿Sigue siendo Stravinsky en 2016 un compositor contemporáneo? Por la misma regla de tres en tiempos de Mahler y Bruckner sería Franz Schubert también un compositor de música contemporánea.
La música de Stravinsky no pierde ni un ápice de su furia original, la Consagración nos mantiene en vilo siempre que la escuchamos, a más de cien años de su estreno, así como muchas otras de sus obras, sean ballets, óperas, piezas de cámara. Ahora bien, está en otra longitud de onda que, por ejemplo, Lachenmann o Grisey.
¿Debe la «música contemporánea» abandonar sus excentricidades y hacerse más didáctica?
La “música contemporánea” debe sobre todo abandonar todos sus tabúes y hacerse menos didáctica. Debe (y creo que esta última generación de compositores lo está consiguiendo) crear no como reacción a algo preexistente sino realmente dirigirse hacia adelante. Esa “composición reactiva” estaba justificada tras la segunda guerra mundial. Más tarde, esta postura dejó de ser interesante.
De todos los compositores vivos (de muchos de ellos seguro ha interpretado, sino estrenado obras), ¿cuáles le han marcado más?
Aquellos con los que trabajo más asiduamente y con quienes paso más tiempo. Antoine Daurat se ha convertido en un muy buen amigo, Stefan Keller, rompedor. Entre los españoles Elena Mendoza y Héctor Parra. A Héctor procuro visitarlo en París siempre que puedo, me ha ayudado a entender tanto su música como la música de muchos otros compositores, tanto contemporáneos como clásicos y románticos. Equipara la música a un músculo: siempre es el mismo, unas veces está contraído y otras se encuentra en reposo, tranquilo, relajado.
¿Con qué compositores del siglo XX nos quedamos y cuáles han sido sobrevalorados?
Dejo la elección a alguien con más tiempo para ello. Me concentro en hacer lo mejor posible aquello que decido interpretar.
¿Qué compositor ha entendido y tratado mejor al clarinete?
No lo sé, pero hay tres piezas que considero obras maestras para clarinete solo o con electrónica: “Sequenza IXa” de Luciano Berio, “Dialogue d’une Ombre Double” de Pierre Boulez y “Salto”, de Antoine Daurat.
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