Pink Floyd: 50 años, la exposición Their mortal remains
Nunca he podido ver en directo a Pink Floyd (en adelante PF), cuando actuaron en San Sebastián yo estaba en Madrid, cuando en Barcelona yo en San Sebastián de nuevo (1994). Total que tendré que esperar a 2018, Madrid, seguramente en febrero. Será un disfrute ya técnico. Me explico.

© Victoria and Albert Museum, London
Llevo escuchando su música desde los primeros setenta atraído por su psicodelia frente al rock-blues habitual en mi tocadiscos del Círculo de Lectores de la época: Cream, Jimmy Hendrix, Stones, King Crimson, etc. Un gran puñado de años excepto el lapso 1980-1995 en el que me sumergí en las aguas abisales del jazz: desde Charlie Parker a Ornette Coleman y Anthony Braxton…como poco. Luego ya he combinado cada día varios estilos musicales…desde la música antigua al espectralismo serialista, pasando por el rock y el jazz, claro.
A esta circunstancia hay que sumar el hecho de que en 2005 aparecí por Londres al día siguiente de su reunión de Hyde Park. Dos días después se cometieron los atentados que dejaron más de 50 muertos. Hace tres años, visité Pompeya al día siguiente de la actuación de Dave Gilmour rememorando el film de hace 40 años. Es mi sino.

© Victoria and Albert Museum, London
Hace unos años pude entablar una conversación con una amiga, estudiante de Musicología en la UVa, sobre la importancia de PF en el arte pop británico, no solo en la música, pues desde el primer momento sus shows incluían proyecciones, un diseño de luces trabajado (Sesiones del club UFO junto a Soft Machine) animaciones, estructuras, hinchables…muchos de esos shows iconos, como su música, de una época importante de la cultura popular en Gran Bretaña. Incluso planteamos la posibilidad de hacer algo con estas ideas: música en directo, portadas de discos, carteles, videos…
¿Qué aportaba musicalmente en esos momentos? Al sonido lineal de las canciones pop y R´n´B de la época, le suman dos dinámicas no usadas en el rock hasta ese momento: uso de los crescendos (volumen e intensidad) y una especial relación quietud-agitación en muchos de sus temas ¿quizá como reflejo de la realidad alterada por el uso del LSD en aquellos momentos?
¿Tanto significan? Pues sí, seguramente nadie puede eclipsar a The Beatles, pero PF han eclipsado al resto de luminarias musicales Pop-rock. Frente a la especialización – incluso virtuosismo instrumental- de muchos (pienso en Clapton o Fripp) PF han optado siempre por innovar en sonoridades, motivos de inspiración y creación plástica y visual junto a una música muy elaborada, además, con mucha influencia del jazz ( el Miles Davis de Kind of Blue e In A Silent Way) de la música concreta (Pierre Henry) y electroacústica (Stockhausen) practicadas en Francia y Alemania, países que visitaban con frecuencia.

© Victoria and Albert Museum, London
Desde hace tres o cuatro años he tratado de acercarme más sistemáticamente a la música de PF entre 1968 y 1980, mi cuelgue pinkfloydiano acaba con The Wall. El resto de su obra me ha interesado mucho menos. No hablo de calidad, hablo de interés personal. Ellos (Roger Waters y David Gilmour) se han acercado también a estilos e ideas por las que estoy interesado: fusión rock-clásica.
Esta nueva aproximación por mi parte ha incluido en estos años hacer versiones acústicas de algunos de sus temas con un grupo de amigos, descubriendo las letras de las canciones, muy bien compuestas, sus armonías y el alma de los temas más allá de la parafernalia de la industria musical. Ya no les escucho solamente, les estudio.
PF pasaron, como casi todos los músicos pop, de grupo a equipo. En el grupo se integraron jóvenes con afinidades musicales (Rythm and Blues) , culturales (cine, artes visuales) …de hecho en el libro PF Inside Out, de Nick Mason este habla de que se repartieron instrumentos sin saber tocar ninguno de ellos…me suena eso de muchos grupos juveniles de rock . Pronto vieron la necesidad de fijar el funcionamiento como grupo (personal fijo, ensayos, instrumentos, actuaciones para amigos), y de ahí pasar a ser un equipo. Este es un aspecto que no conocía y que Inside Out y la exposición aclara de forma contundente (incluyendo instrumentos, proyecciones, transporte, actuaciones) . La formación inicial, ya definitiva, estaba compuesta por Syd Barret, guitarra, voces y composición; Rick Wright, teclados y piano; Roger Waters, bajo y voz y Nick Mason, batería. Estos dos últimos se conocieron siendo estudiantes… ¿de qué? ¡Arquitectura!. Vaya, eso explica muchas cosas.
Entre estos amigos-colaboradores estaba el diseñador de toda la exposición, desde la idea a la materialización: Aubrey Powell, que desde los primeros años se integró – junto al fallecido Mark Fisher– en el equipo de “puesta en escena”. ¡Y qué puestas! Hasta 1974-75 se conformaron con pantallas y proyecciones, pero a partir de entonces incluyen grandes estructuras, películas, autómatas, hinchables – que a veces se escapan de los estadios provocando cierto caos aéreo- actuaciones en la laguna de Venecia – a quien donaron la totalidad de los beneficios del concierto-, etc.
Ellos describen esta dinámica como de bola de nieve, acumulación rodante, todo se va sumando y sus conciertos son una auténtica fábrica de música y artes visuales, con toda la parafernalia de la industria musical pop: aviones, trailers, autobuses, hoteles enteros reservados para ellos. Lo mismo sucede con la gestión de su marca y derechos. En su día no firmaron nada con la empresa de management (Blackhill Enterprises con Joe Boyd a la cabeza) y todos están a la greña por derechos morales y económicos de sus temas y shows. Todos menos Syd Barret, que murió hace unos años y que llevaba apartado de sus compañeros desde 1975. No voy a hablar de sus problemas.
No es un grupo muy prolífico en discos, son solo 15 los firmados por ellos entre 1968 y 2017, contando con que el último (An Endless River) está hecho con tomas descartadas de los últimos 20 años. Mis favoritos acaban con The Wall, que con el nombre de la banda es el resultado del trabajo conceptual y musical de Roger Waters. Abandonó el barco en 1985. En los posteriores solo reconozco algunos temas de elevado interés junto a valles placenteros y extensos, como la impresionante campiña inglesa, de la que me he enamorado este verano.

© Victoria and Albert Museum, London
Mención aparte en esta reseña para Doce Notas debe ser la suite Atom heart mother (el de la vaca, en castizo), proyecto para grupo de rock, coro y grupo de metales en el que se embarcaron con el compositor de música para documentales e ingeniero de sonido Ron Geesin y que compondría con Roger Waters Music from The Body un interesante intento de ponerle música a muchos de los sonidos del cuerpo humano. Las vicisitudes de ensayos y puesta en marcha de AHM son una lección de gestión musical por sí mismas. Waters ha acometido obras operísticas, como la indescriptible 1789 sobre la Revolución Francesa. Hoy es el mayor activista en la música pop contra la ocupación de Palestina por parte de Israel.
Hay que sumar dos grabaciones hechas para el cine: More, film de Barbet Schroeder (como La Vallé, que se editaría con el nombre Obscured by Clouds) y Zabriskie Point, de Antonioni (después del éxito de Blow Up, basada en un relato de Julio Cortázar, Las babas del diablo, y que tan bien refleja el swinging London de finales de los 60). Zabriskie Point fue un fallido intento de retratar el hipismo y la psicodelia americana que al final solo incluyó algunos temas ya editados. Pusieron su música en directo al Ballet de Roland Petit en Marsella y trabajaron para la pieza de coreografía sobre A la búsqueda del Tiempo Perdido, de Proust.
La exposición muestra de forma ordenada, cronológica y excepcionalmente bien documentada los restos mortales de una de las bandas que han contribuido a hacer grande musical, visual y económicamente la industria musical británica, que no olvidemos: en los años 80 el IVA recaudado por el Pop era casi penique por penique lo que el Arts Council of Great Britain invertía en el resto de las artes.
¿Qué más decir? Pues simplemente, si están interesados por la música y las artes populares de siglo XX aprovechen un fin de semana y vayan a Londres a verla, seguro que hay allí mucha actividad cultural que la acompaña. Les queda todo el mes de septiembre.
Ah! Y compren el catálogo por 25 Libras, el resto del merchandising lo tienen en España más barato.
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