XIV edición del Festival Internacional de Jazz de la Universidad de Valladolid: ¿una valoración?
Dije hace semanas que la siguiente entrada en el blog era para escribir solamente sobre Jazz y ahí va. Promesa cumplida.
No se trata de emitir una nota de valoración, ni siquiera una clasificación cualitativa, si no de compartir unas ideas alrededor de un acontecimiento musical en los comienzos del verano vallisoletano de 2015.
Recientemente nos hemos librado de una losa política y cultural en esta ciudad. Merece ya el olvido total. La ciudad ha recobrado parte del pulso musical que exhibió en los ochenta y noventa del siglo pasado, tanto en la profusión de actividades musicales como en la emergencia de talentos producto de escuelas de música y conservatorio. Falta mucho aún, leyes y normativas no favorecen…se puede hacer una interpretación más razonable de las aplicadas a bares y otros establecimientos, pero cuando surja de nuevo un conflicto volveremos a lamentar no haber adaptado la norma a los usos del espectáculo escénico y musical actual y no en los parámetros de comienzos de siglo. Deseo equivocarme al respecto.
En cualquier caso, nos ocupa el Universijazz. Hablan de él los medios locales y le atribuyen una consolidación que ya tenía asegurada por parte de organizadores, patrocinadores y entidades colaboradoras. Desde la Universidad de Valladolid al Banco de Santander. En 2015 por segunda vez tiene lugar en un emplazamiento central de la ciudad, pleno centro, a cien metros del ayuntamiento: Patio de la Hospedería de San Benito. Un lugar en el que vienen celebrándose espectáculos musicales y cine desde los setenta. Además, muchos aficionados –es mi caso- abogábamos por el traslado a este espacio frente al anterior: Museo de la Ciencia, en la ribera del Pisuerga. Todo tiene pros y contras, y pese a la ocupación casi total de los mil asientos cada día muchos aficionados me comentaban la necesidad de contar con servicios de bebidas y cierto refrigerio dadas la horas de cierre de las actuaciones. Eso unido a la poca flexibilidad de movimiento que dan las gradas hacía que muchos añorasen el anterior emplazamiento. Yo creo que la música, el sonido, gana en el actual, pero sí, hay que tener en cuenta “otras necesidades” fisiológicas y relacionales a la hora de tomar estas decisiones. Lo reconozco.
¿Y qué hay de la música? Bueno, sobre el papel el programa no dejaba sombra de duda. Muy interesante, un festival de primera con recursos limitados. Algunos artistas estuvieron a la altura –incluso superaron- las expectativas y otros –siempre en mi opinión, claro- quedaron justos o por debajo.
Concretando. Abrió el festival el gran intérprete de “soul” y “funky” Maceo Parker. Hasta la bandera para recibir al que fuera ya cabeza de cartel con James Brown. Él dice que su música se compone de un dos por ciento de “jazz” y un noventa y ocho de “funky”. Puede, aquí nos ofreció un dos por ciento de jazz, de acuerdo, un “cincuenta y ocho” de funky y no menos de un “cuarenta” de “show”…con sus picos y sus valles…momentos en los que se hace participar al público, largas y reiteradas presentaciones…
No obstante su maestría en el la interpretación musical e incluso concepción de los esbozos de coreografías fueron impagables, como los homenajes al soul- Ray Charles- y funky por su parte y por las dos cantantes excepcionales que le acompañan. Potente bajista que al principio ensució un tanto el sonido, después parece que se resolvió. No es fácil sonorizar estos conciertos. Tanto el público como un servidor gozamos de dos horas de buena música con muchos momentos brillantes y vibrantes.
La segunda sesión es de aquellas, como los platos de cocina, donde todos los ingredientes son de altísima calidad…pero el resultado no tanto: Nettwork, cuarteto liderado por el bajista Charnett Moffett con luminarias como Stanley Jordan a la guitarra y Jeff “Tain” Watts a la batería más el pianista Casimir Libersky. No funcionó. Exceso de volumen, sonido complicado, desarrollos uniformes en todos los temas –riffs muy complejos + repetición + crescendos y descensos rápidos al tema- uno tras otro…quizá el nuevo público lo necesite pero hemos visto tan grandes formaciones de fusión y jazz-rock que ya no nos dice demasiado a muchos…hay quien pensaba en King Crimson…no en mal plan, si no en música propia de otros contextos.
Al tercer día surgió la sorpresa: Richard Bona, bajista camerunés acompañado de magníficos músicos venezolanos, cubanos, mexicanos…de él apenas había escuchado algunas interpretaciones por radio. Toca el bajo en una clave que yo denomino “africana”..más melódica que rítmica – al estilo de uno de los grandes del género Alec Dankworth, bajista con Ginger Baker- y canta razonablemente bien…estableciendo un interesante interplay entre estos dos instrumentos. Buenos temas, excelente sonoridad, buenos arreglos…anima a la participación del público…muy buen sabor de boca. Por ponerle un pero: se pasó de metraje en los bises…ya tienes al público en el bolsillo…no necesitas dulcificar tanto la música…nos cantó una extensa nana.
Cuarta y última sesión, también lleno: Lee Konitz + Jeff Denson Trío, liderado por el bajista y vocal Jeff Denson, ferviente admirador y discípulo de Lee. Ochenta y siete años tiene el joven, líder de algunas de las corrientes renovadoras del jazz como el “cool jazz” y participante activo de la “third stream” que trató de acercar jazz y música clásica – Gulda, Schüller-. Lee es una leyenda viva, ya tiene que hacer un magnífico “scat” pues el saxofón exige un esfuerzo de respiración que quizá por su tamaño corporal le resulte fácil a Sonny Rollins –misma edad aproximadamente- pero que a Lee obviamente le cuesta. Concierto hecho de standards del jazz que él o Lenny Tristano han ido “deconstruyendo” más que arreglando a lo largo de muchas décadas.
Maestría del propio Konitz, del bajista Jeff Denson y del pianista Dan Zemelman…sublime…jazz pasado por las complejas armonías contemporáneas.
Bueno…toca esperar un otoño-invierno fructífero para el jazz en espacios pequeños, bares, clubes, pequeñas salas…o despertar del sueño…ya veremos.
Os lo contaré.
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Hola Miguel Ángel, después de pensar un rato si contestar tu escrito sobre el Universijazz, lo hago. Lo he leído y repasado, siendo tuyo interesa hacerlo. Me ha gustado tu resumida visión de los artistas y su actuación, lo bueno si breve…. No he ido a ninguna representación, pero lo que me llama la atención es que, habiendo tantos nombres por medio en el evento, no se mencione al director artístico, que es quien ha “traído” a estas primeras figuras del jazz. Falta en el artículo, para que sea informativo y esté completo. Saludos y gracias.