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Il barbiere di Siviglia © Antoni Bofill

La nueva directora artística, Christina Scheppelmann, junto al director general, han recuperado de las catacumbas las taquillas y las han devuelto a la principal arteria barcelonesa, Les Rambles, ganando así mucha más visibilidad y presencia (cosa nada despreciable, si de lo que se trata es de vender localidades). También han mejorado substancialmente los programas de mano, que aun sin restaurar la edición del libreto, parecen haber recuperado algunas plumas eruditas, superando de este modo clientelismos nada deseables en un teatro público. A su vez, la ridícula fotocopia con la escueta ficha técnica del espectáculo de la velada que se ofrecía gratuitamente, ha sido substituida por un díptico con un breve resumen argumental y publicidad de próximos espectáculos, potenciando así el valor pedagógico y divulgativo del material gràfico.

Cambios a los que cabe sumar el acierto de abrir temporada con un título del gran repertorio que hacía 23 años (¡!) que no pisaba este escenario: Il barbiere di Siviglia. Una producción firmada por la popular compañía catalana Comediants (Joan Font) que, gracias a una austera y funcional escenografía, a su fantasioso y colorista vestuario, a una impecable iluminación y aún a pesar de la gratuidad de ciertos figurantes, logró meterse al auditorio por completo en el bolsillo. Un público que prácticamente ha agotado las localidades de todas las funciones programadas, convirtiendo este arranque de temporada en un éxito similar al Porgy & Bess pre-vacacional.

Contribuyó en gran medida a ello el espléndido reparto reunido para la ocasión, con la única tónica un tanto discordante de un Figaro (Mario Cassi) de línea irregular y poca chispa escénica, subrayado por el magnífico trabajo de la orquesta titular bajo las órdenes de Giuseppe Finzi. Brilló con luz propia la extraordinaria Rosina de la mezzo italiana Annalisa Stroppa, radiante en su exhibición belcantista y en su desenvoltura escénica, secundada por el delicioso y elegante Conde de Almaviva del argentino Juan Francisco Gatell, debutantes triunfadores ambos en el Gran Teatre del Liceu. También debutó y arrolló el extraordinario Don Basilio del portugués José Fardilha, quien rubricó un aria de “La calumnia” de antología. ¿Qué decir del Bartolo de Carlos Chausson? Todo él derroche de maestría cómica y canora. Completaron los co-primarios con gran dignidad Marisa Martins (Berta) y Manuel Esteve (Fiorello/ Oficial).

Después de la impoluta sinfonía de obertura, el maestro Finzi matuvo siempre a la orquestra con el temple i la vitalidad dinámica que exige la partitura rossiniana, concertando ágilmente voces y foso en los variados números conjuntos. Al final, hubo lluvia de dólares con el rostro del genio de Pésaro.

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