La zarzuela regresa al Teatro de la Maestranza
Por Luis Fco. Gordillo Navarro
‘La del manojo de rosas’, del maestro Sorozábal es la zarzuela que esta temporada programa el Teatro de la Maestranza de Sevilla en su habitual incursión en el género patrio.

‘La del manojo de rosas’. CortesÃa Teatro de la Maestranza
Una veterana producción, de la mano del aclamado Emilio Sagi, para el Teatro de la Zarzuela en 1990, y su reciente reposición hará unos dos meses en el mencionado teatro hacÃan pronosticar un éxito asegurado. En Madrid lo fue. En Sevilla, de la mano del director de orquesta Miguel Ãngel Gómez MartÃnez y con el elenco de actores principales que protagonizaron dicha reposición, también.
Una zarzuela de este nivel deberÃa ser bien recibida en cualquiera de los teatros españoles que programan producciones musicales. En Sevilla era esperada con deseo desde que se diera a conocer la programación por gran parte del público que habitualmente no asiste a la ópera. Y es que, a pesar de la cantidad de similitudes entre zarzuela y ópera, ya sea por afinidad con la primera o por desconocimiento de la segunda, la zarzuela atrae apenas sin esfuerzo a mayor cantidad de público a sus butacas.
El Teatro de la Maestranza sabe de este poder de atracción y desde sus primeras temporadas, allá por el año 1993, programa, al menos, una zarzuela por temporada –insuficiente a mi parecer. Año tras año el público sevillano, que responde en masa a esta provocación, ha visto pasar por estas tablas las producciones más aplaudidas del repertorio, generalmente reposiciones del Teatro de la Zarzuela, principal exponente del género a nivel nacional. Curiosamente, la misma zarzuela que ahora está en cartel, ya pasó por este escenario en 1996.
Las particularidades que hacen de esta producción un éxito son varias. La principal, y a mi juicio la más importante, es la calidad del elenco protagonista. Un plantel de voces equilibradas, con carácter y adecuadas a cada uno de los diferentes personajes. Destaca el buen hacer de Carmen Romeu y Ruth Iniesta, tanto en las partes cantadas como en las declamadas. Romeu (Ascensión) estuvo acertada en cada una de sus intervenciones, transmitiendo en cada momento lo que se esperaba de ella, sin intención de virtuosismo alguno. Ruth Iniesta (Clarita) construyó su personaje a partir de su lÃnea de canto, dándole por tanto una uniformidad que a menudo se echa en falta en personajes de este estilo. José Julián Frontal (JoaquÃn) da el tipo como JoaquÃn, aunque de nuevo volvieron a aflorar los problemas que ya se presenciaron en el Teatro de la Zarzuela: comedido al inicio, incluso incómodo, a mi parecer, aunque yendo de menos a más y regalándonos un impecable segundo acto, Ãntimo y apasionado. Es de resaltar su “Qué tiempos aquellosâ€, a media voz y con una expresión y dulzura al alcance de pocos. El veterano actor Luis Varela muestra sus tablas en el oficio dando de nuevo vida al redicho Espasa. Carlos Crooke se nos presentó fresco y muy desenvuelto en el papel cómico de Capó, tanto en el decir como en el cantar. Sin embargo, la voz de Ricardo Bernal (Ricardo) acució problemas de proyección no solamente en el canto, también en los diálogos. Quizá, la única pieza que queda sin pulir.
Otro de los puntales sobre el que se sostiene es, sin duda, a los decorados y a la genial concepción del escenario de Emilio Sagi. Una concepción clásica de la puesta en escena que en ocasiones puede resultar estática, pero que se compensa con la incursión de números de baile que acompañan a música –cómo iba a ser si no– de baile. Llamativa es también la escena de lluvia, para la que se muestra la escena tras un telón semitransparente sobre el que se proyecta la lluvia, creando una atmósfera muy acorde al texto.
La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla fue dirigida en esta ocasión por la batuta de Miguel Ãngel Gómez MartÃnez. Este veterano director, de envidiable trayectoria teatral, sostiene a una mermada Sinfónica bajo el mimo de cálidas pinceladas que propician un perfecto entendimiento entre foso y escenario.
El público supo apreciar la calidad de esta producción y aplaudió calurosamente al final de la representación, deseoso quizás, de una mayor programación del género en unas temporadas cada vez más menguadas bajo el pretexto de una redundante crisis económica. Sirvan estas lÃneas como voz en favor de dichas peticiones.
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