Celso Albelo inaugura el ciclo de recitales líricos en Ópera Tenerife
El martes 4 de junio tuvo lugar en el Auditorio Adán Martín de Tenerife el primer recital de un programa lírico, que nos cita cada martes de este mes, para abordar un repertorio vocal desde el Barroco hasta el siglo XXI.
El tenor Celso Albelo y la pianista María Jaubert pusieron el broche de oro en la apertura del ciclo con lleno absoluto. La primera parte del concierto incluyó un recorrido por el siglo XX de la música española e hispanoamericana, con autores como Joaquín Turina (1882-1949), Carlos Guastavino (1912-2000) y Alberto Ginastera (1916-1983).
El Poema en forma de canciones op. 19 de J. Turina, cumple la promesa que este le hizo al maestro Albéniz de componer música de influencia española. Cometido que no le fue difícil al tomar su Andalucía natal como fuente de inspiración para la psicología pasional que retrata en esta obra, entre muchas otras. Albelo hizo suyos los ritmos y colores de la música de raíz popular, para transmitir esa pasión visceral que los poemas de Ramón de Campoamor retratan: “Tengo miedo de ti. […]¡Tengo miedo sin ti!”; “Prefiero como todas las mujeres que me amen poco tiempo y con locura”. Una interpretación por parte del cantante y la pianista que embelesó al público; como dice el tercer poema Cantares, “Vuélvemelo a decir (cantar), pues embelesado ayer, te escuchaba sin oír, y te miraba sin ver”.
De la pasión al dolor y al pretendido olvido de un amor. La otra cara de este sentimiento se presentó con una de las primeras obras que compone en su carrera el argentino Alberto Ginastera, Dos canciones, Op.3, de las que cuales en este recital sólo se interpretó Canción del árbol del olvido, con texto del creador de la canción montevideana, Fernán Silva y Valdés. Se trata de una obra del estilo nacionalista propio de los inicios de Ginastera, y se caracteriza por sus ritmos de milonga, que fueron interpretados grácilmente, en contraste con el mensaje de desconsuelo del poema, “pues me olvidé de olvidarte”.
Un admirador de compositores nacionalistas españoles como Albéniz, Falla o Granados, fue el compositor argentino Carlos Guastavino, conocido como el “Schubert de las Pampas” por su vínculo con la canción e intimismo. Su obra está marcada, al igual que la de los anteriores compositores por un claro estilo nacionalista, y un pensamiento compositivo vocal. Ha dejado en su catálogo más de 150 canciones para voz y piano, algunas de ellas aún sin publicar, entre las que destaca por su popularidad Pueblito mi pueblo, con texto de Francisco Silva. El pueblito en cuestión al que Celso Albelo le cantaba la pasada noche, como si del suyo se tratara, era San José del Rincón en Buenos Aires, una pequeña aldea donde Guastavino pasó los primeros y últimos años de su vida. Envueltos en el recogimiento de esta composición evocativa, de influencia puramente argentina, cerró la primera parte del concierto bajo un mismo halo estético nacionalista.
Todos los grandes tenores incluyen en su repertorio las arias célebres de ópera italiana, que en este caso constituyeron la segunda parte del recital, de Gaetano Donizetti (1797-1848), Giuseppe Verdi (1813-1901) y Francesco Cilea (1866-1950).
Celso Albelo, se lució con creces interpretando este repertorio operístico que dio comienzo con el aria Tombe degli avi miei del drama trágico Lucia de Lammemoor, y la romanza Una furtiva lagrima de la ópera cómica L’elisir d’amore, ambas de Donizetti. En los dos casos cumplió sobradamente con las expectativas expresivas y exigencias técnicas de las reconocidas obras y se ajustó con total naturalidad al diferente rol de las obras.
Entre ambas, María Jaubert interpretó al piano Improntu D 938 de Franz Schubert (1797-1828) con mucho intimismo, sutileza y una amplia gama de dinámicas. Una incursión posiblemente pensada para el descanso del cantante, pero que brindó la oportunidad a la pianista Jaubert para mostrar su calidad interpretativa como solista.
El tenor retomó la escena para ofrecer la mejor parte del recital, la romanza El lamento de Federico de la ópera L’Arlesiana de Francesco Cilea, impreganada de una gran carga emotiva y técnicamente impecable. Para finalizar y al mismo nivel interpretó La donna è mobile de la ópera Rigoletto, de Giuseppe Verdi.
La gran ovación del público tras finalizar el concierto, instó al tenor Celso Albelo a ofrecer como bis la jota Te quiero morena, de José Serrano, que dedicó a su madre con lágrimas en los ojos.
Con estos vaivenes de sentimientos provocados por las obras, las emotivas interpretaciones y los sentimientos de los intérpretes, buena parte del público se hizo partícipe de la emoción y la lágrima.
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Este ciclo de recitales líricos ha sido organizado por la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Música (ATADEM) en colaboración con el proyecto Ópera Tenerife del Auditorio Adán Martín. Para ello cuentan en el próximo concierto martes 11 con la soprano Candelaria González y la pianista Inmaculada Marrero; el tenor Agustín Prunell-Friend y el pianista Carlos Javier Méndez el martes 18; y la soprano Raquel Lojendio acompañada por el pianista Jesús Pinillos el martes 25 de junio.
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