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Gala Lírica de Juan Diego Flórez ©Ramón de la Rocha

Los pasados días 10 y 11 el Auditorio de Tenerife acogió la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por Christopher Franklin y Andrés Orozco Estrada. Ambos conciertos pueden tildarse como un magnífico comienzo de la 32 edición del festival, gracias a la destacada interpretación de la orquesta y solistas.

En lo que respecta a la Gala Lírica ofrecida por Juan Diego Flórez, el pasado día 11, destacar en primer lugar el éxito arrollador que obtuvo. El tenor mostró unas cualidades vocales muy apreciadas: precioso color, flexibilidad y amplio rango, e igualmente respondió a la demanda actual de volumen. Condiciones que le hace ganar adeptos por doquier.

En la primera parte del concierto Flórez interpretó a Mozart y Gounod, apropiándose de un estilo más intelectual y controlado que le permitió lucir técnica y una articulación muy adecuada al fraseo mozartiano. El nivel más emocional llegó de la mano de <<Bella enamorada>> de Soutullo y Vert, y de una apuesta más castiza con La boda de Luis Alonso, muy bien interpretada por parte de la orquesta, y la romanza <<Por el humo se sabe>> de Vives, que protagonizó el cantante. Conforme iba transcurriendo el concierto, la expresividad se hacía más intensa hasta llegar al final del programa con <<Parmi veder le lagrime>> y <<La donna è mobile>>, ambas de Verdi, y con <<Ah! Mes Amis>> de Donizetti. En consonancia, la London Philarmonic hizo gala de un magnífico sonido que apoyó y reforzó la interpretación de Juan Diego Flórez, y así mismo, Christopher Franklin guió a la agrupación con gran acierto en cuanto a la diferenciación estilística del programa. Del lucimiento vocal a la expresión extrema, la gala fue un crisol de emociones y experiencias para un público que se sumaba a cada propuesta.

En agradecimiento a la respuesta del auditorio, tras una muestra de saber hacer en todos los estilos, el tenor invitó al público a bailar o cantar para acompañarle en la interpretación de un popurrí de tradición centroamericana. Así, con los aires populares de <<Guantanamera>> o <<Me importas tú>>, se dio cierre al concierto. Lleno absoluto, clamores y final festivo, ¿qué más se puede pedir?

Un programa que supo llegar al amante del Bel Canto, entendido el término en su significado más amplio: el canto hermoso que se deja guiar por el sentimiento y la expresión, así como su extensión hasta el lucimiento vocal de Donizetti. La música se escucha y a veces se vive, esta es la experiencia de la que disfrutó el público de Tenerife.

No menos interesante fue el concierto ofrecido por la Orquesta Filarmónica de Londres y el pianista Denis Matsuev, en el que interpretaron el Concierto nº 3 para piano de Rachmaninov y la Sinfonía nº 1 de Mahler. El pianista, gran conocedor de una de las obra de Rachmaninov más populares por su exigencia técnica, mostró grandes destrezas tales como agilidad, capacidad expresiva y potencial sonoro. Emotivo en los momentos más sublimes y con mucha fuerza en los más expresivos.

Uno de los aspectos más característicos y exigentes del tercer concierto de Rachmaninov es el ritmo, su escritura demanda mucha agilidad y precisión rítmica en los tres movimientos. Al respecto, Matsuev se mostró más desenfadado y caprichoso rítmicamente en el último movimiento, y más riguroso en los primeros.

El balance orquesta-solista fue muy bueno, hasta en los momentos en que el piano representaba una orquesta en sí mismo por el aumento textural, sus diferentes líneas acontecían muy bien articuladas y destacadas por Matsuev, entremezclándose con las propias de la orquesta.

El momento protagonista de la Filarmónica de Londres fue la interpretación de la primera sinfonía de Mahler, donde lucieron sus dotes de gran orquesta. Una lectura impresionante en la que vertieron todo el carácter romántico y expresivo de la obra, al caracterizar cada movimiento con gran acierto y según las indicaciones que demanda el autor. Andrés Orozco Estrada creó atmosferas muy dispares de gran interés. En cuanto a tecnicismos y destrezas orquestales, destacar la precisión de las cuerdas y percusión, la dulzura y expresividad de las maderas y el potencial sonoro que mostraron los metales.

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