El nuevo Teatre Lliure construye una programación que mira hacia el Este
En la Temporada 21/22, el Teatre Lliure trabaja para consolidarse como gran teatro Europeo con 10 obras internacionales, 12 producciones propias, 11 coproducciones y 11 invitadas.
En 2019 Juan Carlos Martel Bayod fue nombrado nuevo director del Teatre Lliure de Barcelona, y desde entonces ha transformado el proyecto artístico del teatro para adaptarlo a la nueva realidad que estamos viviendo, no sólo la marcada por la pandemia, pero sí acelerada por ésta.
En este último año el teatro «ha consolidado un nuevo modelo de organización cultural, demostrando que es posible y necesario, que incluye una gran transformación digital, social, educativa y comunitaria y una fuerte apuesta por el talento local y la compañías jóvenes, a la vez que ha apostado por propuestas internacionales y coproducciones nacionales. Los resultados de estos dos últimos años refuerzan el proyecto iniciado por Martel en 2019 y ponen sobre la mesa la necesidad de tener proyectos públicos comprometidos con toda la ciudadanía».
Este proyecto cree que la excelencia artística, la creación y el talento pueden perfectamente convivir con el compromiso social, educativo, la sostenibilidad, la colaboración, la cooperación, la proximidad, el bienestar emocional, la internacionalización, la solidaridad, la equidad, la inclusión y la participación de nuevas comunidades. Desde la entrada de Martel la línea de programación siempre se ha dividido en cuatro grandes bloques: Escena, Cultura, Digital y Educación, y son transversales a todo el proyecto del teatro, no sólo en su programación.
La nueva organización cuenta también con nuevos Estatutos de la Fundación inscritos en el Registro de fundaciones, la renovación de los miembros del Patronato por tercios cada tres años, la aprobación del Código Ético, la aprobación del Protocolo de prevención y lucha contra el acoso sexual y por razón de género, la elaboración de planes de sostenibilidad, accesibilidad e igualdad, entre otros aspectos.
Además del impacto social y educativo, esta nueva manera de gestión ha dado unos resultados muy positivos para el Teatre Lliure a nivel de público y crítica. En la pasada temporada (20/21) el Teatre Lliure tuvo 34.739 espectadores con una ocupación media de 82,1% en todas sus salas, teniendo en cuenta la reducción de sus aforos debido a las restricciones por el Covid-19. Su programación online creó 2.124 espectadores digitales nuevos procedentes de 22 países de 4 continentes y sus producciones obtuvieron 11 Premios de la Crítica 2020.
Además de la programación escénica también propone actividades educativas, digitales y culturales. La programación cultural se consolida con 8 sesiones de la Escuela de pensamiento, 7 conferencias performativas, 7 sesiones de participación ciudadana en La Taula y una exposición dedicada a Fabià Puigserver con motivo del 30 aniversario de su muerte.
En tiempos de virtualidad y de distancia social la Temporada 21/22 quiere recuperar la proximidad y imaginar el futuro. Ha repensado sus espacios para que la cultura sea clave en la atención directa a la emergencia emocional. Unos espacios en los que se trabajarán más los procesos que los productos. Unos espacios de conversaciones, de diálogo, lejos del mercado y evitando los monólogos institucionales. Unos espacios repensados y abiertos al uso público. El Teatre Lliure considera que la cultura y las instituciones tienen que ocupar un espacio central en la comunidad: se tiene que recuperar la vida pública como lugar de encuentro. Una institución también es un lugar y es necesario utilizarlo como tal: habitarlo, convivir, construirlo y, finalmente, crear un relato común en el tiempo.
Con la convicción de habitar y de abrir los espacios se amplía el uso de una de las salas del teatro, el Espai Lliure, renovándolo y definiéndolo, tanto por el contenido como por la forma, como una sala de experimentación, conocimiento y participación ciudadana, que tendrá una personalidad propia para que el público pueda identificar lo que se programará en este espacio. Se podrán ver todas las propuestas de las residencias, así como acciones culturales y educativas muy diversas como la escuela del pensamiento, dinamizado por la filósofa, ensayista y profesora Marina Garcés y el escritor, periodista y activista cultural Albert Lladó; diálogos y conferencias performativas. Y tendrá un vestíbulo abierto a la creación. Un espacio de escucha consciente.
Esta temporada 21/22 se compartirá y recuperará la tradición entendida como puente entre países y culturas. Se hará una mirada a Europa Central y la del Este, dos culturas que en realidad son más cercanas a nuestra manera de hacer que no algunos parámetros anglosajones. Fabià Puigserver, fundador del Lliure, se formó artísticamente en Polonia y eso, indudablemente, ha marcado al Lliure y a las generaciones posteriores de artistas y de público. Este año, con motivo del 30 aniversario de la muerte de Fabià Puigserver, el Teatre Lliure quiere recuperar esta mirada en su programación.
De la creación polaca contará con nombres como Anna Karasińka y la residencia creativa de intercambio con el Nowy Teatr de Varsovia; a la de Hungría con Kornél Mundruczó; a la de Lituania con Oskaras Koršunovas y a la de Rusia con Fiódor Dostoievski (servido por Pau Carrió).
Para esta nueva temporada el Lliure propone 5 coproducciones nacionales. Con el Centro Dramático Nacional serán Lengua madre (texto y dirección de Lola Arias), N.E.V.E.R.M.O.R.E (Grupo Chévere/Xron) y Shock 1, Shock 2 (Andrés Lima); con el Teatro de la Abadía Casa (Lucía Miranda) y con Conde Duque Los figurantes (Nico Jongen/Ça Marche).
El Lliure insistirá este año en construirse no sólo como una casa escénica sino también cultural y educativa, siempre a partir de una identidad única. La apuesta por un teatro realmente de todos, un teatro con y para la sociedad, se verá en proyectos de grandes creadores y direcciones como los de Lola Arias, Lucía Miranda, Emma Dante o Clàudia Cedó y Xicu Masó. Aprender, escuchando, con qué perspectiva encaramos la violencia estructural que sufre la sociedad más joven o cómo se ve el pasado desde un presente para construir, con montajes como el de Alícia Gorina. Esta perspectiva permite recuperar en versión de Roger Bernat el montaje de la pieza de Guimerà Terra baixa, firmado por Fabià Puigserver. Y los jóvenes volverán a tener cabida en la programación con la compañía Ça Marche o con el proyecto IT Teatre dirigido por Fabrice Murgia. Vendrán de Galicia y de Madrid a recordar injusticias de un mundo globalizado el Grupo Chévere y el director Andrés Lima, respectivamente.
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