Ensemble Instrumental de Cantabria. Una formación ejemplar
Festival Internacional de Santander. 25 de agosto de 2020. Palacio de Festivales de Cantabria. Sala Argenta
El concierto del martes 25 de agosto tiene un carácter especial. Una formación que “juega en casa” y que no por eso se acomoda y cumple porque tiene el partido ganado. Diseña un programa con un concepto claro: del dolor y la lamentación a la esperanza. Justo el ánimo con el que estamos muchos ciudadanos en España. Recordamos que “las campanas doblan por cada uno de nosotros” en momentos de pandemia. Ya hemos llorado a familiares y amigos, toca levantarse y mirar a la línea del horizonte, la utopía de la que nos habla Galeano en sus escritos.

Foto: Pedro Puente Hoyos. Cortesía FIS
Con este ánimo diseñan un concierto en un arco que va desde Purcell (Let Me Weep) a Falla pasando por José Luis Turina (magnífica pieza para el Enseic); Benjamin Britten (Niobe y Reveille); el propio director (Lamento, estreno absoluto que describe las emociones de aquellos días oscuros del confinamiento); Shostakovich (Preludio, de 3 Duetos para dos violines y piano Op. 97d.) De autor anónimo es De los álamos vengo, madre; Heitor Villalobos, Rebecca Clarke, Juan Vásquez y su adaptación de la pieza De los álamos…Falla versión de piano de Concerto; y Nimrod de Edward Elgar.
Repertorio que abarca desde el siglo XVI hasta el momento actual y describe magníficamente el arco anímico que pretende mostrarnos el Enseic en sus diversas variantes instrumentales, desde el dúo al ensemble completo con una organización perfecta de entradas y salidas de intérpretes, recitados y presentaciones.
Leí hace un tiempo que Escocia había elegido no tener grandes formaciones sinfónicas públicas y fomentar las agrupaciones camerísticas para llegar a más lugares en una región montañosa y bastante rural. Esa es la sabiduría de este ensemble con apoyo en puntos fuertes como versatilidad instrumental, amplitud de repertorio, juventud de sus intérpretes y apoyo en su propio territorio, como sucede con la colaboración del Enseic con el Centro Botín de Santander.
Sin duda, una formación ejemplar que debería ser estudiada por regiones que se embarcaron en los grandes galeotes de las orquestas sinfónicas y ahora navegan a la deriva en este mar de los sargazos de la financiación de la cultura. Chapeau!!! Larga vida al Enseic.
Para entender más la razón de existir de esta formación, transcribo una entrevista virtual realizada al director Esteban Sanz Vélez.
¿Cómo surge la idea del ENSEIC, como una propuesta de los músicos becarios de la Fundación Botín?
El Ensemble Instrumental de Cantabria (ENSEIC) es una formación que, tras algunas experiencias puntuales previas, nació como tal en 2018, bajo el impulso de un conjunto de antiguos becarios de la Fundación Botín y, de manera muy especial, de Luciano González Sarmiento, asesor musical de la Fundación y del Centro Botín, personalidad e institución que vienen desarrollando desde hace muchos años una valiosísima labor de programación, difusión y apoyo de la música en Cantabria.
El grupo está integrado por 14 músicos que en una estructura habitual de ensemble configuran distintas plantillas de instrumentistas en función de cada proyecto.
El objetivo del grupo en términos muy amplios es explorar e interpretar la realidad musical del mundo que nos rodea, expresarla con nuevos impulsos y acercarla a todos. Esto se concreta en abordar un exigente repertorio, muy variado, centrado en los siglos XX y XXI pero sin renunciar por eso a hacer eventuales incursiones en épocas anteriores, siempre buscando establecer un diálogo desde la contemporaneidad. Por ejemplo, el último concierto que ofreció el ENSEIC antes del confinamiento de marzo, que fue en el Centro Botín, incluyó el ‘Septimino’ de Beethoven en diálogo con dos obras actuales que tomaban a este como referencia, un ‘Septeto’ de José Luis Turina (obra que, por cierto, retomamos ahora en el FIS) y con un estreno de otro septeto titulado ‘Divertimento cromático’ que pedimos que nos escribiera para ese proyecto al magnífico compositor cántabro Francisco Novel Sámano.
Un ensemble así es habitual en los grandes centros musicales ligados a grandes poblaciones. ¿Cómo se lleva esto en una región de medio millón de habitantes?
Precisamente, uno de los incentivos que todos los implicados en este proyecto hemos sentido para hacerlo nacer y llevarlo adelante es el convencimiento de que resultaría muy enriquecedor para el tejido cultural y musical de una comunidad pequeña como Cantabria contar con un grupo de estas características, un grupo profesional, sólido, estable y con la pretensión de consolidarse en el tiempo mediante propuestas que vayan adquiriendo cada vez mayor significación para la ciudadanía. Por el momento, en apenas dos años, hemos abordado un buen número de proyectos, de gran variedad, además, desde conciertos en la línea de este que ofrecemos ahora en el FIS hasta conciertos para bebés, otros más experimentales, también proyectos de carácter semiescénico y algunas propuestas para público familiar. El futuro de la formación está abierto, pero creo que lo que hemos construido en estos dos años es un muy buen apoyo para seguir avanzando hacia ese futuro esperanzador.
¿Por qué un programa musical tan amplio y no centrado en un periodo histórico?
Lo que hemos querido plantear con este proyecto para el Festival Internacional de Santander es un concierto que sea antes que nada una experiencia, en el sentido profundo de la palabra.
Una experiencia que aborde y de algún modo elabore desde lo musical los meses que todos hemos vivido, cada cual, bajo sus propias circunstancias, desde el momento en que se declaró la pandemia.
Una experiencia que, con toda la humildad, aporte a los que nos oigan serenidad, bienestar espiritual a partir de una confrontación y un goce estéticos.
Efectivamente, el programa hace un recorrido muy amplio, tanto que incluimos incluso una pequeña canción, muy conocida en las calles de nuestras ciudades españolas del siglo XVI, titulada ‘De los álamos vengo’ y que traemos aquí primero por su particular color entre lo melancólico y lo optimista pero también porque esa melodía la tomó prestada muy pronto el gran compositor Juan Vásquez para elaborar una pieza polifónica a 4 voces y bastante después, ya en el siglo XX, Manuel de Falla para construir su maravilloso ‘Concerto’, tres obras, la canción, la elaboración polifónica de Vásquez y el ‘Concerto’ de Falla que incluimos en nuestro programa.
Estas piezas mencionadas, junto con las otras que forman parte de nuestra propuesta, buscan establecer un recorrido entre la luz y la sombra, entre el dolor y la esperanza, que es el título de nuestro concierto. Y es que arrancando con músicas de lamento, ‘lamento’ en su sentido musical literal, ese tipo de piezas basadas en un diseño repetido de unas pocas notas descendentes, que los compositores han venido usando desde el renacimiento-barroco en adelante para expresar un intenso dolor causado por el alejamiento o la pérdida de algún ser querido, y otras músicas que lloran, nos iremos desplazando poco a poco hacia músicas de un carácter más optimista, más esperanzado. En dicho recorrido podremos oír, además de las mencionadas, desde un increíblemente bello lamento de Purcell (El ‘O Let Me Weep’ de este gran compositor inglés del XVII), o un ‘Lamento’ que escribí yo en abril en plena pandemia y que se estrena en esta ocasión, hasta otras piezas, a cada cual más intensa y emocionante, de compositores tan diversos como Britten, Shostakovich o Villalobos. Y para completar el círculo emocional que plantea nuestro programa, como cierre del concierto, hemos encargado a José Luis Turina, nuestro fantástico compositor madrileño, que nos haga un arreglo del sobrecogedor Nimrod de Edward Elgar, una música que suele tocarse en muchos lugares en momentos de especial solemnidad y emoción. Sí que es un programa muy amplio y variado en lo histórico. Quizá no muy ortodoxo en este sentido… Pero confío en que hemos conseguido dibujar una propuesta muy coherente con la suma de todas esas vertientes que he mencionado y otras que el público que nos acompañe podrá ir captando.
¿La música contemporánea es más cuestión de repertorio o de potenciar la creación actual?
Desde mi punto de vista lo más adecuado, interesante, fructífero es conjugar ambas vertientes, el repertorio y la potenciación de la creación actual, sumando además, cuando interese, ese diálogo con otras épocas anteriores, por tanto huir un poco de una compartimentación excesiva. En ese sentido, es mi opinión personal, la mezcla de estilos si se hace de manera coherente y con una visión profunda enriquece el conjunto y, algo muy interesante, abre ventanas a un espectro más amplio de público, un público que de otro modo podría sentir que la música más actual no va con él. Por supuesto que va con él. La música actual, por definición va con todos nosotros porque nos habla de manera particularmente directa. Y en lo que respecta a potenciar la creación actual el ENSEIC, en sus dos años de andadura, ha encargado y estrenado ya varias obras y espero que, en la medida de nuestras posibilidades, sigamos encargando y estrenando muchas más. Realmente creo que se pueden conjugar muy bien repertorio, favorecimiento de la creación actual y acercarse a públicos no particularmente expertos.
Relaciones con el equipamiento que os acoge: ¿tenéis relación con exposiciones y actos programados?
El ENSEIC es una agrupación independiente, aunque disfruta de una relación privilegiada con el Centro Botín, la cual agradecemos en modo sumo, y que se traduce en la programación de al menos un concierto de peso al año y también en la colaboración eventual en otras actividades programadas por la institución. Por ejemplo, dentro de la esfera de artes, que es una de las líneas maestras del Centro Botín, el ENSEIC diseñó y ofreció a finales de 2019 un concierto en torno a la exposición de Manuel Millares que se mostraba en aquellas fechas. También, en este caso dentro del área de desarrollo de la creatividad, otras de las líneas estratégicas del Centro Botín, hemos diseñado y realizado conciertos para bebés, etc. Confío en que en el futuro podamos seguir explorando y enriqueciendo este tipo de colaboraciones, tan interesantes en sí mismas y que tanto ayudan a impulsar nuestro proyecto.
Director: Esteban Sanz Vélez
Lara Manzano, flauta; Isabel López, oboe; Andrés Pueyo, clarinete; Julio Blanco, trompa; Marta Álvarez, fagot; Daniel García Gamaza, violín; Belén Puerto, viola; Alberto Gorrochategui, violonchelo; Iván Escudero, contrabajo; Silvia Carrera, piano
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