Un sólido y moderno Don Giovanni
La penúltima de las producciones liceístas de esta temporada ha sido un aplaudido Don Giovanni con proyecciones high-tech

© A. Bofill
Después de casi una década de la reposición de la controvertida versión de este clásico mozartiano a cargo Calixto Bieto, el Gran Teatro del Liceu volvió a acoger el pasado mes de junio un nuevo montaje escénico coproducido por la Royal Opera de Londres, las Òperas de Houston, de Tel Aviv y el mismo teatro de Les Rambles. La dirección escénica, de Kasper Holten, fue repuesta en esta ocasión por Amy Lane. La acción se concentra en una gran casa de muñecas giratoria de estilo victoriano, dentro y alrededor de la cual de suceden las aventuras y desventuras del libertino y su simpático criado Leporello. La escenografía, concebida por Es Devlin, se complementa con la proyección de unas videocreaciones (Luke Halls) que intentan evocar la evolución anímica del perverso burlador de Sevilla. Si bien, durante el primer acto, hubo escenas en las que este recurso high-tech logró dinamizar y realzar plásticamente algunas de intervenciones de los intérpretes, durante el segundo acto su efecto dramático decae por exceso de reiteración. No obstante, cabe valorar positivamente las posibilidades de ambientación escénica que se desprenden de este sistema de proyecciones, así como del preciso trabajo de la iluminación.
En el terreno musical, la tarde del primer domingo de julio, brilló con luz propia el colosal Don Giovanni Mariusz Kwiecién. El cantante polonés, que alternaba reparto nada menos que con Carlos Álvarez, nos regaló una recreación del pérfido protagonista de gran volada musical y autoridad escénica. Supo apurar todos los registros expresivos y dramáticos del personaje erigiendo un auténtico libertino dapontiano capaz de expresar con gran intensidad y elegancia las sutiles melodías mozartianas. A su lado, brilló también un competente reparto liderado por el simpático Leporello de Anatoli Sivko, así como por el rotundo Commendatore de Eric Halfvarson.
La Donna Elvira de Miah Persson fue otra de las delicias de la velada, junto a la espléndida Donna Anna de la debutante Carmela Remigio. Sumamente incisivo y refinado estuvo el tenor Dmitry Korchak (ganador del concurso Francesc Viñas), quien hizo las delicias del auditorio en sus dos arias como Don Ottavio. Completaron un equipo de campanillas, la exquisita y desenvuelta Zerlina de Rocío Ignacio y el simpático Masetto de Valeriano Lanchas.
Mención aparte merece la admirable prestación de la orquesta del teatro bajo las órdenes de su titular Josep Pons. El maestro catalán, cuestionado por algunos foros antes de asumir su cargo, va camino de convertirse en el Guardiola del foso liceísta. Su trabajo al frente de la orquesta de la casa está obteniendo unos resultados extraordinarios e inauditos antes de su llegada. Su versión musical de la obra maestra mozartiana fue una nueva muestra de ello. De seguir así, quizás tengamos pronto una orquesta de Champions League.
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