El faro musical del verano catalán
El Festival Torroella de Montgrà inauguró, el primer fin de semana de agosto, el grueso de su programación de música clásica que, un año más, situará la tradicional villa ampurdanesa en el epicentro de la excelencia musical del estÃo catalán.
A pesar de las decenas de festivales y ciclos musicales que han florecido los últimos tiempos en el conjunto del territorio catalán, y muy especialmente en su litoral, el veterano certamen celebrado a los pies del macizo del Montgrà sigue atrayendo a vecinos y a centenares de melómanos del conjunto de la geografÃa estatal, asà como a numerosos veraneantes europeos movilizados por la alta calidad de su programación – solo equiparable, en esas latitudes, a las schubertiadas de Vilabertran.
Ello se debe, en gran medida, al trabajo constante e infatigable del equipo organizador de Juventudes Musicales durante los últimos 35 años y muy especialmente a Josep Lloret, alma y factótum del festival desde su creación, quien ha tenido que capitanear, año tras año, todo tipo de ajustes y desajustes para hacer realidad este sueño musical veraniego. La presente edición se ha oficializado su definitivo y merecido relevo, quedando al frente del timón otra experimentada e inquieta navegante de la gestión cultural, Montse Faura, quien, más allá de las propuestas del repertorio clásico que nos ocupan, ha querido dar una nueva proyección al certamen abriéndolo a nuevos géneros. De este modo, el jazz ha sido el protagonista de un ciclo de cinco conciertos con intérpretes de Champions League, en un auditorio a cielo abierto en el puerto de L’estartit; la innovación y las últimas tendencias musicales se han dado cita en el fringe que ha reunido a sesenta jóvenes intérpretes de múltiples nacionalidades para ofrecer sus nuevas propuestas artÃsticas en más de veinte conciertos concentrados en cinco dÃas.
Pero volviendo al repertorio clásico, los dos primeros conciertos de su programación fueron a cargo de destacados intérpretes y formaciones catalanas. El concierto inaugural lo protagonizó el tenor Josep Bros, una de las voces más destacadas y solventes del panorama estatal. Bros ha sido y sigue siendo un cantante lÃrico –ligero de primerÃsima categorÃa cuya voz ha ido ganando densidad y amplitud, sin restarle, por el momento, ductilidad ni brillo en el agudo. Si bien el cantante catalán sigue empeñado en empujar su valioso instrumento hacia roles de mayor calado dramático (recientemente a debutado el rol de Don Carlo en El Escorial), con un resultado irregular, en el recital del pasado 2 de agosto nos ofreció un extenso y generoso programa – ochos canciones, cinco arias y tres romanzas de zarzuela, más tres propinas – donde lucieron con maestrÃa envidiable sus cualidades bel cantistas.
Un fraseo elegante e inmaculado, una exquisita regulación de las dinámicas, un dominio absoluto de las medias voces, asà como un agudo vigoroso y brillante –solo empujado en exceso en algún pasaje puntual-, hicieron las delicias en piezas tan conocidas del gran repertorio italiano y francés como “Una furtiva lagrima†(L’elisir d’amore), “Pourquoi me réveiller†(Werther), “Ah! Lève-toi, soleil!†(Roméo et Juliette), asà como en las canciones de Tosti, Leoncavallo, Gastaldon, Denza y Gabriel Fauré. Mención merecen, dentro del repertorio lÃrico de mayor calado, la interpretación de la célebre aria de tenor de L’arlesiana de Cilea y la antológica “Ma se m’èforza perderti†de Un ballo in maschera verdiano. Las tres romanzas de Luisa Fernanda, El huésped del sevillano y Doña Francisquita no hicieron menos que confirmar al tenor catalán como uno de los principales valedores del género lÃrico hispano. Las tres propinas, “No puede serâ€, una canción de Toldrà y la popularÃsima “Granada†acabaron por poner en pie a un auditorio absolutamente entregado.
A todo ello contribuyeron, en no menor medida, la milagrosa acústica del flamante auditorio Espai Ter, sin parangón en el conjunto de la geografÃa catalana, y las manos de lujo de Marco Evangelisti al piano. HarÃa bien nuestro tenor en atender aquella máxima umbraliana que nos advierte que a menudo el camino del éxito artÃstico no está en la novedad sino en la insistencia en lo logrado.
El segundo concierto, celebrado el dÃa 4 de agosto, a cargo del Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana, la orquesta de instrumentos históricos del festival y cuatro jóvenes intérpretes solistas, bajo la dirección de Josep Vila, tuvo un resultado algo más discreto. El ambicioso programa, que comprendÃa tres cantatas de Bach para el tiempo de la Ascensión – Wer da gläubet und getauft wird, BWV 37; Gott fähret auf mit Jauchzen, BVW 43; Lobet Gott in seinen Reichen, BVW 11-, fue resuelto con dignidad aunque de forma desigual por el conjunto de intérpretes. El coro del auditorio barcelonés concentró las intervenciones más lucidas junto a la exquisita mezzo catalana Anna Alà s, un auténtico lujo para los oÃdos. El resto de cantantes solistas, Laia Frigolé (soprano), VÃctor Sordo (tenor) y Pablo Acosta (bajo), rindieron a un notable nivel. La formación Acadèmia 1750, liderada por la excelente violinista bergadana Alba Roca, si bien acompañó puntualmente las voces, estuvo lejos de sacar a relucir el pulso y la intensidad dramática de la riquÃsima instrumentación del compositor germano. Probablemente, esto fue debido a la falta de mayor rodaje de una orquesta temporada y a la dirección de Josep Vila, muy incisiva en los números corales pero mucho más vaga y sumaria en la conducción de instrumentos y solistas. Con todo, el milagro de la música bachiana siempre se acaba imponiendo y la entrega del comprometido equipo de músicos sació mayormente las expectativas del público.
Fiel a su tradición de prescriptor de excelencias, las próximas citas del Festival Torroella de Montgrà tendrán como protoganistas a jóvenes valores emergentes del panorama internacional, como la aclamada soprano Anna Prohaska y los brillantes pianistas Khatia Buniatishvili y Jan Lisiecki, al lado de nombres consagrados como los de Savall, Achúcarro, Maria Bayo, Rinaldo Alessandrini, The King’s Consort o La Fenice de Jean Tubéry. Para no perdérselo.
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