El Liceu repone con éxito La Gioconda, de Pizzi
Catorce años después, el Gran Teatre del Liceu repone la aplaudida producción de la ópera de Amilcare Ponchielli, logrando nuevamente una gran acogida de público.

© A. Bofill
La monumental producción de Pier Luigi Pizzi, estrenada originalmente en la Arena di Verona, volvió a subir nuevamente al escenario de Les Rambles para lucir todo el esplendor de sus sobrias escenografías venecianas y el vistoso colorido de su vestuario. No faltó tampoco el ballet, convertido en uno de los momentos más populares de la obra – “Danza de la Horas”-, que recibió una intensa ovación del público. En este último aspecto, brillaron especialmente Alessandro Riga y Letizia Giuliani como bailarines principales.
El equipo de voces solistas que culminó la penúltima función de esta reposición, el pasado 14 de abril, logró dar relieve musical a la ambiciosa y exigente partitura del compositor scapigliato. Lideró el reparto la colosal Gioconda de Anna Pirozzi con una soberbia interpretación del inclemente rol que Ponchielli escribiera para la mítica Maddalena Marini-Masi, quien, por cierto, estrenó también este título en el Liceu, el año 1883. Sin duda se trata de un reto mayúsculo, que exige una voz de una amplia tesitura, un sólido registro grave y pasajes de un intenso calado dramático alternados con otros de un lirismo más íntimo; todo ello fue superado con creces por la inmensa recreación de la soprano napolitana, a quien se la vio emocionada al recibir una clamorosa ovación al finalizar la representación. Deliciosa estuvo también la exquisita Cieca de María José Montiel en su conmovedora aria del primer acto, así como también la intensa y vibrante Laura de la mezzo georgiana Ketevan Kemoklidze.
Stefano La Colla fue un Enzo de poderosos medios, apasionado y completamente volcado en la acción dramática, aunque su emisión resultó un tanto dura y poco matizada en algunos pasajes. Luis Cansino supo dar un gran relieve musical y dramático al malicioso personaje de Barnaba, mientras que Carlo Colombara resultó un dux insulso, faltado de autoridad escénica y de una mayor proyección vocal. Fabulosos el trío de comprimarios formado por Carlos Daza, Beñat Egiarte y Marc Pujol, a los que esperamos poder ver bien pronto en roles de mayor envergadura.
El coro la orquesta titulares rindieron a un óptimo nivel bajo la batuta eficaz y comedidamente efectista de Guillermo García Calvo.
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