Doce Notas - docenotas.com - m�sica y danza

Sondra Radvanovsky © A. Bofill

La presencia de voces galácticas – con el anhelado debut operístico del metrotenor Jonas Kaufmann como principal atractivo – había generado una gran expectativa que, lejos de verse defraudada, ha acabado inflamando el entusiasmo de los melómanos catalanes a unas cuotas dignas de los anales de este histórico teatro. Pero vayamos por partes. Esta nueva coproducción de la Royal Opera House, el Centro Nacional de Artes Escénicas de Beijing y la Ópera de San Francisco, firmada por David McVicar, recaló en el coliseo barcelonés, el pasado 9 de marzo, para ofrecer un total de 14 funciones, en repartos alternos.  El cotizado tenor alemán fue el el encargado de encarnar el papel protagonista en un total de tres funciones, incluida la noche del estreno. Dando muestras sobradas de la nobleza y el vigor de su canto, en dosis suficientes para que sus incondicionales fans puedan seguir alimentando su leyenda, lo cierto es que la actuación del cantante germánico no alcanzó la cumbre de lo extraordinario en ninguna de sus tres representaciones. Según parece, su actuación pudo verse afectada por la defunción de su madre transcurrida durante los días de su estancia en la capital catalana.

No obstante, sus compañeros de reparto no quedaron atrás en el empeño e hicieron méritos sobrados para hacer brillar la partitura de Umberto Giordano a unas cuotas de excelencia y emotividad digna de los mejores coliseos internacionales. Sin lugar a dudas, la gran triunfadora de esta producción ha sido la arrolladora Maddalena de Sondra Radvanovsky, convertida ya en una de las voces femeninas más queridas y aclamadas del teatro de Les Rambles. Su interpretación de la condesa gala fue ganando intensidad y enteros dramáticos desde su primera aparición escénica, culminando sus dúos del tercer y cuarto actos con una recreación antológica que, desde el día del estreno, cada función ha desatado el fervor del público, hasta que el pasado 24 de marzo, la insistencia del muy respetable acabó premiada con un histórico bis del aria La mama morta. Si bien, Radvanovsky era ya una voz muy querida en la ciudad condal, después de esta Andrea Chénier, su nombre figura ya, por méritos propios, en el Olimpo lírico catalán.

Completaba el trío protagonista, la noche del debut y en funciones alternas, nada más ni nada menos que el inmenso barítono español Carlos Álvarez, cuya interpretación en nada hizo menguar la labor de sus colegas. Su canto elegante, incisivo y musculado, así como su arrolladora personalidad escénica, hicieron de él un Gérard de manual verista. Es de justicia destacar también la brillante actuación del tenor debutante Antonello Palombi, el pasado 18 de marzo, como Chénier, un rol que defendió con gallardía y un poderoso instrumento que fue ganando en matiz y profundidad a medida que avanzaba la representación.

Entre los coprimarios que actuaron el pasado día 18, no podemos dejar de aplaudir el espléndido cometido desarrollado por Yulia Mennibaeva (Bersi), Sandra Fernández (Condesa de Coigny), Elena Zaremba (Madelon), Francisco Vas (El incredibile), Fernando Radó (Roucher) y Toni Marsol (Pietro Fléville), entre otros; así como también la excelente respuesta de la orquesta y el coro de la casa, magníficamente concertadas por el veterano Pinchas Steinberg.

Mención a parte merece la aplaudida producción escénica de McVicar, de gran belleza plástica, justeza narrativa y trabajo de actores. Virtudes que el público supo apreciar y valorar con cerrados aplausos y vitores.

____________________________