‘Lo speziale’ en el TNC
El Teatro Nacional de Catalunya ha levantado el telón del nuevo año con una incursión operÃstica poco habitual: Lo speziale, de Carlo Goldoni y Joseph Haydn.

Lo Speziale © Judith Napjus
Estrenada el otoño de 1768, en el Palacio de Eszterháza (actual HungrÃa), este tÃtulo bufo de Joseph Haydn aparece en contadas ocasiones en las programaciones de los coliseos internacionales, quienes, por lo general, a excepción del caso Mozart, son poco dados al repertorio lÃrico del Clasicismo. Con todo, esta simpática ópera, cuyo tercer acto se haya parcialmente desaparecido, es un uno de los tÃtulos más conocidos del catálogo lÃrico haydniano, aunque su divulgación sea escasa si la comparamos con la de su repertorio instrumental, ya sea sinfónico o de cámara. Asà pues, cabe siempre agradecer el esfuerzo por rescatar del olvido estas partituras escénicas, obras vocales menores, en cuanto a exigencias y desarrollo dramático, si las comparamos, por ejemplo, con los oratorios de madurez del mismo compositor, aunque no por ello carentes de interés ni de atractivo musical.
Si bien la pasada temporada ya tuvimos ocasión de disfrutar de una simpática adaptación de este tÃtulo, en versión de piano, en el Teatre Akadèmia de la capital catalana, el pasado 18 de enero llegaba a la Sala Gran del TNC una nueva producción holandesa dirigida por la acreditada batuta de Jan Willem de Vriend, al frente de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC). La puesta en escena, firmada por Eva Buchmann, gira alrededor de un seiscientos convertido en poco que menos que una auto-caravana que, a su vez, hace las funciones de farmacia ambulante. La ingeniosa capacidad de metamorfosear el auto para dar lugar a las distintas situaciones dramáticas se convierte en el principal atractivo narrativo de esta modesta producción.
Los cuatro intérpretes solistas cumplieron con discreción su cometido. El bajo bufo polonés Piotr Micinski, que fue de menos a más, sacó su mejor partido del papel del viejo tutor (Sempronio) en su aria del segundo acto, cantada con gracia mientras se duchaba, literalmente, en escena. El joven tenor Ãlvaro Zambrano salió airoso en el rol de Mengone, superando la tirantez puntual de los agudos iniciales con un canto fluido y entregado. La Grilletta de la cantante russa Marina Zyatkova adoleció de un vibrato excesivo y un color oscuro, aunque defendió su parte con dignidad i ahÃnco. Virpi Räisännen fue quizás la más destacada de los cuatro, tanto en la vertiente actoral como canora, dando cuerpo y voz a un Volponio (rol travestido) de notable dignidad que, además, tocó ejemplarmente el violÃn.
Con todo, la gran triunfadora musical de la velada fue la OBC, pues, aunque puntualmente llegó a tapar alguna voz, su interpretación de la partitura del maestro austrÃaco fue realmente ejemplar, logrando pasajes de una volada casi sinfónica. Mención especial merece su expresiva ejecución de la obertura o de algunas páginas como las de la primera aria de Volponio o la tempestad de la segunda parte, en donde ya se prefigura el espÃritu de un romanticismo embrionario (Sturm und Drang).
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