Doce Notas

La panacea liceista

opinion  La panacea liceista

El Gran Teatre del Liceu despide el 2025 con la reposición de todo un clásico del repertorio bufo llevado con gran éxito a la escena: L’elisir d’amore, de Mario Gas.

Estrenado en la capital catalana dentro del marco estival del Festival Grec (1983), llevado posteriormente al Festival de Peralada y a las tablas del reconstruido coliseo de Les Ramblas (previo paso por el Teatre Victòria), el popular montaje de Mario Gas sigue granjeándose la simpatía y el aprecio del público barcelonés con más de cuatro décadas de vida. La habilidad narrativa del director español para explotar una historia de gran eficacia dramática e inagotable inspiración melódica le ha valido el reconocimiento de varias generaciones de espectadores, como muy bien lo demuestran los llenos en las quinze funciones programadas estos meses de noviembre y diciembre en el Liceu.

Tres repartos, de fortuna desigual, se fueron alternando y combinando en el escenario catalán. En la penúltima representación, el pasado 14 de diciembre, Serena Sáenz fue la encargada de interpretar el rol de Adina. La expectativa por ver y escuchar en este papel a la soprano catalana se vio satisfecha en el segundo acto de la obra, cuando derrochó sin reservas todo su encanto y arrollador talento musical. Le acompañó con gran fortuna el Nemorino de Michael Spyres, de regia voz, sólidos agudos, depurado fraseo y notable caracterización escénica. Algo menos afortunado de medios canoros nos resultó el Belcore de Huw Montague, de graves escasamente timbrados, aun a pesar de una resuelta actuación dramática. A su vez, Fabio Capitanucci perfiló un Dulcamara un tanto sobreactuado y de toscos, aunque esforzados, medios vocales. Completó el elenco la cumplidora Giannetta de Núria Vilà.

Diego Matheuz llevó la batuta del montaje con tiempos puntualmente dilatados y con un contenido nervio dramático, cosa que restó cierta vitalidad chispeante en algunas escenas. No obstante, la sonoridad de la orquesta hizo justicia a la rica y suntuosa instrumentación donizettiana, amén de la irreprochable actuación del coro titular de la casa.

_____

Salir de la versión móvil