Por tanto la mayor utilidad de esta Guía (y no es pequeña) es la de una suerte de cultura general; y es que consideramos que este breviario debe ser conocido por cualquier músico y por no pocos aficionados que se impliquen. Después de todo, al aspirante a director este libro sólo le podrá ser útil una vez; luego, si no sabe lo que aquí se dice, malo. Y si consideramos que este interesante compendio debe ser cultura general, ni que decir tiene que resulta imprescindible en centros de formación, escuelas de música y centros sociales.
Lo más estimulante de esta Guía es que trata por igual los consejos a una hipotética actividad profesional que a las diversas formas de dirección a grupos escolares y de aficionados. Esto significa entender la dirección musical como un todo, cuyo fin es el de planificar y facilitar una actividad eminentemente social. Así, tan importantes son los consejos para marcar y teatralizar en su justa medida la dirección misma, como la organización de los ensayos, las pausas de descanso, las estrategias para mantener la atención y el rendimiento, etc. Y es que, como nos hacen entender Gustems y Elgström, la dirección musical es la coordinación del gozo.