Siblin divide el libro es seis grandes capítulos, uno por cada suite, y a su vez, cada capítulo lo subdivide en otros seis, con los títulos de cada movimiento o parte de la suite. Tres de estos subcapítulos los dedica a Bach, dos, a Casals y uno, al propio autor y a su peripecia como detective de la búsqueda.
El resultado es deslumbrante y ameno, o deslumbrante por lo ameno. Tres biografías y otros tantos momentos de una historia común, Bach y su época, Casals y su entorno y la primera década del siglo XXI con Siblin buscando pistas, entrevistando a grandes del violonchelo, asistiendo a cursos y clases magistrales de eminentes especialistas en Bach, o incluso tomando unas modestas clases de violonchelo sin más esperanzas que las de comprobar hasta qué punto estas obras se funden con el cuerpo humano a través de ese violonchelo que se abraza y que vibra tan cerca del corazón.
Siblin no reniega del rock ni hace ascos a gente como Alex Ross a la hora de denunciar la rigidez del concierto clásico. Pero con las Suites de Bach descubre que la música le llega directamente, sin pensar en las anacrónicas convenciones de un concierto.
Su manejo de fuentes bibliográficas es impecable, pero Siblin no desdeña trasladarse a Leipzig en busca de entornos ligados a Bach, Bruselas para familiarizarse con la evolución de instrumentos o a Barcelona, donde husmea directamente en el barrio gótico a la búsqueda de la librería en la que Casals descubrió esta partitura en 1890 y, por supuesto, a El Vendrell, pueblo natal de Casals y sede de su Museo actual. Un libro que apasionará al aficionado o incluso al indiferente, sin ruborizar al más rudo especialista.