Es el siglo en el que el sistema de gobierno más injusto del antiguo régimen, que ya se había implantado en la Francia del XVII, se hace presente en las instituciones españolas salpicando a la vez los ya débiles lazos de poder fuera del propio país y por tanto rompiendo la hegemonía de nuestras posesiones y posiciones estratégicas más allá del pirineo. Sin triunfos y con muy poca visión, el país poco a poco se fue apagando en un eterno eclipse cultural cuyas consecuencias arrastramos aún hoy.
Dentro de este escenario de luces y sombras tan paralelo al presente, el violinista Juan Bautista Llorens Gómez ha construido al término de sus estudios superiores su trabajo de investigación centrando los contenidos en la interpretación violinística y los aspectos técnicos que nos muestran las fuentes del siglo XVIII. Bajo la dirección del Catedrático de flauta del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y experto en teoría de la interpretación Pedro Bonet, se ha publicado este interesante estudio que ayuda a aclarar la distorsión interpretativa en la cual se sumergieron los violinistas decimonónicos y posteriores, en parte debido al rechazo y al olvido al que se relegaron las fuentes pedagógicas del violín.
La amnesia cultural en la que nos ahogamos tras el clasicismo ibérico provocaron que los estudios comparados de las diferentes fuentes pedagógicas del violín de la época brillaran por su ausencia. Sólo unos pocos estudios en temas afines, como los de Vicent López por la Universidad Autónoma (2002) y por otro lado los de Lothar Siemens y Emilio Moreno en la revista de musicología (1988), trajeron de nuevo la reconciliación con esos años tan interesantes en la investigación de tan dignos contenidos. Quizás el rechazo se explica si vemos que el extremado afrancesamiento de la corte de Felipe V, aderezado con la italianización caprichosa de sus consortes Saboya y Farnesio, no provocó la debida atracción comparada con el naciente espíritu que se fragua a finales de siglo y que da como resultado el nacionalismo de una gran gama de naciones, dónde España no tiene ni hueco ni presencia y por tanto siente como el XVIII lo relega a una mera copia de las modas del momento.
Bautista Llorens, con su trabajo comparativo de los documentos pedagógicos del instrumento en las fuentes históricas españolas, junto con los tratados de Geminiani, Leopold Mozart y L’Abbe le Fils ―representantes de las ramas italiana, francesa y alemana más influyentes en los músicos de corte― ha conseguido que la transcripción de los materiales literarios de la época y las referencias musicales a los originales, sean base suficiente para que un estudiante del repertorio de la tan denostada época pueda empaparse en el arte del buen uso de la técnica violinística. El estudio de los tratados españoles y su contexto dentro de la vida de los artistas en la corte afrancesada se unifica de una manera muy acertada para que resulte sencillo y nada pesado, a lo que se suma la facilidad de uso reforzada con tres iconografías que aparecen en los tratados sobre la manera de sujetar el violín, y la disposición en tiempos modernos del facsímil del Prontuario músico: para el instrumentista de violín y cantor que Fernando Ferrandiere (ca. 1740-1816) realizó para la Catedral de Málaga en 1771 ―joya de la Biblioteca Nacional de España―, siendo ésta la primera edición moderna del olvidado documento.