Doce Notas

Liszt versus Wagner

Verena Wagner con los alcaldes de Weimar y Bayreuth. ©J. A. Llorente

A favor del suegrísimo –recordemos que Cósima, su hija, fue segunda mujer del compositor de la Tetralogía, y portadora hasta su muerte de la antorcha wagneriana– ha funcionado el descanso del Festival, operísticamente hablando, el domingo en el que se cumplían los 125 años de la muerte de Liszt en esta ciudad que, si a lo largo de 2011 se ha propuesto recordar los dos siglos de su nacimiento, no iba a pasar por alto la fecha.

Por la mañana, el homenaje se ha concretado en la misa mayor de la iglesia del palacio donde reposan los restos de la margrave Wilhelmina de Prusia, la primera “W” en dar carácter a la ciudad de Bayreuth. El templo en el que se velaron los restos de Franz Liszt y en el que el 4 de agosto de 1886, un día después de su entierro, Anton Bruckner, por invitación de Cósima, engrandeció las exequias con sus arreglos de Parsifal, junto al Requiem de Liszt para órgano y coro masculino de 1868. El mismo del que, en esta ocasión se ha responsabilizado desde el teclado Christoph Krückl con el Renner Ensemble de Regensburg, además de la Misa de 1848.

Por la tarde leyeron unas palabras ante la tumba los alcaldes de Bayreuth y Weimar, en un acto subrayado por el cuarteto de trompas del Conservatorio de esta última ciudad.

A todo ello hay que sumar dos recitales en la sala de conciertos de la reputada firma de pianos de alta costura Steingraeber & Söhne: por la mañana, a cargo del canadiense Louis Lortie; por la tarde, el del peterburgués Jura Margulis, que contó entre la asistencia con Verena Wagner –bisnieta de Liszt, nieta de Wagner y única hermana superviviente de Wieland y Wolfgang, últimos motores del Festival con distinta fortuna–, después de haber representado a la familia en los actos del cementerio.

Centenares de personas se congregaron ante la tumba de Liszt. ©J. A. Llorente

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