Todo ello producto de una primigenia idea todavía vigente: acercar la música a los jóvenes ya que son precisamente ellos los que integran las diferentes generaciones de músicos que garantizan un futuro esperanzador”, como puede leerse en su página web: http://asociaciones.jmspain.org/upload/ConoceJMSpain.pdf
Página en la que, además, se informa ampliamente de sus actividades: concurso permanente, plan de conciertos, cursos, ediciones discográficas que, en la mayoría de los casos, suponen la presentación en registro sonoro de los jóvenes artistas, etc., etc. Esta impresionante labor ha beneficiado no solo a los jóvenes músicos directamente afectados, sino a la sociedad entera, pues los conciertos y demás actividades han contribuido decisivamente al enriquecimiento cultural general, al ser amplificadas y multiplicadas, además, por las transmisiones de radio, televisión e Internet. Es muy ilustrativo leer más detalles sobre los galardonados en su concurso permanente o sobre los artistas nacidos gracias a JME. Entre ellos, por citar solo dos nombres, los Premios Nacionales de Música Cuarteto Casals (2006) y Javier Perianes (2012):
http://www.jmspain.org/concurso-permanente/presentacion/cuadro-de-honor/
http://www.jmspain.org/artistas/artistas-nacidos-en-jme/
Y entristece leer este reportaje publicado hace unos días en ‘La Vanguardia’:
http://www.jmspain.org/upload/noticia/lavanguardia15-12-12.pdf
Sí, porque JME podía desarrollar su labor gracias al apoyo que, en forma de subvención nominativa anual, recibía del Ministerio de Cultura. Subvención que, según se informa, el actual Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha eliminado en los presupuestos para el año 2013, salvo rectificación de última hora, que parece improbable. Esto supone el peligro de la desaparición de las actividades de JME, al menos en su forma y calidad actual. Por de pronto se ha anunciado la salida de personal indispensable de la secretaría general de Juventudes Musicales de España, que ha demostrado largamente su eficiencia y buen criterio en las tareas que tenía encomendadas.
¿Puede un ministerio que se ocupa de la Cultura ser tan insensible ante esto? ¿No debería ser su función, precisamente, apoyar algo tan importante? ¿Se puede poner en peligro la labor de sesenta años, con lo que supone de perjuicio para las jóvenes generaciones y para la cultura general del país? Seguro que los lectores pueden hacerse más preguntas y formular respuestas bastante contundentes.