Edmon Colomer. Cortesía OFM
La Filarmónica de Málaga (OFM), a la que hasta ahora sólo había tenido un par de acercamientos. Satisfactorios, eso sí. Tanto, que decidió por mayoría proponerle esta nueva aventura, que se antoja de gran calado, a juzgar por las ilusionadas palabras del director catalán fundador de la Joven Orquesta Nacional de España, dispuesto a acabar con su fama de novio escurridizo.
A punto de emprender el camino hacia la sesentena ¿considera un buen momento para sentar, si no la cabeza, al menos las posaderas en una orquesta?. Una titularidad no es algo que se pueda programar. Simplemente coincide en el tiempo con un momento de mi vida. Feliz circunstancia, porque una titularidad exige cierta experiencia, ya que el mundo de las orquestas es más complejo de lo que en principio puede parecer. Una cosa es dirigir un concierto y otra ocuparse de la estructura organizativa que conlleva una programación, y todo lo que implica la vida de la agrupación en varias temporadas.
Da la impresión de que le apetecía echar el ancla después de aquellos 12 años en la JONDE, que creó. ¿Qué le faltaba para decidirse?. Para mí, lo más importante de una titularidad es comprometerse con un proyecto que implique no sólo la elaboración de programas, sino trazar el camino que lleve a la consolidación de la imagen y la identidad clara de la orquesta. De no ser así, es muy probable que las ofertas no me interesen. Esta puede haber sido –no digo que sea– la razón de no haber permanecido mucho tiempo en mis distintas titularidades. Considero fundamental un proyecto que haga crecer a la orquesta, y yo con ella.
¿A la OFM llega con esa oferta bajo el brazo?. La verdad es que sí. Con un proyecto a largo plazo. La orquesta, tras 20 años de existencia y haber pasado por diferentes titularidades, lo que pide es afirmar su identidad.
¿Cuánto tiempo pide para desarrollar el suyo?. No menos de seis años. Es lo mínimo que requiere un plan de esta envergadura para que se vean los resultados. Un periodo que no tiene nada que ver con la extensión del contrato.
¿Para cuánto tiempo lo han cerrado?. Por tres años. No suelen cerrarse a mucho tiempo vista. Y me parece bien, porque ese tipo de primera vinculación lo entiendo como una especie de examen por ambas partes.
¿De aquí a esos tres años tendrán ya ese auditorio, que parece no llegar nunca?. A tres años no. Todos los detalles están cerrados y sólo falta adjudicar la obra. No se me oculta que estamos en un momento económico crítico, que puede ralentizar los planes de las administraciones. Pero es algo que debemos aceptar con la plena confianza en que, dentro de cuatro o cinco años, el auditorio verá la luz.
Un espacio que, conociéndole a usted, no se limitará a ser continente de conciertos…. El auditorio será la sede de la orquesta, lo que equivale a que tendrá la prioridad en su programación, que no implica sólo los conciertos de temporada. Hay que contar con actividades, entre las que se cuentan las de tipo pedagógico, didáctico, que permitan desarrollar un programa hasta su máxima expresión. Pero el auditorio debe ser también una referencia de la actividad cultural de Málaga, que acoja las actividades más importantes de la ciudad. Sobre todo las que implican cuerpos –estables o no– numerosos, como pueden ser otras orquestas, grupos de danza. Pero la primacía se le concederá a la ópera, a fin de cuentas el edificio está concebido como teatro operístico. Aun así, parece lógico que la temporada de conciertos sea lo primero, como ahora. Si la ópera llega o no a serlo, lo dirá el tiempo.
Desde que salió de la JONDE ¿Ha regresado a ella?. He vuelto con una cierta periodicidad, porque mis relaciones con José Luis Turina siempre han sido muy buenas. La última vez fue hace tres años. Esa continuidad en la colaboración, el reencuentro con la criatura que contribuí a crear, siempre lo he vivido como algo satisfactorio.
¿Reconoce en ella las ideas que quiso implantar?. En términos generales, la JONDE sigue respondiendo, además aumentado, al criterio que puse en marcha como sistema de encuentros. Por supuesto que cada responsable es distinto, como cada persona. Y José Luis [Turina] al darle el sello de su personalidad, como compositor que es, ha reforzado el peso de repertorio de creadores vivos, que me parece muy bien. Dicho esto, la idea que siempre he mantenido de que la JONDE debía consolidarse como escuela estable, continua siendo una asignatura pendiente.
Decía Pierre Boulez que formar a los jóvenes implica formar el futuro…. Estoy totalmente de acuerdo. Trabajar con los jóvenes, cuando se hace bien, supone proporcionarles elementos para que su futuro profesional sea mucho mejor.
También decía que es mucho más duro ese ejercicio que el de enfrentarse a una orquesta profesional. Cada cual tiene su encanto y su problemática, pero no hay diferencias reales. Lo importante, y esto es una idea central en mi vida, es la música, y esta se hace con músicos. Sin pensar en la edad, el instrumento o la formación. Porque la música posee un elemento mágico que va mucho más allá, al tratarse de un lenguaje que requiere una enorme intuición.
Pensando en su nueva dedicación, cabe preguntarle qué le pide a una orquesta.
Después de muchos años, debo admitir que las orquestas no son muy distintas unas de otras. Están formadas por profesores de edades, formaciones y procedencias diversas. Han bebido de fuentes distintas, y la misión del director consiste, a mi entender, en sacar el máximo rendimiento de ese grupo de artistas, que son mucho más que músicos. De ahí parte de la dificultad del director, porque cada artista es un mundo, y tantos mundos son difíciles de manejar. Ahí está mi reto, convencido de que la OFM tiene un potencial enorme. Ahora necesito llevar mi proyecto a término, entusiasmando a los miembros de la orquesta; intentando que se motiven con cada programa, tanto si lo dirijo yo como si lo hacen otros directores.
¿Ha trabajado previamente con ellos, o se ha lanzado a una zambullida exploratoria?. Me invitaron hace dos temporadas para dirigir la 10ª Sinfonía de Shostakovich, y un año más tarde la Inextinguible de Nielsen. En ese momento, por una decisión, no sé si unánime pero sí mayoritaria, se me propuso el puesto. Por eso voy a Málaga, entusiasmado por el honor que supone aceptar este desafío.
Aldo Ceccato, antecesor en el cargo, apostó por Beethoven y el clasicismo. Viendo los dos conciertos con el sello de la Rusia atávica con que comienza su andadura, da la impresión de otra dirección. No fueron propuestas mías al cien por cien: a partir de programas que la orquesta me propuso, decidimos estas obras. Esa decisión compartida aumenta su importancia, porque en esta primera temporada se respetan algunas propuestas que estaban en el aire, o algunos medio comprometidas que he aceptado sin reservas hasta diseñar una temporada heterogénea –nace con la voluntad de que lo sea–, a su vez muy rica en contenidos.
¿Cómo funcionarán las cosas salvado ese punto?. A partir de ahora, tengo absoluta libertad para programar. Pero me interesa muchísimo que la oferta responda a los intereses de la orquesta –que está preparada para tocar cualquier tipo de música, porque sus integrantes son grandes profesionales– y de la sociedad malagueña. Cada sociedad debe tener una tradición a tener en cuenta. Lo que no quiere decir que haya que seguir un concepto tradicionalista o conservador a la hora de lanzar propuestas, pero sí contar con ese interés potencial del público, para que acuda con ilusión a los conciertos.
En la mente de Ceccato estaba la recuperación de lo que llamó el «gran público» ¿Se ha conseguido?. No puedo juzgar lo que ha sucedido hasta ahora, pero se percibe interés. No hay llenos absolutos, pero se constata un porcentaje alto de asistencia a los conciertos. Al parecer, en la última temporada, al no existir director titular, la cifra se redujo ligeramente. Uno de nuestros objetivos es conseguir que el lleno sea absoluto en el plazo más corto posible.
Cuando abra las puertas el coliseo operístico al que se refería, ¿se contempla su presencia en el foso?, ¿a usted le apetecería?. Respondo afirmativamente, siempre que sea en buenas condiciones. En cuanto a si hay algo hablado, no se ha producido ninguna conversación al respecto. Podría –o no– estar involucrado, dependiendo de la decisión, sobre todo del Ayuntamiento, de si tendrá un peso importante en la vida cultural de la ciudad la ópera, que no está pasando en Málaga por un buen momento. Como alguien involucrado en la música a quien le interesa la ópera, espero estar en esas conversaciones. Es todo lo que puedo decir.