La colaboración de María Lejárraga con músicos de la generación del 98 (como Giménez, Lleó, Vives o Falla), con la denominada generación de los Maestros (Turina, Usandizaga, del Campo o María Rodrigo) y con la del 27 (Font de Anta, Bautista) la coloca en un lugar privilegiado para el estudio de este momento histórico; y desde esa posición González Peña revela los entresijos de estas colaboraciones entre literatura, música y escena. Todo ello precedido de sendos capítulos generales dedicados a su vida y a su relación con la música.
El caso de María Martínez Sierra, de soltera María de la O Lejárraga (San Millán de la Cogolla, 1874 – Buenos Aires, 1974) es uno de tantos en que la autoría femenina se oculta y un varón la asume. La coautoría en algunos casos y su autoría en la mayoría ha quedado demostrada por su correspondencia y también por las propias declaraciones de ella y de su marido.
Mª Luz González reivindica la importancia de María Lejárraga no solo como autora dramática si no como persona canalizadora de las inquietudes y la eclosión creativa de diversos creadores y creadoras en un momento muy especial, comparándola, de manera matizada y relativa, al papel que pudo jugar Alma Mahler en Viena.
Al interés del propio texto, que se lee con facilidad, se suma la documentación, especialmente valiosa en la aportación de ilustraciones (retratos, carteles, decorados…), el siempre imprescindible índice onomástico y sobre todo el crucial catálogo de obras de María Lejárraga puestas en música.