Doce Notas

Aprender música, naturalmente

La profesora y directora Marisa Pérez ha escrito un artículo titulado «Aprender Música, sencillamente» en el que plantea una serie de cuestiones, que aunque no son nuevas, sí que me parecen muy importantes de debatir dentro del ámbito de la educación musical, por parte de quienes nos dedicamos a ello.

Sólo estoy parcialmente de acuerdo con lo que dice, pero creo es de agradecer la oportunidad de su planteamiento y la defensa que hace de sus ideas en orden a un debate que veo muy necesario y lleno de posibilidades para el futuro de la educación musical.

En mi opinión, las tesis defendidas en este artículo tienen unas limitaciones derivadas de la cosmovisión desde la que se elaboran, pero por otro lado abren posibilidades fructíferas de progreso en el conocimiento y la práctica educativa musical.

Opino que el planteamiento general de la profesora Pérez se inscribe en las coordenadas de lo que se llama naturalismo en pedagogía. Esta corriente pedagógica hoy día es dominante, al menos en Occidente, y en el plano de las ideas y las políticas educacionales públicas de numerosos países. Son muchos e insignes los autores que han alimentado esta corriente desde el s. XVIII por lo menos. En Música constituye la base de sistemas de enseñanza, también llamados métodos, realizados desde el s. XIX hasta ahora, por diversos autores.

Estos métodos constituyen, con matices importantes y junto con otras influencias, ejemplos de la aplicación del naturalismo pedagógico al ámbito de la música. Autores como los que cita la profesora Pérez (Dalcroze, Kodály, Orff, Suzuki, etc…), sin duda están en el origen de muchas de las ideas que ella expone. Y entre estas ideas, la idea de lo natural como elemento director de la teoría y práctica pedagógica se puede encontrar a lo largo y ancho de todo el artículo.

El problema primero, es que definir lo que es natural , es ya de por sí problemático. Cualquiera puede consultar un diccionario de filosofía y ver todas las acepciones que ha tenido en la historia del pensamiento. La que sostiene Marisa Pérez en el comienzo de su artículo (“El ser humano encontró la música dentro de sí mismo”) es la idea de naturaleza como lo que aparece o lo que brota espontáneamente. La música no es producto originario de la cultura humana sino que aparece en la naturaleza. Es la misma idea del concepto griego, que tiene un trasfondo de animismo primitivo (animismo: creencia que atribuye vida anímica y poderes a los objetos de la naturaleza. RAE: 22ª edición). De ahí que no sean de extrañar los reproches que se nos hacen posteriormente en el artículo de no ser naturales cuando enseñamos. La naturaleza consciente y sabia es algo que a nadie en su sano juicio se le ocurrirá poner en duda (salvo que se le ocurra pensar que las cosas pueden no ser lo que aparece).

El segundo problema, que considero más grave, son las consecuencias que puede tener un planteamiento naturalista llevado al extremo, en educación musical. El concepto de naturaleza se opone, por un lado, a lo que está más allá de lo natural, como puede ser lo sobrenatural o lo espiritual, y por otro se opone a lo artificial. Veámoslo separadamente:

Pienso que la oposición natural-espiritual puede ser lícita si se considera como espiritual ámbitos como la religión, por ejemplo, determinados misticismos, etc…Pero se deja ver a lo largo de todo el artículo de Marisa Pérez una oposición naturaleza- razón no exenta de serios problemas (críticas al predominio del intelectualismo, la abstracción, etc… en la enseñanza musical, por ser antinaturales). El hombre se halla naturalmente ubicado en un entorno racional desde su nacimiento e incluso antes. Y hemos de considerar como naturaleza todas las manifestaciones de su existencia, incluida las manifestaciones racionales. Mis alumnos/ as de 1º de Solfeo de siete años me han atiborrado este curso de preguntas sobre el significado y ejecución de los signos musicales para aprenderlos.

¿Por qué la inquietud por aprender a descodificar un sistema de símbolos como es el solfeo no puede ser algo natural a los 7 años? Cuando la profesora Pérez afirma que las culturas musicales tradicionales no necesitan acceder al código escrito, lo que parece sostener es que no es una exigencia de su naturaleza. El tema puede llevar la discusión a otros ámbitos muy alejados del que nos ocupa.

Quizá sea aquí útil recordar el primer capítulo de la Metafísica de Aristóteles: “Todo hombre tiende naturalmente al saber”. En el artículo de Marisa Pérez pienso que se da una limitación importante al ceñir el concepto de naturaleza al ámbito psicológico-afectivo de los instintos o impulsos y las emociones, no considerando naturales las exigencias racional-intelectuales que, dentro de su nivel de desarrollo y su cultura, todo hombre/ mujer tiene desde la niñez.

Pero el problema mayor del concepto de naturaleza que subyace en todo el artículo de la profesora Pérez viene precisamente de que está refiriéndose a una enseñanza artística. En una de sus acepciones, y no la menos importante precisamente, naturaleza significa:

“Principio universal de todas las operaciones naturales e independientes del artificio. En este sentido la contraponen los filósofos al arte.” (RAE, 22ª edición)

Esta acepción a que se refiere la RAE entiende la naturaleza como orden y necesidad, y tiene que ver con la ley natural y con los postulados de la moderna ciencia natural como la entienden, por ejemplo, Galileo y Newton. Nos transmite la convicción de que la naturaleza es norma, es ley, y por tanto es inmutable. En cambio, el arte (y las bellas artes) es lo hecho por el hombre, lo artificial, que puede cambiar con el tiempo y el lugar, no estar acorde necesariamente con el orden universal, y cuya 2ª acepción significa:
“No natural, falso.” (RAE, 22ª edición)

Esta consideración de lo natural verdadero como distinto y opuesto al arte mentiroso es lo que precisamente va a caracterizar al naturalismo de Rousseau, cuya influencia hoy día sigue siendo enorme. Es el riesgo que se corre, en el límite, si se asume acríticamente el naturalismo rousseauniano. Se podría pensar que esto no es así, pues el mismo filósofo ginebrino era artista e incluso compuso música. Pero se trata de la excepción que confirma la regla. La educación estética sólo es valiosa para él si se inspira en modelos naturales, o si tiene a la naturaleza como fuente del sentimiento estético. Es decir, una parte muy considerable de obras y músicos (y no sólo los sistemas de enseñanza a los que se refiere el artículo), anteriores y posteriores a Rousseau, serían producto de una degeneración cultural.

El naturalismo es una cosmovisión, y como tal no es un pensamiento elaborado con rigor. Su función es más bien responder de manera sumaria y poco sistemática a preguntas sobre el significado y sentido de la vida, del mundo y del hombre. En el límite llevaría a negar la idea misma de educación, del tipo que sea, desde el momento en que esta se define como la acción de una cultura sobre una naturaleza, para mejorarla.

He intentado esquematizar al máximo y llevar la argumentación al límite para mostrar las consecuencias de una asunción acrítica y absoluta de los postulados naturalistas en educación musical, expuestos en el artículo de la profesora Pérez. Sin embargo mi posición teórica y práctica, se puede identificar con un naturalismo crítico y moderado, más próximo a un humanismo científico, y con aportaciones de otras perspectivas. Es la posición que espero exponer en un próximo artículo.

Sería injusto negar, desde una aproximación crítica, la importancia y validez de muchas de las aportaciones del naturalismo, hoy día ampliamente extendidas, y entre las que cito:

Enrique Fuentes, Licenciado en Pedagogía Musical por el Instituto Jaques-Dalcroze de Ginebra (Suiza). Licenciado en Filosofía y CC de la Educación. Profesor Superior de Pedagogía Musical.

Collado Villalba (Madrid)

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