Quizá lo más relevante del trabajo sean las reflexiones del musicólogo italiano en torno a la técnica que el propio Beethoven podría adoptar sentado al piano. ¿Cómo estudiaría tal o cual pasaje? ¿Cuál sería su colocación de las muñecas o de los brazos? Cuestiones como éstas carecen, hoy en día, de empírica contestación, pero el autor se sirve de brillantes ejemplos procedentes de las Misceláneas Kafka y Fischhof, del Concierto en sol mayor, op. 58 o de la Fantasia op. 77 para ir argumentando las diferentes posibilidades.
Una verdadera tormenta de ideas surge también en torno a sus primeras obras no editadas (sus Werke ohne Opuszahl, WoO) así como de sus primeras sonatas para piano, obras que, según el escritor, llevan ya claramente impresa la firma beethoveniana así como la gran mayoría de las aportaciones técnicas que asociamos tradicionalmente a sus más grandes obras.
Con un lenguaje siempre claro y repleto de edificantes ejemplos musicales que apoyan sus tesis, Chiantore da rienda suelta a su vena investigadora y aporta datos e ideas absolutamente reveladoras, especialmente gracias a los ejercicios transcritos que pudiese realizar el propio compositor para asentar tanto su propia técnica como la de sus alumnos.
Otro apartado altamente revelador está dedicado a la figura del Beethoven improvisador en el que un cúmulo de alabanzas y de incógnitas se vierten sobre el mismo. Luca Chiantore nos remite más a la idea de improvisación actual, apuntando grandes diferencias entre cómo podría sonar Beethoven en 1810 y la forma en que lo hace en 2010.
El penúltimo capítulo del título está dedicado a Elisa, la joven que tantos quebraderos de cabeza ha traído a los musicólogos desde que se recuperara la partitura con la manida dedicatoria tras la muerte del compositor. En él, al igual que en su tesis, recientemente leída y calificada Cum laude, el autor baraja la posibilidad de que el autor de la conocida bagatela no sea tal, o al menos de que lo que nos ha llegado hasta ahora sean unos retales reconstruidos por otro Ludwig, Nohl en este caso, el investigador que sacó a la luz la partitura.
No hay duda de que Beethoven cambió el curso de la historia musical y, dentro de ésta, el de la técnica pianística. Sus gruesos dedos, sus ejercitadas manos y muy especialmente, su actitud frente al piano, fueron las claves de esta gesta. Chiantore ilustra fehacientemente todos estos aspectos, desde los movimientos del dedo, pasando por la muñeca, el brazo o el peso de todo el cuerpo –especialmente a través de los ejercicios técnicos que le servían a sí mismo como banco de pruebas para otras obras más asentadas– aportando las posibles soluciones que otorgase a sus propias dificultades técnicas. De esta manera se conforma un completo libro, que no manual, destinado tanto a pianistas como musicólogos, en una apertura estilística, formal y de mentes que es digna de ambos autores.