Doce Notas

L’Arbore di Diana en el Teatro Real

Momento de L'Arbore Di Diana. © A Bofill. Cortesía del Teatro Real

El Teatro Real prosigue con su dedicación a la obra de Vicente Martín y Soler, después de haber producido en temporadas anteriores Il tutore burlato e Il burbero di buon cuore, con L’arbore di Diana.

Antonio del Moral comentó en la rueda de prensa de presentación que con esta ópera «se cierra un pequeño ciclo para recuperar la figura de este gran músico, uno de los retos que nos habíamos planteado».

Ottavio Dantone, director de la Accademia Bizantina, comentó que la música de Martín y Soler «es muy iluminista y muy al gusto del público porque sabía captar muy bien sus necesidades; era un estratega musical».

El director de escena, Francisco Negrín es la primera vez que pisa el escenario del Real pero ya ha escenificado del mismo compositorUna cosa rara, y sus producciones han sido aplaudidas en varios teatros de nuestro país.

Negrín ha definido su trabajo como «un espectáculo barroco con estética moderna», inspirada en dibujos «manga». «La intención es divertir porque la música es ligera y elegante», ha afirmado el director de escena.

Un doble reparto de jóvenes cantantes dará vida a este dramma giocoso. Dos sopranos rusas, Luybov Petrova y Ekaterina Lekhina encarnarán a la diosa Diana, que encontrará la réplica en las voces de las mezzosopranos Marina Comparato (que se lesionó en los ensayos pero para la que Negrín ha adaptado su posición en escena para que pudiera intervenir) y Ketevan Kemoklidze, como Amor y los tenores Dmtri Korchak y John McVeight, como Endimione. Junto a ellos, cantarán otras reconocidas voces como Ainhoa Garmendia, Marisa Martins y Simón Orfila.

L’arbore di Diana fue la tercera y última colaboración entre Lorenzo da Ponte y Vicente Martín y Soler, y, de las cerca de sesenta óperas estrenadas en el Burgtheater de Viena, fue la más representada de todas, alcanzando las sesenta y cinco funciones.

Martín y Soler fue contemporáneo de Mozart, que pudo llegar a tener ciertos celos del éxito del compositor valenciano. Según comentó el propio Negrín, «Martín y Soler influyó sobre el compositor austriaco, y la envidia que le provocó su éxito le animó a trabajar más y mejor».

La obra responde a un encargo que Martín y Soler recibió de la corte vienesa para las celebraciones de la boda entre la archiduquesa María Teresa de Austria y el príncipe Anton Clemens de Sajonia.

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