Doce Notas

Katarina Gurska, el reto del superior

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Katarina Gurska

En la actualidad, el Centro Superior de Enseñanza Musical Katarina Gurska cuenta con más de 50 profesionales y 660 alumnos, ofrece una enseñanza de calidad, personalizada, donde la confianza, la agilidad y la creatividad son un reto diario: enriquecer la educación de las personas, de cualquier edad, abarcando todos los niveles, desde cursos no oficiales, con un programa de “educación a la carta”, hasta enseñanzas elementales y profesionales, además de diferentes cursos, talleres y seminarios.

Usted se define como músico, y se interesa  principalmente por la educación y por los alumnos. ¿Qué es ser músico?

Ser músico para mí significa trasmitir un lenguaje del corazón, un lenguaje abstracto, ya que es sonoro y se puede percibir no solamente con los oídos, más ligados a la palabra hablada, sino con todos los sentidos. Este lenguaje debe percibirse hasta por la piel, por las sensaciones, por vibraciones. Hay que definir y entender el lenguaje de la vida, porque en la vida real no son solamente las palabras, son las miradas, los sonidos, los acentos de las palabras, y muchas veces este sentido secundario lo olvidamos, no le damos importancia. Alguien que aprende música aprende también a entender muchas facetas colaterales que conllevan a infinitud de estados anímicos.

¿Qué significa enseñar para usted?

Enseñar siempre fue una parte bonita porque, aunque piense que el alumno tiene que aprender de mí, la verdad es que me enriquezco muchísimo dando clases  y, sobre todo, con el cariño de mis alumnos. A lo largo de todo este tiempo he aprendido muchas cosas; una de las más importantes, a relativizar la materia prima y la manera de manejarla. Además hay que profundizar en la necesidad social y psicológica de entender a los alumnos, ya que cada persona, como ser único en el mundo, precisa de un tratamiento específico. Tenemos que distinguir el lenguaje de las sensibilidades, aplicarlo uno por uno, porque cada uno percibimos de distinta forma. El gran desafío de los profesionales es adaptar su metodología correctamente. Lo importante es que el alumno al final consiga sus metas y disfrute de su trabajo. Las vías son siempre distintas y para nosotros supone un esfuerzo constante el saber cómo llegar a conseguirlo.

En un momento en el que parece que todo está en crisis, incluida la educación, ¿qué supone la aprobación de los ciclos superiores?

Ciertamente, es una época difícil para todos. Pero, en nuestro caso se nos ha abierto una puerta con posibilidades que probablemente hemos deseado todos los privados. El mundo de la enseñanza musical ha querido que exista una alternativa, una enseñanza liberalizada de los mecanismos adquiridos anteriormente, es decir, una enseñanza con una estructura administrativa muy fija. Un ámbito privado es mucho más ágil para elegir profesionales de calidad; una directiva toma la decisión de escoger al grupo y puede variar cuando no se cumplen los requisitos laborales, las calidades laborales. Esto requiere un esfuerzo día a día. Nuestra forma de pensar y trabajar no nos permite estar relajados ni un minuto, tenemos que esforzarnos siempre. Si nos estancamos o nos paramos, se nos desmorona todo.

¿Cómo se siente al ver reconocido este proyecto?

Se trata de una responsabilidad ante la que nos planteamos crecer poco a poco, sin agobios. Nos  gusta subir los peldaños de manera firme, paso a paso. Después de 27 años, hemos demostrado un camino recorrido, y llegados a este punto es lógico que nos sintamos capacitados, fuertes para poder llevar este camino más arriba. Mejor dicho, un camino más amplio, absorber más posibilidades, dejar que los discípulos puedan escoger, dejar que nosotros podamos acabar nuestro trabajo.

Hay siete especialidades, unas más clásicas y otras de total actualidad, como la Producción y Gestión, y la Fonología; pero en todas ellas hay hueco para la formación integral, junto con la específica: interpretación, análisis, estética, historia, educación auditiva…. Una educación global en definitiva.

La estructura y el diseño nos vienen dados. En este caso por parte de la Comunidad de Madrid, incluso homologada en el ámbito europeo. De forma que si estudias aquí y quieres estar un año en el extranjero puedas hacerlo. Cada comunidad autónoma desarrolla su propio plan de estudios. Nosotros lo vemos muy complejo, muy interesante, atendiendo al detalle y muy elaborado. Lo que va a sacar la propia escuela es el alma y la estructura pedagógica. Proponer el relleno, la programación de cada especialidad, la programación de cada clase. Esto es lo que hace cada escuela. Porque el título de la asignatura existe, pero, ¿tú qué quieres poner dentro? ¡En un año no puedes saber 20 libros! Ahí va a estar la diferencia de las escuelas. Pero creo que los mejores embajadores de una escuela y de una pedagogía van a ser los propios alumnos.

Los Cursos de verano de La Granja, que tanto han contribuido a la formación de sus alumnos, llegan este año a su decimocuarta edición ¿Qué espera de ella?

Lo que espero es que siga adelante el proyecto ya que hace catorce años que se puso en pie y funciona porque contamos con un equipo magnífico de profesionales. Creo que el éxito de cada convocatoria es parte del equipo que lo forma y lo imparte. Los alumnos acuden a nuestro curso porque quieren estudiar con un determinado profesor y, lógicamente, tiene un gran aliciente con el festival que organizamos en paralelo. Aparte de los conciertos suyos, sus programas ante el público durante la tarde, les proponemos los conciertos de la noche que son auténticos “bombones musicales”. Yo siempre presumo mucho de estos programas de noche, Madrid tendría que tener este tipo de conciertos nocturnos en verano. [risas]

Poco a poco se irán implantando todas las especialidades. Este próximo curso, dos itinerarios instrumentales, composición, dirección y sonología. Necesitará ampliar el equipo de trabajo, ¿qué busca en estos profesionales?

Durante este medio año ya hemos ampliado nuestro equipo para el Grado Superior. Busco gente que comparta la misma ideología; no ser  a la hora de compartir la sabiduría, sus investigaciones, ideas, las formas de trabajo, de pensar, la forma de interpretar. Busco profesionales que no solamente quieren ser profesores sino que realmente busquen el contacto con los alumnos para poder intercambiar. Ellos, la madurez, la sabiduría; y los jóvenes, la inquietud –“tirar de la lengua”–, la búsqueda de su propio camino en la vida. Nuestra preocupación es enseñar al alumno no solamente la gran historia que nos precede y todas las metodologías que hemos aprendido. Eso es la base sobre la que uno tiene que investigar y encontrar su propio camino. Actualmente el mundo se abre a las nuevas tecnologías, a las nuevas creaciones, al nuevo entendimiento del lenguaje sonoro. La futuras generaciones no van pensar como lo hemos hecho nosotros cuando teníamos cuarenta años menos. Hay que dejarles ir, dirigirles por el camino, pero dejarles marchar.

¿Cuántos puestos escolares esperan cubrir?

No creo que sea una avalancha grande porque lógicamente esta enseñanza es demasiado costosa. Pero no porque lo diga yo, lo dice la propia Consejería. El boletín oficial de la Comunidad recoge en el reglamento el precio de un curso escolar, lo que deben costar las Enseñanzas Artísticas Superiores de Música. Nosotros estamos por debajo de esta cifra porque hemos ajustado al máximo. De todas formas, nuestra escuela para poder fomentar y coger talentos tiene establecidas una serie de becas, las cinco primeras, de 4.000 euros cada una, se otorgarán por concurso.

Justamente, hasta ahora no hemos tocado el tema económico. Los cursos superiores suponen un desembolso importante cada año.

Lo que tenemos que entender es que se trata de una enseñanza con muchísimas clases individuales, de muy poca gente, con grandísimos profesionales y que lógicamente eso tiene su coste.

Entonces, ¿educación para unos pocos?, ¿es elitista la música?

Nosotros no pretendemos que la música sea elitista. Creemos que la música se debe disfrutar; todo ser humano tiene que disfrutar de la música, punto primero. Y por otro lado, también consideramos, no somos ciegos, que no todo el mundo está capacitado para realizar Enseñazas Artísticas Superiores. Hacer un uso de la música puede todo el mundo, pero ser artista… Que se unan tanto facultades interpretativas, mentales, personales, características escénicas, como características humanas; decir algo con tu música en la escena, aprendiendo algo, sintiendo algo, un bienestar, un placer de escuchar; un algo, lo que debe quedar tras un concierto, porque si no, ¿para qué existe un concierto? No todo el mundo tiene esta transmisión. Y eso es lo que hay que entender.

Pero los cursos superiores no son solamente para artistas escénicos, también podemos crear buenísimos maestros. Porque el que tenga cariño a la juventud podrá aplicar todos estos conocimientos a la enseñanza. Por lo tanto, yo veo una necesidad primordial en la Enseñanza Artística Superior. No sé si podíamos hablar de pequeña falta, quizá es necesario un espacio para la pedagogía, crear en un futuro una especialidad en pedagogía musical, dirigida a los intérpretes y pedagogos, digamos, pedagogos intérpretes. Porque ahora creamos siempre artistas; la interpretación crea artistas, pero, ¿dónde están los maestros que van a dar clase? Esta faceta no la vamos a abandonar porque teniendo la escuela de grado elemental tenemos mucho material humano donde nuestros alumnos podrán hacer estas prácticas que consideramos muy importantes.

Detrás de todo este trabajo, ¿qué objetivo sigue persiguiendo?

Dar una alternativa al mercado de la enseñanza. Una enseñanza cuidada, de calidad, y, como yo digo, de maestros. Yo no hablaría de profesionales, hablaría de maestros entendidos a la antigua; maestro que dio su corazón, su porqué de vivir, en definitiva, que su vida la destinó a la enseñanza.

Trabajo para seguir contando con la confianza de los alumnos que vienen cada día a la escuela. Un reto nuevo, y que cada día será uno distinto. Van apareciendo y los vamos proyectando. La confianza de los alumnos es nuestra razón de seguir aquí, sin ella, no tendríamos por qué estar ninguno de nosotros.

 

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