Doce Notas

Patrick Alfaya, nuevo director de la Quincena Musical

entrevistas  Patrick Alfaya, nuevo director de la Quincena Musical

Llegar y tirarse a la piscina es todo un acto de valentía ¿sólo así funcionan las cosas? Sólo con valentía no: una frase muy manida dice “los cementerios están llenos de valientes”. Se aplica a la guerra, pero le cuadra a cada nueva aventura del tipo que sea.  Hacen falta arrojo e ilusión para que las cosas funcionen. Pero, por encima de todo, sentido común. A partir de ahí es más fácil motivarte con aquello en lo que trabajas.

¿En qué momento del festival se incorpora? Del lado económico, cuando el ejercicio de 2009 está cerrado en todos los aspectos, y lo he encontrado bien. Porque se trata de uno de los festivales que más recauda por la vía privada. Casi la mitad del presupuesto de la Quincena procede de ingresos por patrocinios y de venta en taquilla. También es verdad que, cuando una parte de tu presupuesto está ligada a decisiones del sector privado, te puedes encontrar que en momentos como el actual, la recesión lleva a que quien más y quien menos se lo piense a la hora de comprar un abono. Igual que los patrocinadores, cuando se plantean concederte el dinero que te han dado en otras ediciones. Ese puede ser un punto débil. Pero es por ahí por donde debemos plantearnos todo. La subvención es necesaria, pero la cultura de la subvención puede ser problemática, tanto si hablamos de orquestas como de festivales. De ahí que cada uno deba conocer su mejor vía para buscarse las habas.

¿Usted sabe ya cómo se las va a buscar? Lo primero, constatando qué ocurre este año con los ingresos por taquilla, una vez comprobado que los patrocinios se han mantenido bastante bien. Incluso ha llegado algún patrocinador más. Pero ese tema es complejo, porque la gente está asustada con la situación económica.

Desde el punto de vista artístico, ¿cómo ha encontrado el que ya es “su” Festival? Muy bien. Este año se ha echado un poco de menos la ópera de repertorio a la que estábamos acostumbrados, y ese es un problema que vamos a ver cómo abordamos en el futuro, porque a nadie se le escapa el disparate en que se han convertido las cifras de la ópera. Cada vez suben más, y más, y más… Ni con respecto al IPC ni a nada, y en esas condiciones es muy difícil aguantarlo. Si las grandes salas, como el Teatro Real o el Liceo, igual que los demás teatros europeos, cuentan con presupuestos muy altos, y aun así lo pasan mal, para nosotros hacer ópera supone invertir fácilmente el 20 o el 25 por ciento del presupuesto total. Con todo y eso, queremos seguir haciéndolas.

La imaginación al poder, ya se sabe: a barajar la posibilidad de coproducciones, alquiler de montajes… …lo que está claro es que, hoy por hoy, producciones propias, ni de broma. Más, sabiendo que como problema añadido está el tamaño del foso. Puede servir para Mozart o Rossini, pero no para títulos que requieren grandes plantillas, como los de Wagner.

¿Es difícil sustituir a alguien con el carisma de José Antonio Echenique, con ese respaldo popular que se ganado durante su larga etapa en el cargo? Es difícil ante todo porque como en estos 31 años lo ha hecho muy bien, acaban surgiendo las comparaciones y los retos que te lanzan los que lo han conocido. Te planteas como meta poder llegar a su altura. Y José Antonio, con quien me llevo muy bien, me ayudará en el empeño, porque va a continuar trabajando conmigo, integrado en la estructura del festival.

Su idea de futuro, a la vista de cómo lo recoge ¿sería la de mantenella o enmendalla? En alguna ocasión he dicho que sería absurdo de algo que funciona bien llegar y cambiarlo radicalmente. Habrá que ir haciendo ajustes con el tiempo, del mismo modo que José Antonio lo ha hecho a lo largo de los años. El objetivo primordial es crecer en la medida posible con objetivos como el que comentaba de intentar traer público de Francia y, si funciona, perfecto. Seguiremos trabajando para poner en marcha a favor de Euskadi todo lo que esté en nuestras manos. Pero en ningún caso introduciendo grandes cambios.

El declive que están viviendo los grandes festivales, con Salzburgo a la cabeza, obliga a aplicar fórmulas concretas ¿Tiene la suya para la Quincena? A decir verdad, no. Ante todo, porque no hay una piedra filosofal que te diga esto hay que hacerlo así. El éxito absoluto no lo ha conseguido nadie. Mi fórmula, si la queremos llamar así, consistiría en ir probando cosas, intentando alternativas, tanto en cuestiones artísticas como en el modo de atraer nuevos públicos. Modernizar, aunque no sé si es el término adecuado, no tanto el repertorio, que en parte hay que hacerlo, como el formato, viendo lo que está ocurriendo fuera y contrastando quién ha obtenido mejores resultados con una operación o con otra. Un ejemplo: la captación de jóvenes. Hay que intentar que vengan caras nuevas, pero por ahora no ha habido ninguna experiencia de éxito continuado. Ha funcionado, sí, en títulos concretos de ópera en los que estaba un artista de éxito popular, pero en términos generales ningún teatro puede decir que el 30 por ciento de su abono tiene menos de treinta años.

¿Algún festival le convence especialmente, o de cada uno tomaría cosas aisladas? De cada uno tomaría algo. Además, todos los que consideramos buenos están en continua mutación. Aunque sea en aspectos pequeños. Las grandes revoluciones, al precisar presupuestos muy altos, sólo se pueden dar en festivales grandes. Los otros lo tenemos más difícil, pero como la necesidad agudiza el instinto, acabas encontrando recetas para determinado tipo de músicas o para dar con lugares interesantes para presentarlas.

En ese punto encaja su proyecto de expansión más allá de la frontera… De eso acabamos de hablar en Francia, porque tenemos la idea de, además de llevarles el festival por medio de conciertos específicos que hemos programado allí, de intentar atraer también al público de ese país hacia San Sebastián. Pasarles el mensaje de que hoy pueden ver “en casa” a Tharaud, pero que, si quieren, tres días después pueden hacer lo propio con Gardiner en San Sebastián. Pero al fin y al cabo, las fronteras son las fronteras. Recientemente me decía un amigo que por mucho que lo que nos encontremos al otro lado sea Iparralde, el País Vasco del Norte, el Bidasoa marca mucho esa división en todo: en los hábitos, culturalmente… Eso es lo que queremos evitar, recurriendo a lo que esté en nuestras manos. Con acciones como la que estamos pensando de, el año que viene, editar programas con toda la información, precios inclusive, en francés. Hace unos días, cuando los abonos del Kursaal estaban al 84 por ciento vendidos nos planteábamos que tampoco podíamos crecer mucho más. En la pasada edición, como hubo ópera se llegó hasta el noventa y algo, y éste podremos estar perfectamente en el noventa. La idea sería hacer que ese público venga igualmente al Teatro Victoria Eugenia, donde también hay abonos. Que vayan a todo. Eso es lo más difícil.

¿Se conforma con dar batalla a los festivales del país, o, ahora que han traspasado ese Bidasoa que menciona, sacar los dientes también a los franceses? Para empezar me gustaría batallar aquí y, ya que todo San Sebastián tiene mucho cariño al Festival, conseguir que Euskadi entera lo sienta cada vez más suyo; consolidar lo que tenemos, y hacer cosas capaces de atraer cada vez más público. En ese capítulo claro está que aspiramos a contar en algún momento con una presencia fuerte del público francés. Entre otras cosas, porque una parte de los donostiarras viven de un negocio al que el turismo le viene bien. En ese punto el objetivo es conseguir ese turista del que tanto se habla ahora en España, cuando se dice que nos hemos equivocado de modelo durante años en los que hemos traído al de sangría y paella que vive en la costa en bloques de apartamentos de hormigón.

Como los festivales se programan con tiempo, algo le dejarán adelantado. La firma Alfaya ¿en qué edición se dejará notar claramente? En el 2010 algo se percibirá, aunque José Antonio ha dejado bastante hecho, sobre todo en lo referido a orquestas, puesto que con las que están en gira en las fechas que a ti pueden interesarte, en general debes empezar a hablar dos años antes. Ahora habrá que ver cómo se plantea la próxima edición en lo económico, aspecto en el que siempre te puedes encontrar sorpresas. Puede caer la venta en taquilla, algún patrocinador… incluso la aportación de las Instituciones ya que, como es sabido, muchas en nuestro país están teniendo serios problemas. Al margen de esto, en lo que se notará más mi presencia será en los ciclos más pequeños -cámara, piano, voz-, que no suponen contratación de orquestas de fuera, con las que ya se ha cerrado el compromiso.

Este nuevo trabajo ¿le obliga a renunciar a sus otras actividades? Si, salvo el ciclo de piano en Madrid, que seguiré manteniendo. Dije desde el principio que quería hacerlo y, tanto el Ayuntamiento como la Diputación lo aceptaron. Entre otras razones, porque prácticamente todos están de acuerdo en que interesa que lo haga, ya que es el medio de mantener el contacto con los Zimmerman, los Pollini o los Lupu,  porque es atractivo que estos artistas puedan venir aquí.

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