
Esther Ferrer. Enero 2008 © Eduardo Momeñe.
Ella que no quiere saber nada de la utopía ha hecho de su propia vida uno de sus ejemplos más inalcanzable: la negación de toda representación en cualquiera de sus manifestaciones artísticas, sean estas objetuales o performativas. Las acciones o las cosas son lo que son pero no representaciones. Anarquista declarada que no cree en ficciones de ningún tipo –prefiere llamarlas dios y patria–, cree firmemente en la fuerza de la acción y por ello ha ido registrando en su curriculum, como si de un diario se tratara, cada una de las performances, talleres o exposiciones que ha hecho a lo largo de toda su vida.
Su última intervención en Madrid fue el pasado 28 de octubre dentro del I Curso de Comunicación musical, Crítica y Cambio cultural que organizó Doce Notas, en colaboración con el Goethe Institut. Participó dentro de la actividad paralela que organizamos en relación con los Encuentros de Pamplona 1972 como ejemplo de Cambio Cultural. Esther Ferrer estuvo en los encuentros como grupo ZAJ, junto a los compositores Juan Hidalgo y Walter Marcheti. La conferencia-performance que nos regaló, dedicada a la crítica del arte, fue una obra maestra de interpretación, pese a no tener nada que ver con ninguna técnica teatral. Yo invitaría a muchos profesionales del teatro a tener en cuenta su magisterio.