
La cantante catalana afronta una temporada clave con primeros trabajos en Londres y París, un regreso a La Scala y una madurez artística que se refleja en su manera de entender el bel canto y explorar nuevos universos musicales.
Consolidada como una de las voces más brillantes de su generación, Sara Blanch encara la temporada 2025/26 con una combinación de vértigo, ilusión y una claridad artística que atraviesa cada una de sus palabras. La soprano debutará en la Royal Opera House y en la Opéra National de Paris, regresará al Teatro alla Scala con el complejo papel de Mélisande y seguirá profundizando en personajes que ya son parte de su identidad artística.
Entre ensayos, viajes y nuevos retos, Blanch reflexiona sobre la evolución de su carrera, su relación con Rossini, el peso de sus raíces y la importancia de mantener vivo el bel canto desde la autenticidad.
La temporada 2025/26 marca un momento decisivo en tu carrera, con debuts en Londres y París y un regreso a La Scala. ¿Cómo afrontas estos compromisos y qué significado tienen para ti?
La verdad es que lo afronto todo con muchísimas ganas y significa mucho para mí poder trabajar en estos grandes teatros rodeada de grandes profesionales, porque es una forma de expandir mi arte y a la vez, de aprender de mis compañeros y de todo lo que estas nuevas situaciones puedan aportarme, como experiencia vital y musical. Es una temporada que me hace especial ilusión y espero cada proyecto con impaciencia. Me siento muy motivada y a la vez afortunada. El estudio y una buena preparación son la clave para afrontar cualquier proyecto.
Vuelves a interpretar a Donna Fiorilla en Il turco in Italia, en el Teatro Filarmónico de Verona un personaje que ya has encarnado con gran éxito. ¿Qué nuevas dimensiones has descubierto ahora que lo retomas en Verona bajo la dirección escénica de Roberto Catalano?
Siendo esta la cuarta producción que hago de esta ópera, la afronto con gran seguridad. ¡Y eso me permite poder jugar más! Y jugando es cuando te das cuenta de muchas cosas porque te permites una mayor libertad interpretativa, ya sea en lo vocal o en lo teatral. Esto al final solo hace que enriquecer tu personaje a todos los niveles. Por ejemplo, en esta producción hemos trabajado mucho la manipulación psicológica que le hace Fiorilla a Don Geronio y yo he jugado mucho con esto a nivel teatral y también buscando sonidos nuevos que me permitan describir mejor lo que estoy diciendo.
Esta producción se describe como una lectura “contemporánea, vibrante y visualmente estimulante” del clásico rossiniano. ¿Cómo dialoga tu interpretación con esta propuesta más moderna?
Con Roberto hemos trabajado el personaje de Fiorilla como un “antes” y un “después”. Una Fiorilla más superficial en toda la parte inicial de la obra y una Fiorilla en la que su mundo de superficialidad se derrumba y de ahí renace una nueva Fiorilla. La verdad es que el argumento de la obra es tan actual que encaja perfectamente con una propuesta más moderna y me siento muy cómoda con ello.
Llevas más de una década vinculada al repertorio belcantista. ¿Qué tiene Rossini que sigue fascinándote como intérprete?
¡Siempre digo que donde haya Rossini, habrá buen humor! Y eso en la vida nos va muy bien… Pero la verdad es que Rossini tiene ese punto de ironía en su música, la combinación de lo sarcástico, lo irónico y al mismo tiempo la verdad y la sinceridad que en muchas ocasiones roza lo absurdo… Y todo eso se ve reflejado en su escritura y en el canto. Es un engranaje perfecto de bel canto, orquestación y teatralidad que sólo un genio puede conseguir.
Interpretarás a Mélisande en Pelléas et Mélisande, un papel de gran carga psicológica y musicalmente muy distinto a Rossini o Donizetti. ¿Qué retos te plantea este cambio de registro?
Me gusta lo nuevo y me gusta cambiar. Evidentemente siempre que sea algo que mi vocalidad pueda afrontar, pero interpretar a distintos compositores no me asusta, me enriquece. Cada uno te plantea su universo, su forma de entender, su forma de comunicarse y yo puedo canalizar a través de todo esto. Me encanta la idea de afrontar un personaje de gran carga psicológica y esta es la gran fuerza de Mélisande; en este caso el canto está completamente al servicio del teatro y este será un gran reto, ya que musicalmente no es una obra fácil. Pero tengo muchas ganas de empezar esta producción y estoy segura de que haremos un trabajo muy interesante y enriquecedor.
En esta temporada trabajas con nombres como Laurent Pelly, Gilbert Deflo o Romeo Castellucci. ¿Qué te aporta cada uno de ellos y cómo influye su enfoque en tu manera de cantar y actuar?
Con Laurent Pelly he trabajado en tres ocasiones distintas y la verdad es que siempre que tengo que trabajar con él estoy feliz. Hay muy buena sintonía entre los dos y eso favorece también un buen resultado. Me gusta mucho su sensibilidad y su forma de trabajar y me hace inmensamente feliz poder interpretar a Marie en su icónica producción de “La fille du Régiment” en Londres. Por lo que respecta a Gilbert Deflo y Romeo Castellucci, nunca he tenido ocasión de trabajar con ellos, pero tengo muchísimas ganas de hacerlo y de aprender cosas nuevas, de construir algo bueno juntos. Cuando se hace un buen trabajo escénico, siempre influye positivamente en la voz.
Eres considerada una de las principales representantes del bel canto de tu generación. ¿Cómo crees que se puede mantener este repertorio vivo y relevante para el público actual?
Simplemente dándole vida cantando de la mejor manera que se pueda. Al final, el canto tiene que ser una búsqueda de lo bello, lo bonito, junto a un trabajo emocional y psicológico interpretativo profundo. Cuanto más profundice uno y más se acerque a la autenticidad, más cercana será la música para cualquier persona que la escuche.
¿Qué papel han jugado tus raíces y tu educación musical en la artista que eres hoy?
¡Ha sido fundamental! Nací rodeada de música y músicos, en Darmós, un pequeño pueblo en medio de la naturaleza… ¿qué más se puede pedir? Mis padres siempre lo han dado todo por mi educación, ellos me enseñaron música en casa y me dieron acceso a mi formación desde muy pequeña. Les estoy muy agradecida. También me siento muy afortunada de todos los maestros que he tenido, de todo lo que me han enseñado y todo lo que he ido aprendiendo durante todos estos años… ¡y sigo haciéndolo! La formación nunca termina, es constante… esta es otra cosa que me enseñaron mis padres.
Has destacado tanto en grandes teatros internacionales como en recitales íntimos en Cataluña. ¿Qué diferencias sientes entre cantar para un gran escenario y hacerlo en un formato más cercano?
Cada formato te permite una cosa distinta. Los recitales íntimos te permiten un contacto más directo con las personas, ya que puedes verles los ojos, las caras, y ellos pueden verte perfectamente a ti… puedes decidir si acercarte más a alguien, jugar, interactuar e incluso la interpretación vocal se convierte en algo más cercano. Todo esto también te permite llevar esta experiencia a un escenario más grande, donde el contacto con el público no es tan directo, pero puedes mantener y aprovechar también esta intimidad formando parte de un “todo” mucho más grande. Consecuentemente, la proyección de la voz también cambiará.
Con tantos retos artísticos por delante, ¿hay algún papel o compositor que aún sueñes con interpretar en los próximos años?
La Traviata y Gilda (Rigoletto) de Verdi y también Elvira (I Puritani) de Bellini. ¡Y muchísimos más! ¡Hay mucha música!
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