¡Brillante coproducción entre Les Arts, la Scala de Milán, la Staatsoper Unter den Linden de Berlín y el Teatro Real de Madrid con estreno en la capital del Turia del Fausto de Gounod!
De los sonidos musicales se dice en términos generales que fluyen; y el fluir de la música en esta ambiciosa pieza y su plasmación visual por parte del director de escena Johannes Erath, acompañado por la escenógrafa de Heike Scheele, el vestuario de Gesine Völlm, la iluminación de Fabio Antoci y el sugerente trabajo video-artístico de Bibi Abel, fueron lo que crearon en su esencia una obra de arte audiovisual extremadamente dinámica. Las poco más de tres horas de representación transcurrieron por lo tanto de manera casi imperceptible, manteniendo la atención del espectador en vilo.
Ya la partitura en sí de Gounod garantiza un fluir sin fisuras en esta su más célebre ópera entre un total de doce. Desde que la Metropolitan de Nueva York abriera sus puertas en octubre de 1883 precisamente con esta grand opera en 5 actos, la pieza de Gounod ha vivido numerosas reposiciones en diversas producciones. La vista y presentada en Les Arts aboga por los recursos más modernos en términos visuales para crear y recrear los diferentes planos músico-dramáticos (o contrapuntos si se prefiere). La fusión entre partitura, decurso musical y continuidad visual (cinematográfica se podría decir) alcanzó aquí unos niveles pocas veces vistos (de hecho, pensamos que la estaticidad de ciertos trabajos escenografías choca no pocas veces con la dinamicidad de la música, intrínseca a la gran mayoría de las piezas de repertorio. A otros, el excesivo dinamismo escénico les resulta en cambio molesto. Será una cuestión de gustos).
En lo que al ritmo y los planos sonoros se refiere, no podemos más que elogiar el trabajo realizado desde el foso tanto por parte del director suizo Lorenzo Viotti como por la de la orquesta, colectiva e individualmente. Viotti dirigió con serenidad, sin caer en sentimentalismos, perfilando las innumerables sutilezas melódico-armónicas de la partitura con elocuencia y entendiendo su labor como la de un «puente entre la partitura y la audiencia», tal como lo definió en una entrevista.
En el escenario actuaron un magistral Coro de la Generalitat y un excelente elenco de cantantes que, ciertamente, no solo ofrecieron una hermosa velada en términos vocales, sino que actuaron con oficio y soltura, cada cual conforme al perfil del personaje que encarnaba: Ruth Iniesta perfiló una Marguerite delicada, a la vez que coqueta o exaltada según lo exigía la situación. Alex Esposito alcanzó una profundidad demoníaca y una convicción vocal difícilmente de superar en su interpretación de Mefistófeles. Fue él quien merecidamente más aplausos recibió del público. Iván Ayón-Rivas encarnó a Fausto con corrección, pero sin superar las cotas alcanzadas en anteriores ocasiones como, por ejemplo, el pasado mes de mayo en ‘L’heure espagnole y en Gianni Schicchi, donde resaltamos su magnífico doblete. En los papeles secundarios destacaron Florian Sempey (Valentin) que con claridad vocal interpretó de forma conmovedora los momentos líricos de su personaje y Ekaterine Buachidze, dibujando a un Siebel especialmente inspirado en su aria del 3º acto Faites-lui mes aveux.
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