
Un total de 25 formaciones e intérpretes han rociado el Pirineo catalán con programas musicales de una exquisita variedad y una amplia diversidad de voces e instrumentos. Desde las embrionarias notaciones de los códices medievales a las sofisticadas composiciones de los albores dieciochescos, una heterogénea red de propuestas se ha ido desplegando los meses de julio y agosto hasta conformar un rico mosaico musical que, a modo de banda sonora, viene coloreando el vasto patrimonio natural y cultural que atesoran los valles y las cumbres pirenaicas.
Nombres consagrados como Núria Rial o La Ritirata, junto a intérpretes emergentes; conjuntos internacionales y una amplia representación de formaciones nacionales; géneros vocales y programas instrumentales, desglosados por agrupaciones de pequeño y mediano formato han sustanciado más de medio centenar de conciertos en 41 municipios de Cataluña, Andorra y el Sud de Francia, todos ellos con una nutrida afluencia de público.
La Grande Chapelle de Albert Recasens fue la encargada de clausurar esta edición con un programa dedicado íntegramente a Tomás Luis Victoria (1548-1611), nuestro Bach nacional. Si en pasadas ediciones, las huestes de Recasens nos regalaron una inolvidable recuperación histórica de la misa Scala Aretina de Francesc Valls, considerada una obra cumbre del barroco hispánico, en la presente ocasión nos han brindado el privilegio de descubrir la misa Vidi speciosam, correspondiente al último libro de misas publicado por Victoria el año 1592 en la Ciudad Eterna. Se trata de una de sus habituales misas de parodia, basadas en motetes de producción propia; en el caso que nos ocupa en el motete homónimo basado en el Canticum Canticorum y escrito antes de cumplir los veinticinco años. Una obra sacra donde ya podemos apreciar el magistral tejido y la desbordante fantasía de la arquitectura contrapuntística desplegada por Victoria, ejemplarmente complementada con la audición de un selecto conjunto de motetes y antífonas marianas de juventud. Un excepcional programa del que podemos gustar en contadas ocasiones en la oferta habitual de las grandes instituciones musicales catalanas.
La interpretación oficiada por el competente sexteto de voces liderado por Albert Recasens nos permitió degustar las texturas de trazados motívicos, las imágenes sonoras y los entramados de profunda concisión poético-expresiva de estas obras cumbre de la escuela polifónica europea. La flexibilidad discursiva, el fluido e incisivo contraste de dinámicas y la pulcra articulación de las voces, con el soporte al órgano de Jorge López-Escribano, lograron operar la alquimia necesaria para elevar estas cuatricentenarias partituras a las cuotas artísticas y geográficas más altas. Mención merece la transcripción para órgano y voz de alguno de los motetes marianos impecablemente interpretado por la soprano portuguesa Raquel Mendes.
El público que abarrotaba la antigua iglesia de Santa Helena de Escaló, el pasado 23 de agosto, aplaudió intensamente al finalizar el concierto, agradecidos de tan inolvidable experiencia. A la salida, algunos asistentes se despidieron deseando reencontrarse el próximo verano en una nueva experiencia musical made in FeMAP. Que así sea por mucho tiempo.
____