Doce Notas

La emergencia del sonido en la música de los siglos XX y XXI

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En el mundo de la cultura y las artes existen, por así decirlo, cierto número de espacios que se dirían ocultos y, a pesar de su dinamismo, permanecen casi invisibles para la mayoría. Uno de ellos, y desde hace bastante, es el de la así llamada Música contemporánea o -para entendernos- la surgida a partir de los movimientos innovadores de comienzos del siglo pasado hasta el momento presente. Para el público en general, todo lo asociado a la música culta, clásica, sinfónica, o como a uno se lo ocurra catalogarla, tiene que ver con las grandes glorias del pasado: los Bach, Beethoven, Mozart y compañía. Tal vez algunos compositores posteriores como Stravinsky podrían pasar el corte de la popularidad, pero a partir de ahí para de contar: casi un siglo de historia de la música parece haberse esfumado del aprecio de la gente y, también a menudo, de la industria cultural que alimenta sus gustos.

Las razones de este extraño fenómeno son varias, y probablemente demasiado intrincadas para detallar aquí ahora, pero lo cierto es que, bien sea por la complejidad y hermetismo que caracteriza a muchas de las tendencias recientes de la música, que a menudo son vistas como una nebulosa inalcanzable sólo entendida por unos pocos, o por la ausencia de un interés real por darlas a conocer o explicarlas, el resultado es que sus creadores, los sucesores de esos grandes héroes del pasado, y su obra, permanecen en la sombra, encerrados en esa suerte de golden cage o jaula de oro con la que a menudo se compara su situación.

Pero esa música existe y merece la pena conocerla. Y explicarla. Eso es lo que hace el musicólogo Makis Solomos en este libro que intenta arrojar luz sobre uno de los cambios más significativos de la música en los últimos 125 años, y del que ha venido aparejada a su vez una transformación en nuestra manera de escucharla: la irrupción de la percepción sonora, del sonido en el núcleo mismo del fenómeno musical, sustituyendo a la que, al menos hasta los mencionados inicios del siglo XX, había sido la clave de la cuestión: la tonalidad. La tonalidad, herramienta clave para la construcción de un arte sonoro que transmite una ordenación característica y armoniosa, familiar y comprensible a nuestros oídos, dominante a lo largo de la historia en sus distintas facetas y etapas históricas.

Pero la irrupción de las nuevas ideas trae aparejada también la aparición de un nuevo arte sonoro en el que el sonido en sí mismo se convierte en el eje de la percepción, en toda su fascinante complejidad: el timbre, el color, el espacio… o el ruido, invitado inesperado y a no siempre bien recibido a la fiesta. El libro analiza por separado estos capítulos desde una perspectiva rigurosa, analizando al detalle gran número de referencias y ejemplos musicales de nuestro tiempo para arrojar luz sobre muchos de esos “misterios” que asoman tras el velo del arte musical del presente, y a la vez apuntando a interesantes conexiones entre la música contemporánea y géneros populares donde la perspectiva sonora adquiere una relevancia estimable, como en el caso del jazz moderno.. Obviamente, Solomos es un musicólogo y su perspectiva es esencialmente musicológica: no estamos ante una obra de carácter divulgativo o historiográfico, y su lectura es primaria y fundamentalmente muy aconsejable para quienes ven la música como algo más que un simple entretenimiento y poseen una razonable cultura musical, pero su mensaje adjunto es muy valioso para cualquiera: debemos cambiar -o, mejor dicho- ampliar nuestro concepto de lo que es la escucha, abrir nuestros oídos y nuestras mentes y dejar atrás prejuicios profundamente arraigados sobre lo que debe considerarse, o no, música. Y convertir la escucha por tanto en una experiencia nueva, única y diferente. Como el propio autor señala: “Este libro lo escribe un musicólogo y su objeto de estudio es la música en sí misma y, a través de ella, las múltiples experiencias a las que ésta invita, realzando nuestros sentidos, nuestra sensibilidad y nuestras facultades intelectuales”.

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