
Considerado como uno de los compositores más destacados y solicitados del circuito actual en nuestro país, Israel López Estelche cuenta con numerosos premios, entre los que se incluyen el Primer Premio “Xavier Montsalvatge” SGAE-CNDM (2014), el Premio Jóvenes Compositores Plural Ensemble (2015) o el Premio OSPA XX años (2011), entre otros. Además, en 2017, recibió la prestigiosa Beca Leonardo Fundación BBVA.
López Estelche ha recibido encargos de festivales y entidades de renombre como el INAEM, el CNDM, la SGAE, el Festival Internacional de Santander, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la Oviedo Filarmonía, el Concurso Internacional de Música de Cámara de Arnuero, el Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo y el Festival Cristóbal Halffter, entre otros. Y entre los directores y directoras de orquesta que han estrenado sus obras figuran nombres como Elim Chan, Fabián Panisello, Lucas Macías, Jordi Francés, Andrew Gourlay, Susanne Blumenthal, Ludwig Carrasco o Rossen Milanov. Además, ha trabajado con conjuntos tan destacados como el Plural Ensemble, Neopercusión, el Cuarteto Dalia o Manufaktur für aktuelle Musik.
Aprovechando su presencia en Madrid, para impartir sus clases como profesor de Análisis musical en la Escuela Reina Sofía y asistir a los últimos ensayos con la OCNE de su nueva obra, hablamos con Israel López Estelche.
¿Qué tal están yendo los ensayos? ¿Qué peculiaridades presenta esta obra y por qué decidió titularla así?
Es un auténtico lujo poder trabajar con una formación como la Orquesta y Coro Nacionales de España… Todos sus componentes (desde los departamentos de gerencia a los instrumentistas, cantantes y técnicos) conforman una máquina bien engrasada, así que los ensayos no pueden estar yendo mejor… He tenido la suerte de poder trabajar primero con los solistas de percusión (Juanjo Guillem, Rafa Gálvez y Antonio Martín), y el coro, junto a su director Miguel Ángel Cañamero, para matizar y revisar pequeños detalles, para luego pasar al conjunto completo, dirigido por Iván López Reynoso. Son unos músicos formidables y eso se nota en el resultado de la obra.
Y en cuanto a las peculiaridades, ya se habrá percatado que la formación es un tanto especial, pues la obra está compuesta para tres percusionistas solistas, coro y orquesta. Se han unido en una misma obra diferentes facetas de mi actividad compositiva y musical. El coro siempre me ha fascinado, igual que la orquesta y, como triple concierto, es una especie de culminación de mi relación con Rafa Gálvez y Juanjo Guillem, solistas de percusión de la OCNE, con los que llevo trabajando bastante tiempo, tanto en Neopercusión (junto a Nerea Vera) como en proyectos en solitario. En esta ocasión se les une un fantástico Antonio Martín, también percusionista de la orquesta, en un tándem fabuloso…
Ciertamente, es un conjunto ambicioso, que me ha obligado a dar muchas vueltas al papel de cada agrupación en todos los momentos de la obra. Así que hay momentos en los que el coro es principal, otros en los que la percusión, mientras la orquesta los abraza a ambos… El título viene de la dualidad que la propia expresión tiene. Por un lado, la línea pictórica, que muestra un instante robado al tiempo, un momento paralizado e irreal, que nos tapa el destino final de lo pintado… como si viéramos una foto de un paisaje de hace años, que evita que veamos la degradación de nuestro entorno. Por otro lado, adopté el título “naturaleza muerta” en sentido literal, que me llevó a un versículo del Eclesiastés, que habla de que los seres humanos no somos conscientes aún de lo que se nos ha brindado para vivir. No pretendo crear una obra moralizante, ni de reparto de culpas, pero sí llevar a una reflexión…
Después de haber estrenado obras con destacadas orquestas como la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, la Oviedo Filarmonía o la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, ¿qué significó para usted recibir un encargo de la OCNE en este momento de su carrera?
Que una orquesta se interese por mi música es siempre una alegría y un honor. Y estoy enormemente agradecido a todas las orquestas que me han apoyado y siguen haciéndolo, como se podrá comprobar en futuros proyectos… Abrir camino dentro de las orquestas no es fácil, ya que el espacio es limitado, así que cuando recibí el encargo de la OCNE sentí una alegría enorme y una responsabilidad… Creo que ha llegado, además, en un momento en el que me siento más maduro y capaz de expresarme de manera personal. Probablemente esto sea transitorio, porque uno no deja de buscar y transformarse, pero estoy llegando a unas conclusiones con las que me identifico.
Usted es Doctor en Musicología por la Universidad de Oviedo, ¿cuándo y cómo decidió que quería dedicarse a la composición, y cuáles fueron sus maestros?
Siempre tuve las dos líneas abiertas. Y, de hecho, siguen, porque aún escribo artículos colaborando con grupos de investigación en la Universidad de Oviedo, como el dirigido por Julio Ogas. Me ayuda mucho a plantearme ciertas problemáticas de una manera profunda, sobre las que apoyo mi labor creativa. Pero tomé la decisión de orientarme plenamente a la Composición mientras hacía la tesis, porque me di cuenta de que era lo que realmente quería, y una cosa ayuda a la otra, porque se retroalimentan.
Mis grandes referentes en la composición han sido tres: David del Puerto, con quien estudié profundamente durante varios años, que me enseño cómo la apertura hacia todo tipo de influencias enriquece enormemente el discurso, y a tener en la tradición el punto de apoyo sobre el que evolucionar como músico. En segundo lugar, Luis de Pablo, uno de los grandes nombres de la música española del siglo XX, que me inculcó su búsqueda melódica a través de lo dramático. Y Cristóbal Halffter, otro referente de la composición española, a quien pude asistir en su labor creativa sus últimos años y con quien tuve una complicidad enorme… verlo trabajar, que me pidiera opinión sobre algunos pasajes o las extensas conversaciones sobre su música y la de otros que tuvimos, dejaron en mí una huella profunda.
A Luis de Pablo dedicó incluso su tesis doctoral, ¿qué fue lo que más le atrajo de su música y qué aprendió con él?
Me llamó mucho la atención su repertorio coral a capella, precisamente de lo que menos se prodiga. Su acercamiento a la voz y las sonoridades corales que descubrí en él me abrieron un mundo de posibilidades de investigación. Y, poco a poco, fui adentrándome en sus procesos intertextuales, en el que creaba diálogo, especialmente con lo histórico y, finalmente, sus óperas. Obras como Kiu, La madre invita a comer o El abrecartas, son piezas que habría que revisitar sin parar, porque su manejo de lo dramático desde el «color» y el manejo de la voz son excepcionales. De él aprendí que la melodía podía ser muchas cosas, no solo una sucesión de notas con una jerarquía determinada… podía tener todo tipo de funciones y comportarse de muchas maneras… Pero fuera del aspecto técnico, recuerdo dos cosas con especial cariño. Una vez me dijo el secreto para ser feliz componiendo: “Haz lo que te dé la gana. Siempre vas a tener a alguien que te critique. Escucha lo bueno. Y lo malo, sólo si viene de alguien con buenas intenciones”. Y, también, que los compositores españoles somos los encargados de mantener, valorar y elevar la música española… como trates serás tratado…
¿Cómo definiría su estilo compositivo? ¿Cuáles han sido o son los compositores/as, que más han influido en su música?
¡Qué difícil! Por no andarme por las ramas, creo que mi estilo se basa en lo híbrido, en una mezcla de todo lo que escucho y de lo que quiero oír. Tengo una querencia hacia lo vocal y el pensamiento dramático, con la melodía como vehículo principal. No desdeño ninguna línea, estoy abierto a todo, como herramienta para mis objetivos expresivos. Y si tuviera que nombrar compositores que más me han influido, diría Stravinsky, Saariaho, Grisey, Chin, Salonen, Ortiz, Gubaidulina, Torres, Del Puerto, Panisello o compañeros generacionales a los que sigo, como Luaces, Carro, Núñez, Carretero, etc. Por nombrar unos pocos… Pero también me encanta escuchar grupos o solistas como Dream Theater, King Crimson, Tigran Hamasyan u Opeth.
Tiene un extenso catálogo de obras, que incluye música para orquesta de cámara, orquesta sinfónica, ensemble, cuarteto de cuerda, instrumentos a solo, etc… Si tuviera que recomendar tres obras suyas a quien no ha escuchado todavía su música, ¿cuáles eligiría?
Pues recomendaría mi Concierto para cello, una obra ya madura, con una interpretación espectacular de Adolfo G. Arenas, con la OSPA. También sugeriría Farewell, una pieza encargo del Festival Internacional de Santander, que dirigió Elim Chan y que ya ha viajado a México y que escucharemos nuevamente en otras orquestas. Y, por último, alguno de mis cuartetos de cuerda. Hay una grabación fantástica del Cuarteto Dalia de mi primer cuarteto Cinco plegarias, y otra muy importante de mi Cuarteto III «jardín de mar» por el cuarteto 4Sonora, que hicieron un monográfico con mis cuartetos hace unos meses.
¿Cuál es su momento del día preferido para componer? ¿le gustaría componer una ópera?
Me gusta componer por la mañana, cuando está todo en silencio y la mente está más fresca o la franja (cuando puedo) de 18 a 21 h., pero me adapto bien a cualquier horario, siempre que tenga silencio alrededor… La ópera es uno de mis objetivos a corto plazo… Es un género que me apasiona y estamos viendo un resurgimiento del género creado en España…sólo hay que ver el listado de obras que se han hecho de unos años para acá… De mi generación y posteriores hay poca gente que no esté interesada en la ópera o algún tipo de género teatral, y eso es gracias a que teatros como el Teatro Real, el Liceu, el Teatro de la Zarzuela, el Maestranza, el Campoamor o Les Arts están apostando por ello de manera decidida, y debemos alegrarnos por ello y esperar que se siga ampliando… Por mi parte, llevo trabajando en diferentes proyectos bastante tiempo, y ahora estoy perfilando uno con el que estoy muy ilusionado, porque el libreto no puede ser mejor y más apropiado para estos tiempos. Espero que se pueda materializar pronto…
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