
El Auditorio Nacional de Madrid volvió a vibrar la cuarta semana de enero, con una propuesta sinfónica que destaca por su audacia y profundidad emocional. En su ciclo sinfónico, la Orquesta Nacional de España, dirigida por Jaime Martín, ofreció un programa impresionante que une el romanticismo de Serguéi Rachmaninov con la modernidad desafiante de Brett Dean, acompañado por la sublime actuación de las soprano Jennifer France y Emma Bell.
El concierto comienza con un estreno muy esperado en España: In spe contra spem de Brett Dean, una obra que combina lo contemporáneo con lo emocionalmente evocador de la historia que nos cantan las sopranos, en un estilo operístico embriagador. Emma y Jennifer representan a Isabel Tudor y María Estuardo, respectivamente, en su último intercambio de palabras antes de la ejecución de esta última. El compositor australiano, conocido por su enfoque innovador, logra en esta pieza una atmósfera de tensión constante, marcada por cambios dinámicos que dejan al público cautivo por el devenir de los acontecimientos, al mismo tiempo que ofrece espacios para la introspección. Los paneles del auditorio que ayudan a seguir la conversación no son necesarios gracias al virtuosismo de las sopranos, que llenan la sala con su destreza vocal en todo momento.
Después de vítores y aplausos que se sucedieron durante minutos, la Orquesta Nacional de España se volcó en la imponente Sinfonía número 2 en Mi menor, op. 27 de Serguéi Rachmaninov, una obra de profunda carga emocional que ha cimentado su lugar entre las grandes obras del repertorio romántico. La interpretación dirigida por Jaime Martín captó las complejas tonalidades emocionales de la pieza, gracias a su dominio técnico. Desde la apertura melancólica del primer movimiento, con sus llamativos contrastes, hasta el desenlace glorioso del cuarto movimiento, la orquesta se entregó a las dramáticas progresiones orquestales que Rachmaninov construye con total maestría. En los pasajes más rápidos, la agilidad de los vientos metales y cuerdas proporcionó una energía arrebatadora, mientras que, en los momentos más líricos y tranquilos, el viento madera crea un espacio de intimidad cautivador. El segundo movimiento, Allegro molto, fue uno de los momentos más intensos de la velada, en el que la orquesta equilibró la tensión y suavidad de las frases de Rachmaninov hasta un tercer acto en el que se suceden dos melodías simultáneamente y nos llevan al gran finale. El Allegro vivace culmina el concierto con una explosión de carácter y fuerza triunfante, que recupera todos los temas anteriores.
La Orquesta Nacional de España continuará con su ciclo sinfónico en el Auditorio Nacional de Madrid, y volverá a interpretar a Rachmaninov en febrero, junto a obras de Samuel Coleridge-Taylor y Béla Bartók. Para disfrutar de Brett Dean puede que tengamos que esperar un tiempo más, ya que, por el momento, no hay anunciados próximos conciertos en nuestro país.
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