
Compuesta por Mozart en 1780, Idomeneo marcó un momento crucial en la carrera del compositor, quien recibió el encargo de crear esta ópera para el príncipe elector de Múnich, Karl-Theodor. El traslado del monarca desde Mannheim a Baviera había reunido en Múnich a la Orquesta de la Corte de Mannheim, ofreciendo a Mozart una de las mejores orquestas de la época, y un destacado elenco de cantantes.
El libreto, escrito por Giovanni Battista Varesco e inspirado en el canto XXIV de la Ilíada, narra el regreso de Idomeneo a Creta tras la guerra de Troya. Durante una tormenta en el mar, el rey promete al dios Neptuno sacrificar a la primera persona que encuentre al llegar a tierra para salvar su vida. Trágicamente, esa persona resulta ser su propio hijo, Idamante. Esta relación entre padre e hijo, eje central de la ópera, es a menudo comparada con la complicada dinámica entre el joven Mozart, que a sus 25 años había abandonado Salzburgo y la influencia de su estricto padre, Leopold.
La partitura de Idomeneo refleja la libertad creativa de Mozart en esta etapa, con una riqueza melódica y una orquestación innovadora que desafía las convenciones de la época. La obra combina elementos de la ópera italiana y francesa, logrando un equilibrio magistral entre recitativos, arias, números de conjunto y coros.
René Jacobs, conocido por su rigor histórico y pasión por la música de Mozart, considera Idomeneo una de las grandes joyas del compositor. Respaldado por la Freiburger Barockorchester, una referencia en la interpretación de música barroca, y un elenco de solistas excepcionales, Jacobs promete una experiencia musical que rivaliza con el esplendor de la legendaria orquesta de Mannheim en el estreno original.