Doce Notas

Ópera y basta

opinion  Ópera y basta


A largo de 42 temporadas, Mirna Lacambra se ha ganado tenazmente a pulso el indiscutible título de Dama de la Ópera Catalana. No existe equivalente alguno en toda la geografía hispánica -ni quizás en la europea- que se asome a los logros alcanzados por esta demiurga de la escena lírica. A fuerza de voluntad y sin talonarios públicos a su disposición, Lacambra ha levantado la única compañía de ópera estable en España con estándares europeos, capaz de ofrecer una temporada operística a más de una docena de capitales catalanas, de potenciar la carrera de jóvenes creadores e intérpretes y, todo ello, a unos precios asequibles al común de los mortales.

A pesar del extraordinario florecimiento del género lírico a lo largo y ancho de la geografía hispánica, nadie ha hecho más que ella en favor de la difusión de la ópera en estas últimas cuatro décadas. La suya ha sido una vocación absoluta y una dedicación plena al servicio de la causa operística, un proceder a las antípodas del grueso de gestores culturales y directores artísticos al uso, más orientados en forjarse una carrera personal a costa de los equipamientos y el erario público, que en ponerse al servicio de un auténtico proyecto de país.

La Associació d’Amics de l’Òpera de Sabadell, la Orquestra Simfònica del Vallès, el Cor d’Amics del l’Òpera de Sabadell, l’Escola d’Òpera de Sabadell, el Concurs Mirna Lacambra, el Cicle d’Òpera a Catalunya y la más reciente Fundació Òpera a Catalunya són algunos de los frutos de su infatigable ímpetu. Ella ha sido la principal artífice de que en Catalunya exista la ópera más allá del Gran Teatre del Liceu, así como la responsable de estimular la creación de km.0, con repartos y producciones de una solvente dignidad, como tuvimos ocasión de disfrutar en esta feliz Tosca, el pasado 7 de diciembre. 

El joven maestro Sergi Roca Bru se puso al frente de una disciplinada Simfònica del Vallès para ofrecernos una lectura fluida y palpitante de esta magistral obra pucciniana. La soprano Carmen Solís encarnó el rol de Florida Tosca con sobrados medios vocales y marcado carácter dramático, logrando una estimulante recreación de esta inquebrantable y sacrificada dama de la lírica universal que tantos rasgos comparte con nuestra admirada Lacambra. Enrique Ferrer es un sólido tenor que fue ganando enteros y matices a lo largo de la función, mientras que Manuel Mas, sin recrearse en sutilezas, se desenvolvió con autoridad escénica y buen oficio canoro. Entre los coprimarios, destacó el espléndido Sagrestano de Pau Armengol, así como también la notable prestación del coro de la casa. 

En cuanto a la puesta en escena, Carles Ortiz y Jordi Galobart narraron la historia con la eficacia y la fidelidad dramáticas que, contra modas y esnobismos, hasta hoy han distinguido a esta emblemática compañía. Frente a los que se valen del espectáculo operístico como laboratorio de especulaciones y ocurrencias iluminadas, la herencia de Mirna Lacambra bien podría resumirse, a modo de epílogo, adaptando aquel adagio atribuido al gran artista Isidre Nonell (“Jo pinto y prou”): Yo hago ópera y basta.

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