Doce Notas

La música antigua hace vibrar de nuevo el Pirineo Catalán

Veinticuatro formaciones han ofrecido un total de cincuenta y cuatro conciertos de pequeño y mediano formato en cuarenta municipios pirenaicos. Un extenso y variado programa musical, concentrado entre los meses de julio y agosto, con el denominador común de la música historicista y los entornos patrimoniales del bucólico paisaje montañés que constituye una iniciativa plenamente consolidada, tal como lo avalan los llenos absolutos en buena parte de los conciertos y el hecho de que otros certámenes ya le hayan replicado la fórmula en la propia Cataluña.

En la presente edición, hemos tenido ocasión de asistir a cinco de las propuestas musicales que reseñamos a continuación.

Ludovice Ensemble

La música antigua portuguesa es una de las grandes lagunas en las temporadas de los principales equipamientos musicales de la capital catalana, volcadas a los influjos del norte y del Mediterráneo. No es éste el caso del FeMAP, pues en sucesivas ediciones nos ha descubierto algunos de los tesoros del patrimonio musical lusitano, muy conectado con la corte y las capillas hispánicas. Una de estas joyas fue la excepcional Misa regalis que el compositor catalán Francesc Valls escribió para el rey Juan V de Portugal, la cual tuvimos ocasión de reseñar en estas mismas páginas.

En la presente edición, el conjunto Ludovice Ensemble, liderado por el organista Fernando Miguel Jalôto, nos ofreció un atractivo programa que recorría los pentagramas de los cancioneros ibéricos y portugueses de los siglos XV y XVI. Con excepcional sentido expresivo, capaz de realzar con gran naturalidad el acento poético de cada verso y la inflección musical de los poemas, el contratenor André Lacerda fue desgranando un repertorio que se movía entre los ritmos más folklóricos de ámbito popular y los más refinados del ambiente cortesano.Y lo hizo íntimamente acompañado por una agrupación instrumental que contaba con instrumentos tan insólitos como el clavicimbalum (precedente del clavicémbalo, en miniatura), el órgano de mano o la primitiva flauta travesera de madera.

Los cuatro bloques que integraron el concierto del pasado 15 de agosto fueron complementados por los instructivos comentarios de Jalôto, quien puso en contexto el conjunto piezas interpretadas y los instrumentos utilizados para mayor apreciación y disfrute del público que llenó la pequeña iglesia románica de Sant Vicenç de Capdella, a los piés de la cual reposa un visible esqueleto sepultado bocabajo.

Veterum Musicae

El conjunto Veterum Musicae se ha especializado en la música antigua étnica y de corte tradicional y, el pasado 17 de agosto, nos ofreció un concierto que tenía la inspiración femenina como hilo conductor de un repertorio que hundía sus raíces en las tradiciones andalusí, sefardita y cristiana del medievo. Para ello contó con tres notables intérpretes, capaces no solo de poner en voz sino también de exprimir expresivamente el contenido de unos textos de culturas tan diversas como complementarias (una lástima no disponer de traducciones para la mejor apreciación de los mismos). El vibrante e intenso canto de raigambre andalusí de Iman Kandoussi causó un gran impacto en el auditorio, a la par que los cánticos hebreos y sefarditas recreados por Ángeles Núñez con aguda expresión. A su vez, Rocío de Frutos nos brindó una pulcra lectura, de matiz algo más académico, del repertorio cristiano medieval.

Las cuerdas avivaron con propiedad el discurso musical, entre las cuales destacó el virtuoso qanun de Aziz Samsaoui.

Il Maniatico Ensemble

El repertorio para música instrumental inició su andadura hacia el siglo XVII para alcanzar su cénit en el Romanticismo decimonónico. Entremedio, durante el siglo XVIII se articularon diversos géneros y agrupaciones a medida que fueron surgiendo y desarrollándose las distintas familias de instrumentos musicales. Los instrumentos de viento fueron alcanzando una progresiva importancia en el repertorio concertístico y, posteriormente, sinfónico, así como también en la música de cámara. Entre estos, el oboe, por su sonoridad cálida y penetrante, gozó de un estimable apreció entre los compositores dieciochescos.

Il Maniatico Ensemble es un conjunto liderado por el oboísta Robert Silla especializado en el repertorio camerístico del siglo XVIII. El pasado 18 de agosto, nos ofrecieron un entrañable concierto en la iglesia de Santa Maria de Vilamitjana, con un repertorio integrado por cuartetos para cuerdas y oboe de compositores centroeuropeos del dieciocho. Abrió el programa el Cuarteto para oboe y cuerdas en Fa mayor de W. A. Mozart, una obra que el compositor salzburgués dedicó al virtuoso oboísta de la orquesta de Múnich Friedrich Ramm, con motivo de su estancia en la capital bavaresa para componer su ópera Idomeneo. Se trata de una obra en tres movimientos en los que Mozart demuestra un pleno dominio del lenguaje instrumental, con modulaciones y texturas armónicas de gran audacia, en la que no pierde ocasión para dar lucimiento al oboe. Una pieza que fue ejecutada con vigor y envidiable complicidad por Silla y las tres cuerdas de Anne Matxain (violín), Martí Valera (viola) y Carla Sanfélix (violonchelo).

A la obra de Mozart, siguió un cuarteto para oboe de Carl Stamiz, músico de la escuela de Manheim. De estética marcadamente galante, esta atractiva composición sirvió de puente para el Cuarteto para oboe y cuerdas en Si bemol mayor de Johann Christian Bach, el hijo menor del venerado Johann Sebastian. Se trata de una obra de intrincadas soluciones armónicas que da buena fe de la asimilación de los conocimientos paternos, magistralmente conjugados en esta pieza de cámara. Ambas obras fueron interpretadas con intachable tersura. El colofón del concierto lo puso una pieza del prolífico compositor checo Johann Baptist Wanhal, autor de un extenso catálogo de música instrumental entre la cual se cuenta este Cuarteto para oboe y cuerdas de Fa mayor que hizo las delicias del auditorio que llenaba la nave del templo leridano.

Las anécdotas de la velada las marcaron el desplome del atril del oboísta al poco de iniciar el primer movimiento de una de las piezas y las erróneas cronologías del programa de mano: Mozart superó los nueve años de edad y Wanhal y Stamiz, aunque compatriotas, no nacieron ni murieron el mismo año.

Dúo de violines

El prestigioso violinista Manfredo Kraemer y su pareja Guadalupe del Moral presentaron un interesante e insólito programa de música para dos violines en la iglesia de la Mare de Déu de les Neus ubicada en los pies de las pistas de esquí de La Molina. Especialista en el el repertorio barroco, Kraemer trascendió este período para ofrecer un repertorio que tenía más de moderno que de antiguo, alternando obras de compositores del Barroco, como Johann Vierdanck, Jean Marie Leclair o François Couperin, con composiciones de la época contemporánea y de las latitudes argentinas. Entre estas últimas destacaron los tangos de Osvaldo Fresedo y Luis Alberto Fernández, así como las piezas más folklóricas del popular Cuchi Leguizamón.

Este inusual e intimista diálogo entre violines bien pudiera parecer una bagatela o un ejercicio menor de Hausmusik de no ser por la autoridad musical de ambos intérpretes, quienes, rehuyendo cualquier alarde de exhibicionismo gratuito, demostraron una íntima compenetración y una inspiradisima unción expresiva que la presencia de cualquier otro instrumento hubiera podido estropear. En definitiva, no hay nada más barroco que desbordar los límites de lo comúnmente establecido. Pues eso.

Recitar cantando

A finales del siglo XVI y durante el siglo XVII se desarrolló en la Península Itálica un nuevo estilo de canto asociado al teatro musical (lo que vendrá a denominarse el género operístico) que puso en valor la voluntad de traducir musicalmente los afectos retóricos de los versos poéticos. Una nueva práctica que hizo fortuna y exploró las posibilidades de la monodia accompagnata que, progresivamente, fue desplazando la preeminencia de la polifonía y del género madrigalista en el terreno de la música profana.

Este nuevo stile rappresentativo constituyó el eje del programa que el conjunto L’Atzavara protagonizó en el Casino ceretà de Puigcerdà el pasado 21 de agosto. Un repertorio integrado por obras de grandes compositores del Barroco temprano como Claudio Monteverdi, Francesco Cavalli, Girolamo Frescobaldi, Domenico Obizzi o Barbara Strozzi, entre otros. Unas piezas que además de compartir una misma concepción estilística coincidían en la temática amorosa, representada en sus más variados registros afectivos.

El trío formado por Zachary Wilder (tenor), Oleguer Aymamí (violonchelo) y Josep Maria Martí Duran (archilaúd, guitarra y dirección) fueron los encargados de explorar las sutilezas musicales de este programa. Wilder demostró poseer una gran familiaridad en este repertorio, con un pleno dominio de los recursos expresivos; su habilidad para exprimir el carácter de cada acento y su uso exquisito del falsete lograron dar relieve y profundidad a unos textos de intenso calado dramático y refinada factura musical. Contribuyeron a ello en gran manera las pulcras cuerdas del laúd y la guitarra de Josep Maria Martí, así como la densa y elegante sonoridad del violonchelo de Aymamí.

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