
De partida solo sabía que Gerhard había sido alumno de Schoenberg en Viena y que posteriormente el maestro vienes estuvo en Barcelona aprovechando el clima mediterráneo a causa de su asma. Pensé que la correspondencia iba a ser casi exclusivamente sobre técnica serialista y composición. Mi sorpresa ha sido descubrir aspectos vitales de personalidades a las que te has acercado fundamentalmente mediante discos o emisiones de radio, medios de “aura fría” como eran denominados por W. Benjamin. Sigue habiendo pocas interpretaciones de obras dodecafónicas en España.
La autora, licenciada en filología alemana y musicóloga, dispone de manera lineal y cronológica toda esta correspondencia, lo que facilita la lectura y el seguimiento de un hilo argumental en la ida y vuelta de cartas, telegramas y conversaciones a lo largo de algo más de treinta años.
El aspecto musical es importante pero no el único, lo son también los aspectos personales y familiares -las cartas solían llevar la firma de las dos personas de los respectivos matrimonios- y los aspectos sociales -amistades comunes, ya fueran catalanas, vienesas o alemanas-. Pero también y esto es muy importante, aspectos políticos, algo decisivo en aquellos años de ascenso del nazismo en Alemania, de revuelta social en España y guerra civil, que desembocan en la segunda guerra mundial con Schoenberg ya en Estados Unidos y Gerhard en Gran Bretaña. Dolor y trauma compartido.
De igual manera abordan en la correspondencia temas referentes a las diversas políticas musicales de cada país y de gestión musical de la época: la organización de los conciertos, la influencia de las agencias, las editoras de las obras, la incertidumbre sobre las actividades, los emolumentos siempre escasos.
Importante el triángulo de intereses entre maestro y alumno con Pau Casals, titular entonces de una orquesta en Cataluña y promotor el mismo de conciertos en Barcelona y en España, con suerte muy desigual según se describe en el libro.
Optimismo entre ambas familias cuando se ven asentados vital y musicalmente, Schoenberg en Los Ángeles y Gerhard en Cambridge, así como los sucesivos planes de encuentros truncados por trabajo o enfermedades.
En 1951 muere el vienés pero la relación personal y musical permanece, intercambiando información y planes de estreno de obras. Gerhard ya con una vinculación importante con la BBC y Gertrud Schoenberg, depositaria de un legado musical a gestionar y poner en valor.
Aspectos todos ellos que completan la descripción de figuras muy importantes para el devenir del serialismo en el panorama musical del siglo XX. Dudas, incluso entonces, de que se preste a esta orientación musical la importancia debida por parte de la industria de la música clásica, de lo cual nos lamentamos ahora.
Lectura muy interesante. Muy recomendable.
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