El pasado 21 de diciembre, dentro de la temporada Palau 100, la histórica sala de Domènech i Muntaner acogió las huestes del coro Accentus y la formación historicista Insula orchestra para ofrecernos una ungida interpretación del tradicional oratorio haendeliano bajo la batuta de Laurence Equilbey. A diferencia de otras colegas que se recrean más en lo aparatoso del gesto que en lo substancioso del discurso musical, la directora gala nos ofreció una lectura sumamente cuidada de la partitura haendeliana, espléndidamente secundada por los conjuntos y los solistas. Una recreación de gran nitidez y suntuosidad discursivas, sustentada en un portentoso equilibrio entre voces y secciones, amén de una refinada elegancia y sutileza expresivas.
A la brillantez y a la pulcritud de coristas e instrumentistas, se sumó la feliz aportación de cuatro consumados solistas: Sandrine Piau (soprano), Paul-Antoine Benos-Djian (contratenor), Alex Rosen (bajo) y Toby Spence (tenor), este último reemplazando a un colega previamente anunciado. A pesar de que la versión ofrecida recortara algunos números de la segunda y tercera partes, el empeño de los interpretes fue suficiente para hacer honores al magisterio de unas páginas haendelianas que el mismo Stefan Zweig tuvo a bien incluir entre los momentos estelares de la humanidad.
La única nota inoportuna de la velada la protagonizaron los espectadores que irrumpieron tardíamente en el auditorio una vez comenzado el concierto, cosa que provocó, para vergüenza ajena, que la directora parara la representación. De cara al nuevo año, la organización del equipamiento haría bien en revisar los protocolos de ingreso a la sala una vez iniciada la función a fin de evitar indeseables molestias.
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