
Cortesía de Fabrizio Sansoni/Teatro dell’Opera di Roma.
Desde el pasado 11 de octubre, el público romano ha podido gozar del espléndido montaje de Damiano Michieletto, estrenado el mayo de 2022 en el Théâtre des Champs-Elysées, en coproducción con la Oper Leipzig, la Opéra Orchestre National de Montpellier, el Capitole de Toulouse y el propio teatro romano.
Michieletto aborda el texto de Nicola Francesco Haym con inteligencia y un perspicaz instinto dramático. Superando el contexto de la ambientación histórica, va tejiendo un sutil universo de imágenes alegóricas que hunde sus raíces en la concepción trágica del destino, heredada del teatro clásico. El director veneciano advierte desde el primer minuto que el aclamado general Julio César es aquí, en realidad, un sujeto pasivo que actúa siempre a remolque de los acontecimientos, nunca lleva la iniciativa y se mueve solo por impulsos reactivos: a las súplicas de Cornelia, a los encantos de Cleopatra, a los ataques de Tolomeo, a la determinación de venganza de Sesto y Achila. La presente producción explota esta idea, perfilando un Cesare sujeto a un destino predeterminado, hilvanado por tres Parcas que hacen su aparición escénica en los momentos culminantes de la acción dramática. A todo esto, el regista italiano aúna un excepcional trabajo de interiorización psicológica de los personajes, gracias a su complicidad con un magnífico reparto de intérpretes. Redondea la producción, una ingeniosa y depurada escenografía, con imágenes plásticas de gran eficacia dramática, soportadas por un encomiable trabajo de las luces.
Para mayor gloria de la música haendeliana, Rinaldo Alessandrini estuvo al frente de una orquesta titular que se volcó en recrear el rico colorismo musical que entreteje los intensos alientos dramáticos de la partitura. Sin caer nunca en excesos efectistas ni claroscuros arrebatados, el pasado 13 de octubre, Alessandrini fue desgranando un discurso musical fluido, de pulso vitalista, sonoridad equilibrada y una sútil hondura dramática. Contó para ello con un cast virtuoso y absolutamente volcado en su cometido que reunió a una feliz confluencia de intérpretes consumados y voces emergentes. El contratenor Raffaele Pe fue un Cesare irreprochable en lo vocal y en lo escénico que construyó su papel con una intensidad creciente a lo largo de la representación. Mary Bevan encarnó una Cleopatra de irresistible encanto, profundidad dramática y unción canora, logrando una magnífica recreación tanto en los números más sensuales y coloristas, como en los más íntimos y melancólicos. Arrolladora por su vigor escénico y su insolencia canora, fue la interpretación del joven contratenor Areyh Nussabaum Cohen, cuya proyección prodigiosa y apasionada expresión dieron un relieve memorable al atormentado Sesto. Su exultante fogosidad contrastó con la íntima e incisiva encarnación de la Cornelia perfilada por la veterana Sara Mingardo, toda ella un derroche de sabiduría interpretativa. El Tolomeo de Carlo Vistoli no quedó atrás en su cometido, aprovechando, con inspirado desparpajo canoro y teatral, las intervenciones musicales que le brindó Haendel. Rocco Giordano (Achilla) cumplió con discreción su cometido, así como también los secundarios Angelo Giordano (Nireno) y Patrizio La Placa (Curio).
A las puertas del tricentenario del estreno de esta obra, el coliseo lírico romano ha tenido el acierto de programar este atractivo y sugerente montaje, capaz de conjugar el rigor y la vitalidad expresiva historicistas, en lo musical, y la coherencia dramática de una sagaz recreación escénica. ¡Enhorabuena!
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