Doce Notas

Eugene Onegin, de Chaikovsky inaugura la temporada 23/24 del Liceu

lirica  Eugene Onegin, de Chaikovsky inaugura la temporada 23/24 del Liceu

En esta ocasión se presenta una coproducción del Liceu con Den Norske Opera (Oslo) y Teatro Real (Madrid) con el sello de Christof Loy, propuesta estrenada en 2020 en Oslo. Muy ligada al texto original, esta producción, huye de los tradicionalismos para apostar por una escenografía minimalista que ayuda a subrayar el interior de los personajes.

Basada en una de las historias más conocidas de la literatura rusa del siglo XIX, Eugene Onegin fue la primera ópera que Chaikovski abordó en serio, después de varios éxitos en el ballet y la sinfonía. Planteada inicialmente como una pieza de cámara, articulada a partir de escenas líricas, finalmente logró la gloria gracias a su calidad compositiva, la belleza del canto y su capacidad para exaltar emociones profundas. La estrenó en 1879, en el Teatro Malí del Conservatorio de Moscú, con un elenco amateur formado por jóvenes estudiantes, pero la potencia emocional de la partitura era difícil de esconder, y finalmente acabó pasando a los grandes teatros: dos años más tarde Eugene Onegin se estrenaba en el Bolshoi de Moscú, y su fama perdura hasta la fecha como una de las grandes óperas románticas, en forma y fondo, por su exquisita forma de mostrar las turbulencias del alma humana.

La producción

El director de escena alemán Christof Loy divide el desarrollo de la historia en dos segmentos caracterizados por una escenografía distintiva: “Solitude ”, que recoge el primer acto y parte del segundo, y “ Loneliness ”, que comienza con el duelo entre Onegin y su amigo Lenski , y llega hasta la conclusión. El primer concepto hace referencia a estar solo –esta soledad buscada y temporal, mientras que el segundo responde a una soledad no deseada y sin solución. Por eso, la primera parte de la función se centra en Tatiana —que se aísla en los libros, pero que ansía abrirse al mundo por medio de un amor puro—, mientras que la segunda sitúa el foco sobre Onegin, que , creyendo que podría conquistar a Tatiana en cualquier momento, descubre que ha llegado tarde, que le ha perdido y que deberá enfrentarse a un final de vida incierto y sin compañía.

Loy suele plantear producciones con un marcado toque minimalista, sitúa muy pocos elementos a la vista del público y entiende el escenario como un lienzo en blanco, lo que en la segunda parte se podrá advertir de forma directa, ya que convierte el espacio de la acción en una especie de caja compacta iluminada por una luz blanca potente. La escenografía elegida —que firma Raimund Orfeo Voigt — es la misma para toda la ópera: una sala enorme con dos ventanas y una entrada, apenas decorada en la primera parte, y el mismo marco, pero con una sola puerta, para la segunda, en la que se busca reforzar de forma simbólica cómo el mundo se va cerrando y reduciendo al mínimo para Onegin, un hombre que pudo tenerlo todo y acaba sin nada. Andreas Heise firma la coreografía y el movimiento escénico de la producción, que toma un protagonismo esencial en el dinamismo de la obra.

www.liceubarcelona.cat

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