Con una amplia introducción por parte de una profesora de arte de la universidad de Salamanca sobre el origen mitológico y religioso de estos cambios abruptos en la naturaleza de los humanos y los seres naturales se abre una mesa redonda sobre este estreno mundial de la ópera de Igor Escudero basado en el relato del mismo nombre de Franz Kafka. Escudero describe el proceso de ideación y composición – música y libreto- y las referencias musicales a las que acudió. Desde finales del XIX hasta la actualidad pasando por el expresionismo, dodecafonismo y algunas referencias minimalistas ineludibles.
El director musical expuso su visión de la materia compositiva alumbrando una ópera actual, vanguardista, pero de fácil comprensión para intérpretes y público.
El director de escena acerca su visión de los componentes físicos e interpretativos ajustándose al canon expresionista e instando a los asistentes a la charla a acceder a la sala sin prejuicios estéticos.
Segundo acto: la ópera
Basada en Die Verwandlung de Franz Kafka. Libreto y composición, Igor Escudero; Director musical, Marc Moncusi; Director de escena, Íñigo Santacana; Tenor, William Wallace; Soprano, Paula Mendoza; Espacio escénico e iluminación, Víctor Longas; Ayudante de dirección, Mar P. Soler, Piano Krzysztof Stypulkowsky y Ensamble littleopera.
Aunque nos empeñemos -yo el primero- en adscribir a Kafka al movimiento cultural expresionista centroeuropeo la realidad es más tozuda. Hay una base simbolista en sus escritos que despista mucho a público y crítica literaria. De entrada, Kafka era judío checo pero de habla alemana como producto de la descomposición de los imperios y como tal nadando entre sentimientos religiosos y culturales incluso antagónicos. El más notable es el de “autoculpabilidad” que al parecer nos transmite el judeo-cristianismo dominante. Todo es pecado, el mal nos habita y el sacrificio y el dolor nos redime. Cristo entra en escena en forma de busto y presencia esa redención por el dolor de verse convertido en escarabajo o cucaracha. Ser inferior condenado a un trabajo perpetuo. Materia para Freud, otro gran literato judío.
Tarea nada fácil llevar toda esta simbología cultural y religiosa a la escena. Confieso que hace mucho leí La Condena con esa idea y tuve que bucear en muchos textos de Foucault para armar unas ideas que pronto dejé de lado.
El riesgo es alto y hay que premiarlo si se trabaja con rigor. La partitura es complicada para el espectador medio en sus comienzos – vanguardias musicales históricas, serialismo- pero pronto llega a terrenos más cercanos al minimalismo que sirve de un fondo más calmado donde músicos, cantantes y trama funcionan muy bien. El ensemble elegido, instrumentos y sonoridad son muy adecuados también.
El carácter simbolista de la obra hace que algún elemento de la escena sea más complicado de entender, habitación cámara de tortura, pero la hermana de Gregor más adelante deshace el hechizo del refugio burbuja “autoconmiserativo” del “agente comercial” convertido en escarabajo.
El teatro elegido presenta algunas dificultades de circulación, carece de foso, muy amplias medidas de escenario, falta de proyección de los textos y madera lacada en la sala – muy apropiada para la música- que complica la iluminación, aspectos que en otros lugares se verán solventados, seguro.
El personaje masculino, Gregor Samsa, tiene que forzar su gesto a medida que avanza su metamorfosis y se dificulta la proyección de su magnífica voz. Alguna solución tecnológica vendría bien, en mi opinión. Se que es una medida controvertida.
Por lo demás, éxito de público que aplaudió el esfuerzo de atreverse con un montaje de vanguardia en un medio cultural y musical que mira a la tradición casi exclusivamente. Sería una buena oportunidad para que las instituciones regionales movieran el montaje al menos por las cuatro ciudades más pobladas de la comunidad, charla de divulgación incluida.
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