Pitágoras ya define la escala cromática europea de doce notas, siete tonos y cinco semitonos. Con sus intervalos, de octava y de quinta, y sus interacciones. Esto, de nuevo, conseguiría acelerarse en el Renacimiento y el periodo Barroco con la mejora de los conocimientos de física, matemáticas, geometría y mecánica (Leonardo y Guido d´Arezzo ayudarían) ..la electricidad conseguiría acelerar de nuevo el proceso, a finales del s XIX y comienzos del XX, esta tendencia tecnológica de la música.
La abstracción matemática consigue entonces convertirse en un método y fuente de inspiración y creación. Ahora los potentes ordenadores son el principal instrumento musical, pero conviven con la aleatoriedad total, la improvisación y los instrumentos no bien temperados de algunas tendencias musicales. Un infinito de sonidos, como los fractales.
¿Ahora con la AI podremos prescindir del intérprete y creador humano? Puede, pero algo le faltará a la música seguro, quizá tenga cerebro y corazón, pero otras cualidades pueden ser más escasas: intencionalidad, enfado, hasta rabia.
¿Quién es Eduardo Polonio? Profesor de composición desde 1968 interesado por los procesos matemáticos e informáticos forma parte del grupo KOAN hasta 1970, después trabaja con el grupo Alea Música Electrónica Libre. En 1976 se traslada a vivir a Barcelona, donde se vincula con PHONOS y funda el Festival Obert Art Actual. Es fundador de la asociación de música electroacústica de España. Recibió el Gran Premio Internacional de música electroacústica de Bourges. Desde 1996 vive en Huelva. Compositor de piezas y operas electroacústicas, se atrevió incluso a ponerle música al Diablo de los Números de H. M. Enzensberger.
Todo un agitador de la escena musical de vanguardia española, justo la que tiene peor acceso a los auditorios públicos, en los que vemos con frecuencia sonoros tributos a…Iron Maiden (nada en contra) por ejemplo. Menos mal que nos queda…Europa.
Libro de mucho interés, especialmente para músicos del ramo electrónico, vanguardias seriales, fractales y todo tipo de makers de aparataje musical electrónico que constituyen la punta de lanza de la experimentación musical y que vemos con más frecuencia en centros de arte contemporáneo y galerías que en equipamientos escénicos y musicales. Algo falla en el sector de la programación musical en España.
Mientras resintonizamos con Europa leamos, por ejemplo, a Eduardo Polonio y este magnífico libro.
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